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Constantino y el nacimiento de la Iglesia Católica

  • Fecha de publicación: Sábado, 12 Enero 2013, 18:20 horas

          Constantino Primero, llamado el Grande, nació en el año 274 y murió en el 337.  Supuestamente fue el primer emperador convertido al cristianismo. Fue el fundador de Constantinopla, la actual Estambul.  Era hijo del jefe militar de la Guardia Pretoriana, Constancio Cloro, quien más tarde se convirtió en emperador, y de Elena, quien fue canonizada por la iglesia católica como santa Elena.

           En el año 306 luchó contra los sármatas y se unió a su padre en Britania. Era tan popular entre sus tropas que le proclamaron augusto cuando su padre murió ese mismo año.  Sin embargo, durante las dos siguientes décadas tuvo que luchar contra sus rivales al trono, y no logró ser emperador único hasta el año 324.

Siguiendo el ejemplo de su padre y de los anteriores emperadores del siglo tercero, en su juventud fue un adorador del sol.  Consideraba que el astro rey era la manifestación visible de un Dios Supremo invisible, que era el principio del universo, el cual a su vez era equiparado con el emperador romano. 

          Esto era evidente, ya que en el año 310 afirmó que mientras marchaba con sus soldados vio la forma de una cruz superpuesta en el sol y las palabras en latín, in hoc signo vinces, que quieren decir “Con este signo vencerás”. Luego en el año 312, en la víspera de una batalla contra Majencio, su rival en la península Itálica, dijo que soñó que se le apareció el Señor Jesucristo y le Dijo que grabara las dos primeras letras de su nombre XP en griego, en los escudos de sus tropas.  Tras esta visión, Constantino instituyó un nuevo estandarte para marchar en la batalla, al que llamó Lábaro. Se dice que después de estas visiones, Constantino se convirtió de inmediato al cristianismo.

          Sugerir, como algunos historiadores y muchos otros siguen machacando hasta el cansancio, que Constantino rescató a la iglesia cristiana de la persecución es simple fantasía, porque los cristianos fueron perseguidos durante su régimen. De hecho en el mismo año en que publicó el Edicto de Milán, ordenó la persecución de los Donatistas, quienes se llamaban así por su fundador Donato Magno.  Era una secta rigurosa que sostenía que la iglesia debe ser una iglesia de santos, no de pecadores y que los sacramentos, tales como el bautismo, debían ser administrados por cristianos sometidos plenamente a la autoridad de las Escrituras y que por lo tanto los sacramentos impartidos por personas que no reunían estas condiciones eran inválidos. 

          Él no estableció el cristianismo como la única religión permitida por el imperio, sino que estableció el catolicismo como la única iglesia legal en el imperio, lo cual es algo muy diferente.  Constantino no instituyó el cristianismo, porque de hecho no sabía ni siquiera qué era el cristianismo.   La leyenda que él mismo promovió, dice que antes de la batalla del puente de Milvio tuvo la visión de una cruz, pero los romanos paganos afirmaron por siglos que tenían visiones.  De hecho, ésta no fue la única visión que tuvo, porque mucho antes aseguró haber visto a Apolo, quien le garantizó sus primeras victorias militares.  Fue a la conclusión del Concilio de Nicea que convocó en el año 325, cuando reveló todo esto públicamente, lo de la visión y una supuesta aparición que experimentó, y Eusebio de Cesarea, su biógrafo lo registró para la posteridad.

          Derrotó a Majencio en la batalla del Puente Milvio, cerca de Roma, en octubre de ese año, el 312.  El senado le aclamó como salvador del pueblo romano y le dio el título de primus augustus. Constantino consideró que el Dios cristiano le había proporcionado la victoria, por lo que supuestamente abandonó sus anteriores creencias paganas. Detuvo la persecución de los cristianos, y proclamó el Edicto de Milán, que ordenaba la tolerancia del cristianismo en el imperio romano.

          Dice la leyenda que después de eso envió a su madre Elena, a Jerusalén en busca de la verdadera Cruz de Cristo.  Una vez en la ciudad sagrada, ella supuestamente mandó llamar a los más sabios sacerdotes y logró hallar el lugar donde se encontraba la Cruz, pero no estaba sola.  En el monte Calvario, donde la tradición situaba la muerte de Cristo, encontró tres maderos ensangrentados ocultos y para descubrir cuál era la verdadera cruz donde falleció Cristo, colocó una a una las cruces sobre personas enfermas, e incluso muertos, que se curaban o resucitaban al tocar la cruz que había sido la de Cristo.  Fue así como se propagó la veneración a la Santa Cruz, ya que se dice que Elena murió rogando a todos los que creen en Cristo que celebraran la conmemoración del día en que fue encontrada la Cruz, supuestamente el 3 de mayo del año 326.

          La Escritura dice: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.  Por sus frutos los conoceréis.  ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?  Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.  No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.  Así que, por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:15-20).

          A todo lo largo de las Escrituras inspiradas, las personas tanto fieles como injustas, son comparadas con los árboles, lo cual no debe sorprendernos.  Lo que el Señor está diciéndonos es que podemos juzgar si la persona es fiel o infiel por los frutos o la obra que realiza a lo largo de su vida.

          Pero... ¿Cuáles fueron los frutos del emperador Constantino?  Como emperador Constantino tenía tanto autoridad militar como política, por lo tanto asumió el título de “Pontífice Máximo” - indicando con esto que era tanto gobernante del imperio como de la iglesia. ¡En realidad se autoproclamó como el primer papa!

          La historia demuestra que sus motivos no fueron para nada religiosos, sino que hay que admitir que este hombre fue un genio político ya que reconoció que podía, o ser tolerante con los cristianos o permitir que ellos poco a poco socavaran su imperio.  Él optó por lo que mejor le convenía, y decidió ser tolerante con los cristianos ya que eso beneficiaba a sus intereses. 

          Diocleciano, el emperador del imperio romano de occidente antes de Majencio, hizo hasta lo imposible por acabar con los cristianos, pero fracasó.  Constantino consciente de que si perseguía a los cristianos sólo provocaría el martirio, y que el martirio produciría más creyentes, terminó por unírseles.

          El 23 de febrero del 303, Diocleciano emprendió la primera persecución contra los cristianos.  Diez años después en Milán, Constantino proclamó la primera parte del edicto de Milán, el que luego ratificó en el año 325,  decretando que los cristianos no serían nunca más el blanco de persecución del imperio romano.  Pero las cosas no acabaron allí, en el siglo cuarto y gracias a Constantino, el cristianismo se convirtió en la religión oficial de Roma.   Se estima que durante el siglo cuarto, sólo un diez por ciento de la población eran cristianos, pero con la “ayuda” de Constantino, fueron siendo asimilados poco a poco en la cultura romana.

          En el año 314, inmediatamente después de legalizar la iglesia católica, como una religión del estado, los “cristianos” denunciaron en el Concilio de Ancyra, el culto a la diosa Artemisa.  Mediante el edicto del año 315, muchos templos paganos fueron destruidos por “las hordas cristianas y sus sacerdotes fueron asesinados”. En el año 315 miles de paganos fueron asesinados. Entre los años 316 al 326 Constantino proclamó una serie de disposiciones que favorecían al “catolicismo” frente al paganismo.

          En el año 326, El emperador Constantino, siguiendo las instrucciones de su madre Elena, destruyó el templo del dios Asclepio en Aigeai de Cilicia y el de la diosa Afrodita en Jerusalén, en Afka, en Líbano, Mambre, Fenicia, Baalbek, etc.

          En el año 330 se apropió de todos los tesoros y las estatuas de los templos paganos de Grecia, y se las llevó a Constantinopla para decorar su Nova Roma, la capital de su imperio.  Allí los colocó en todos los templos “cristianos”.  Fue así como diosa Ceres con su hijo se convirtieron en María y Jesús, el dios Zeus, en la representación de Dios Padre y sucesivamente.  Igualmente cristianizó el nombre de muchas celebraciones paganas.

Constantino fue muy conocido por su falta de piedad para con sus enemigos políticos.  En el año 325 hizo ejecutar al emperador romano oriental Licinio, su cuñado, por estrangulación, a pesar de que había prometido públicamente no ejecutarle.

          En el 326, ordenó también la ejecución de su hijo Crispo, el único hijo que tuvo con su primera esposa Minervina,  y unos meses después a su segunda esposa Fausta.   Luego Constantino supuestamente se arrepintió y vivió atormentado por la muerte de Crispo.  Pospuso su bautismo hasta la propia hora de su muerte, ya que le prometieron que esta ceremonia lavaría todos sus pecados.

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