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Boletin dominical - 24/03/13

  • Fecha de publicación: Sábado, 23 Marzo 2013, 17:27 horas

“LA CURIOSIDAD DEL MÁS ALLÁ DE LA MUERTE”. Gracias a la Biblia, la infalible Palabra de Dios, estamos muy bien informados sobre la muerte, tanto de los salvos como de cuantos mueren sin haber recibido a Cristo Jesús como Salvador personal.

 En Lucas 16:19-31, el Señor describe con lujo de detalles, especialmente lo que le toca vivir a quien muere sin ser salvo.

Lo primero que debemos recordar es que en este caso no se trata de una parábola, sino de una historia real. Cuando en la Biblia se usa el nombre de determinado personaje, como en este caso, Lázaro, nos permite deducir que cuantos lo escuchaban, conocían al miserable mendigo siempre a la vista del... “Rico”.

Lo que más nos importa es el diálogo entre Abraham y este... “Rico-Pobre”.

Después de relatar el Señor la partida de ambos, se detuvo más en el diálogo entre el “Rico” y su paradero tan terrible que jamás podríamos imaginar. ¿Cómo es posible llegar a una sed tan extrema, según él mismo la sufría, que se conformaría con que su ex-despreciado mendigo pudiera acudir en su auxilio, humedeciendo su dedo y tocando la punta de su lengua?, porque dijo… “estoy atormentado en esta llama”. Banquetes y placer diario en su vida, pero tormentos en llamas de fuego eternamente.
¿Qué le parece un “diálogo” entre los de... “Su santidad” y el mismo Señor Jesucristo?

“Su santidad”: ¡Señor, por favor, creo que fue una equivocación que me metieran aquí!

El Señor: Como nunca trataste nada conmigo, no sabías que soy inmutable, razón más que suficiente para no ser reducido a una galletita...
“Su santidad”: Pero Señor, ¿cuándo hice yo tal cosa?

El Señor: ¿Qué enseñabas tú y tantos colegas tuyos desde el mismo Constantino? ¿A qué clase de salvador se referían con el Cristo Eucaristico...?
“Su santidad”: ¡Es que así me enseñaron, Señor!

El Señor: ¿Acaso no sabías leer? ¿Encontraste alguna vez en la Biblia la enseñanza tan alejada de las Escrituras para mantener a millones en la ceguera espiritual? ¿Y ahora tienes la osadía de aconsejar a los gobernantes a que se dediquen a la humildad y al servicio a los demás?

¿Cuántos de quienes te precedieron practicaron estas “virtudes”?

El Señor: Millones de mendigos como Lázaro pueblan el planeta, pero tú y cuantos estaban en el mismo tipo de cristianismo gozaban de placeres en su Vaticano con todos los lujos inimaginables, sin jamás haber hecho nada por la miserable condición de los millones que de haber recibido una palabra de perdón y vida eterna, no lo habrían cuestionado. Pero tu problema, lo mismo que tantos otros de los cardenales y pseudo sacerdotes todos cuantos te rodeaban, hallaron más aceptable cualquier doctrina demoníaca que lo que el Espiritu Santo ha guiado a Pablo para que advirtiera de este peligro: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad” (1 Ti. 4:1-3). Usaste la Biblia solamente como pretexto, de modo que jamás alguien tuvo la oportunidad de conocerme.

El Señor: ¿Cómo es que te animaste a ocupar el lugar del Vicario de Cristo, cuando en realidad se trata del Espíritu Santo? ¿Realmente crees que tú y tus colegas son tan puros y cuentan con los atributos del mismo Dios? Gózate en el lugar donde estás, porque allí están todos a cuantos lograste engañar.

El Señor: Hablemos un poco sobre tu soberbia al pretender el título de Papa (Padre). ¿No se te cruzó por la vista Mateo 23:8, 9?: “Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos”.

El Señor: Óyeme, ya es demasiado tarde para arreglar cuentas conmigo. Tú mismo te condenaste. Fui yo quien morí por tus pecados clavado de una cruz. El soldado romano no clavó una tal... eucaristía. Yo di mi cuerpo para satisfacer la justicia divina, pero tú despreciaste mi sacrificio a cambio de pompas, comodidades, liturgias muertas, aplausos y admiración de millones a cuantos lograste mantener en la ignorancia espiritual a fin de revolcarte en el infierno, pero muy bien acompañado. No tienes por qué quejarte, ya que puedes seguir soñando con tu “purpurado” y encuentro con gobernantes, a fin de seguir manteniendo el modernismo en tu pequeño país llamado... “El Vaticano”.

“Su santidad”: Pero Señor; a mí nadie me predicó el Evangelio.

El Señor: Tú no eres el primero en lanzar esta justificación. Pero... ¿Recuerdas lo que le dijo Abraham a otro que fue al lugar de tormento como tú? Le dijo que ellos tenían a Moisés y a los profetas.

Ni tu humildad, ni tus buenas obras en bien de los pobres podrán salvarte... Lo que tienes ahora es tu desoladora eternidad.

Finalmente se suspendió el diálogo, aunque “Su santidad” tenía muchos otros argumentos, pero era demasiado tarde para confesar pecados, aunque el arrepentimiento fuese auténtico. Así que, “Su santidad” tuvo que conformarse con “Su eternidad” y el Señor le cerró la puerta para siempre...

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