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Boletin dominical - 30/06/13

  • Fecha de publicación: Sábado, 29 Junio 2013, 04:35 horas

Permítame hablar hoy en nuestra COLUMNA PASTORAL sobre el peligro que encierra el hecho de coquetear con el romanismo.  No se trata únicamente de falsas doctrinas, sino de masacres de judíos y cristianos que estuvieron a cargo del máximo líder en el Vaticano durante la II Guerra Mundial, el famoso criminal Pío XII.

Aunque se llevaron a cabo varios juicios y los culpables recibieron la pena que les correspondía, no así los jerarcas de la madre de todas las prostitutas (Ap. 17).

Aunque la guerra terminó, los culpables, por lo menos muchos de ellos, no fueron castigados.  Estos recibirán todo cuanto les corresponda cuando comparezcan ante el Gran Trono Blanco, donde el Juez será nuestro Señor y es probable que también nosotros los salvos y perdonados, podamos contemplar cómo el Señor aplicará la sentencia a cuantos comparezcan para ser juzgados: “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos.  Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.  Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras.  Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego.  Esta es la muerte segunda.  Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (Ap. 20:11-15).  ¡Cuánto se gozarán aquellos que fueron muertos con la ayuda de “Su Santidad” de turno cuando hicieron alianzas con tiranos, déspotas, inmorales y degenerados!

Cuando se descubre o desenmascara una conspiración católica, Roma llama a especialistas para que resuelvan el problema.  A éstos se les conoce como tergiversadores de la verdad.  Ellos lanzan ataques para contrarrestar las advertencias que otros tratan de difundir.  En la II Guerra Mundial, cuando el Vaticano estaba masacrando a los miembros de la Iglesia Ortodoxa Griega en Yugoslavia, los peritos tergiversadores de la verdad se movilizaron.  ¡Clasificaron esa información de intolerancia y propaganda anticatólica!  Para confundir al público, minimizaron las atrocidades.

Uno de ellos fue Louis Adamic.  Su tarea era convencer al pueblo norteamericano de que los informes sobre las horribles masacres en Yugoslavia eran falsos.  Adamic y el grupo católico que trabajaba con él, convencieron al presidente Roosevelt y a su esposa, Eleanor, de que esas masacres - los peores crímenes de la II Guerra Mundial - eran sólo propaganda.  Adamic convenció a la señora Roosevelt que los informes eran falsos.  Cuando ella descubrió que eran verdaderos, ya fue demasiado tarde.  Casi un millón de personas habían sido asesinadas en forma atroz.

Los jesuitas se dieron cuenta que ésta era un área crítica en la comunidad cristiana y que ayudaría al Vaticano.  Necesitaban un grupo de expertos que investigaran a las sectas, pero que nunca hablaran de Roma como enemigo.  Sería otra “cortina de humo”.

En la comunidad cristiana hay personas de mucha confianza, amadas y respetadas.  Creo que ellas, a sabiendas o no, están haciendo para el Vaticano el mismo trabajo que hizo Louis Adamic.  Están cegando los ojos y tapando los oídos de los cristianos, convenciéndoles que el Papa es nuestro amigo.  El trabajo de ellos es ridiculizar y destruir la reputación de cualquiera que trate de advertir en cuanto al Vaticano, de manera que no les den importancia.

A los cristianos que se preocupan por las advertencias, les dicen que son mentiras, afirmaciones absurdas en las que no deben confiar; que ese material y las pruebas son engaños, y que deben desecharlos como basura.

¿Y QUÉ DE LA GLOBALIZACIÓN?

Los poderosos de este mundo ya no se encuentran en la Casa Blanca, o en el Kremlin de Moscú, sino en el piso del Consejo Directivo de Consorcios que opera en el ámbito global, o en las oficinas de los jefes de Sociedades de Inversión que trabajan en forma internacional.

En la introducción a un libro técnico sobre economía, editado en Suiza, con el título “Mega-Fusiones”, se lee lo siguiente: «La economía, actualmente, está sujeta a cambios, en una dimensión nunca antes vista.  La reforzada proporción de competencia, producida por la globalización, la desregularización, los mercados emergentes (fondos de inversiones en países como Indonesia) y el resquebrajamiento de las estructuras clásicas de mercado, causadas por los procesos innovadores, son la fuerza motriz de todo esto.  El ejemplo más actualizado de este cambio, son las mega-fusiones».

Este es el momento de hacer algunas notas aclaratorias, acerca de los términos más frecuentemente utilizados.  Palabra clave «globalización»: Una empresa ya no ve su campo comercial como local o regional, sino global, internacional.  La palabra «desregularización», en este contexto, significa que los mecanismos de control estatales, que hasta ahora regulaban los contextos económicos, son eliminados.  Con la palabra «mega-fusiones», se denomina a la fusión de consorcios, nacionales e internacionales, los cuales se convierten en mega-consorcios, que pueden involucrar al globo entero.

Estos factores transforman la economía de nuestro mundo, en una extensión nunca antes vista.  El renombrado economista francés, Allain Mine, escribe: «La globalización es una revolución mundial».  Aquí se nos presenta la pregunta que si también en la Biblia se podrá encontrar algo sobre este tema tan importante.  ¿Será que la Biblia tiene algo que decirnos, con respecto a la “revolución mundial”, sobre el tema globalización?  Sí, yo creo que la Biblia se refiere a ello en forma sumamente precisa, y también nos informa sobre lo que resultará del desarrollo de estos acontecimientos.  Habla de la ruina, en tan solamente una hora - lo cual, después de todo, es inconcebible.

Pastor J. A. Holowaty

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