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Boletin dominical - 12/07/09

  • Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
Tenemos también los recursos tecnológicos, algo desconocido, ni soñado hace apenas unas pocas décadas.  Todavía recuerdo que cuando traducía el libro Explicación del Apocalipsis, lo hacía en stensil, y cuando cometía algún error lo cubría con una tinta blanca como corrector y luego lo llevaba al mimeógrafo para imprimirlo.  ¡Qué trabajo era aquel!  Hoy todo ha cambiado y el lujo que tenemos es una verdadera maravilla.  Podría hablar de muchas otras cosas parecidas en el campo de las grabaciones y la radiodifusión.  Amen a los precios.  Recuerdo que cuando aparecieron los cassettes, allá por el año 1964, costaban 12.00 Dlls.

Pocos son los cristianos informados de los difíciles días que nos toca presenciar.  Pero eso sí, somos una generación muy afortunada.  Tenemos bastante material impreso, como Biblias (buenas y malas), comentarios y artículos escritos por hombres fieles a la sana doctrina.

Tenemos también los recursos tecnológicos, algo desconocido, ni soñado hace apenas unas pocas décadas.  Todavía recuerdo que cuando traducía el libro Explicación del Apocalipsis, lo hacía en stensil, y cuando cometía algún error lo cubría con una tinta blanca como corrector y luego lo llevaba al mimeógrafo para imprimirlo.  ¡Qué trabajo era aquel!  Hoy todo ha cambiado y el lujo que tenemos es una verdadera maravilla.  Podría hablar de muchas otras cosas parecidas en el campo de las grabaciones y la radiodifusión.  Amen a los precios.  Recuerdo que cuando aparecieron los cassettes, allá por el año 1964, costaban 12.00 Dlls.  Para el año 1990 comprábamos para nuestra Onda Corta 0,70 Dlls. por unidad.  ¡Setenta centavos versus 12 dólares!

Lamentablemente, junto con el abaratamiento y tantas mejorías y facilidades también el mensaje de Cristo se ha devaluado, se ha abaratado hasta carecer de valor para muchísimos cristianos.
Y lo que es peor, el desprecio a Jesucristo y su sacrificio por nosotros es un mensaje que corre velozmente por todo el mundo.  Nosotros, los que todavía dependemos de las doctrinas bíblicas, de ninguna manera podríamos competir con los “gigantes” de la Iglesia Emergente, los ecuménicos, los burladores, los Iscariotes al frente de “ministerios” al servicio de Lucifer, quienes no se detienen, derramando sus vómitos de desprecio a la Palabra de Dios, al separatismo de todo cuanto nada tiene que ver con la sana doctrina.  Está muy de moda el inclusivismo ilimitado, el “unánonos a cualquier precio” y la nueva “tolerancia”, abarcando no solamente el aspecto puramente teológico y espiritual, sino el desenfreno más repugnante de inmoralidad.  Pero cuantos están en este empeño de ruina total y sistemática, no solo se complacen en ello, sino que “legalmente” obligan a que sus aberraciones sean parte de la vida social, de modo que los pequeños, de 4 ó 5 años de edad, ya están siendo alimentados con la mal llamada educación sexual, que no es otra cosa que llevar a esas criaturas a un paso de la bestialidad (sexo con animales).  ¡Cuán crucial se está tornando la tarea de formar hijos en nuestros días!

Recuerde estimado hermano: Asegúrese, si es padre, que sus hijos reciben la dosis formativa de sus vidas en su propio hogar.  Si usted es cristiano, especialmente si es bíblico y fiel a la Palabra, no permita que otros envenenen a sus pequeños con el pretexto de ayudarle.  Recuerde que la escuela pública está para enseñar a leer, sumar, restar, redactar y cosas de este tipo, no para teología o cristianismo.  Este es trabajo de los padres.  Pida al Señor la sabiduría y paciencia que necesita y no permita que Satanás logre que, mientras los padres tengan por destino eterno el cielo, sus propios hijos se vean obligados, ante el Gran Trono Blanco, a despedirse para siempre de sus propios padres con destino eterno al infierno.

Enseñe a sus pequeños que sólo el Dios de la Biblia es el Dios verdadero: “Mas Jehová es el Dios verdadero; él es Dios vivo y Rey eterno...”(Jer. 10:10a).

Que todas sus palabras son verdad:“La suma de tu palabra es verdad...”(Sal. 119:160a).
Y que si algo no está correcto ante los ojos de Dios, es porque está mal.  Tal como le dijo a Israel: “Y haz lo recto y bueno ante los ojos de Jehová, para que te vaya bien, y entres y poseas la buena tierra que Jehová juró a tus padres” (Dt. 6:18).

Permítame aclararle: Este no sólo es el punto de vista de la cultura hebrea o de los cristianos de occidente, sino que de acuerdo con Dios es la verdad que gobierna sobre todas las culturas, y está revelada en la Biblia, su Palabra.

¿Vivir y dejar que otros vivan?

     Una madre de familia preocupada nos envió una nota contándonos lo siguiente: «Recientemente asistí a una boda, la mayoría de los invitados eran personas jóvenes entre los veinte y tantos años.  Se trataba de chicos de buena familia, educados, con buenos trabajos, personas amables y cálidas.

     Yo le comenté a mi hija: ‘Quiero ser bien honesta contigo, porque noto algo irregular hoy aquí.  Veo que las personas aquí reunidas, son amables, inteligentes, jóvenes extraordinarios, sin embargo la gran mayoría están viviendo juntos, sin haberse casado.  ¡Y no les molesta esto para nada!... ¿Qué es lo que está pasando?’.

     Lo que me respondió mi hija que tiene 24 años, me dejó estupefacta, me dijo: ‘Mamá, tú no entiendes.  Mi generación es diferente a la tuya, somos más tolerantes.  Nosotros decimos: Dejemos que las personas vivan de la forma como mejor les plazca.  Decidimos por nosotros mismos lo que consideramos correcto e incorrecto, y dejamos que los demás hagan lo mismo’».
Este punto de vista no es la excepción hoy, sino la regla.  Incluso entre cristianos.  Un extenso estudio revela que la mayoría de los jóvenes en iglesias cristianas fundamen-talistas creen que la nueva tolerancia es la enseñanza, que lo que es malo para una persona, no es necesa-riamente malo para otra.  Y lo que es peor: La investigación reciente llevada a cabo en Estados Unidos indica, que más de la mitad de personas en edad de retiro que asisten a las iglesias, comparten este mismo punto de vista antibíblico: De que no hay una norma que determine lo que es bueno y lo que es malo, porque el concepto de la verdad es algo personal.

Sin embargo, el impacto de esta peligrosa doctrina no se detiene allí, ya que como la nueva tolerancia enseña que todas las creencias, valores y estilos de vida son iguales, no es suficiente conque usted y yo vivamos y dejemos vivir a otros, sino que a fin de ser verdaderamente tolerantes, debemos estar de acuerdo con la posición de la otra persona, aceptar que es tan válida como la nuestra.  Debemos apoyar las creencias y comportamientos de todos, así sean homosexuales, hindúes o alcohólicos.
Pero... ¿Cómo influye esto en el punto de vista de los niños respecto a la verdad?  Socava la propia esencia y significado de la verdad absoluta.  Cuando su niño adquiere esta idea de que debe aceptar como igual a personas con diferentes estilos de vida y creencias, al mismo tiempo tiene que aceptar que no hay ninguna verdad absoluta, ni malo ni bueno.  Cualquiera que se somete a esto pierde su habilidad para distinguir entre lo bueno y lo malo.  Eso sin mencionar que “Jesús... dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”(Jn. 14:6).  ¡Y esto no se trata de una opción, sino de una verdad absoluta!

Vea con cuidado lo que declaran los proponentes de la nueva tolerancia.  Dice el doctor James Banks, en su libro Una introducción a la educación multicultural: «La educación multicultural es inclusiva... Un montón de personas están en las márgenes de la sociedad debido a su raza, clase, género u orientación sexual.  La educación multicultural es llevarlos a todos al centro, haciendo una nación de muchas personas... Hacer lo que podamos para validar sus experiencias».
Note que el doctor Banks dice que «hay que llevar a las personas que están en los márgenes de la sociedad al centro», y que debemos «hacer lo que podamos para validar sus experiencias».  Es claro que sugiere que no es suficiente con aceptarlos, sino que debemos aprobar, apoyar y legitimizar sus experiencias.  Eso quiere decir aceptar sus valores, creencias, estilo de vida, así sea que estén involucrados en un comportamiento o estilo de vida detestable.

 J. A. Holowaty, Pastor

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