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Doctrinas que todos debemos conocer

  • Fecha de publicación: Viernes, 24 Agosto 2012, 03:19 horas

Cuando hablamos de DOCTRINAS, hablamos de ENSEÑANZA. Son muchas las referencias bíblicas a la importancia de la doctrina. Si los cristianos tuvieran hoy más enseñanza que entretenimiento, la iglesia estaría bien inmunizada contra las falsas enseñanzas y los cristianos difícilmente serían engañados.

           Mateo 7:28, 29:
“Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina;  porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas”.

      La gente era impactada por las enseñanzas del Señor porque él enseñaba como quien tiene autoridad.  Si quiere entender qué hace que el maestro no tenga autoridad, lea en Mateo 23:1-3:

“Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo: En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos.  Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen”.

      De nuevo de Jesús se dice que… “su palabra era con autoridad” (Lucas 4:31, 32):

“Descendió Jesús a Capernaum, ciudad de Galilea; y les enseñaba en los días de reposo.  Y se admiraban de su doctrina, porque su palabra era con autoridad”.

      Jesús no enseñó lo que él quiso, sino que dijo que su doctrina no era de él, sino de quien lo había enviado: “Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió” (Juan 7:16).

      Los Cristianos primitivos perseveraban en la doctrina de los apóstoles: “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:42).

      Los enemigos del Evangelio en la iglesia en Jerusalén se quejaron porque los cristianos habían llenado la ciudad de la doctrina de Cristo: “Cuando los trajeron, los presentaron en el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó, diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre?  Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre” (Hechos 5: 27, 28).

      Cuando se expone con claridad la doctrina de Cristo, los no salvos se maravillan de estas enseñanzas: “Entonces el procónsul, viendo lo que había sucedido, creyó, maravillado de la doctrina del Señor” (Hechos 13: 12).

      Es la doctrina, no otra cosa, la que distingue a los cristianos verdaderos de todas las religiones del mundo: “Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia” (Romanos 6:17, 18).

      La doctrina es mucho más que lenguas, porque la doctrina y la predicación, la exposición de la Palabra, van juntas: “Ahora pues, hermanos, si yo voy a vosotros hablando en lenguas, ¿qué os aprovechará, si no os hablare con revelación, o con ciencia, o con profecía, o con doctrina?” (1 Corintios 14:6).

      Se nos urge a no ser llevados “por todo viento de doctrina”: “para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo” (Efesios 4:14, 15).

      Hay doctrinas y mandamientos de los hombres.  La única manera para no caer en alguna de las tantas que hay, debemos conocer bien las doctrinas bíblicas: “Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso?” (Colosenses 2:20-22).

      Los cristianos debemos “retener la doctrina que hemos recibido” de la palabra de Dios: “Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra” (2 Tesalonicenses 2:15).

      La iglesia debe tener mucho cuidado para que nadie enseñe diferente doctrina: “Como te rogué que te quedases en Efeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina, ni presten atención a fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que es por fe, así te encargo ahora” (1 Timoteo 1:3, 4).

      Justamente debido a la falta de cuidado en esto de doctrina, muchas son las iglesias que se alimentan de fábulas y enseñanzas carentes de la doctrina bíblica.

      Hay quienes se oponen a “la sana doctrina” (la bíblica): “para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina” (1 Timoteo 1:10).

      No debemos olvidar que hay “doctrinas de demonios” filtradas en ciertos círculos que pretenden ser cristianos: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios. Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido.  Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (1 Timoteo 4:1, 6 16).

      Nuestro comportamiento debe ser tal para que no sea blasfemado el nombre de Dios y la doctrina.  Es decir, que cuando alteramos la doctrina y enseñamos lo que no es inspiración divina, entonces el nombre de Dios es blasfemado también: “Todos los que están bajo el yugo de esclavitud, tengan a sus amos por dignos de todo honor, para que no sea blasfemado el nombre de Dios y la doctrina” (1 Timoteo 6:1).

      No es posible torcer las Escrituras sin blasfemar contra Dios mismo… “Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales” (1 Timoteo 6:3-5).

      Tan seria es la cuestión doctrina bíblica que cuando descubrimos algo fuera de  “las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo”, el consejo es: “apártate de los tales”.  ¡Justo lo contrario a lo que enseñan hoy los apostatas y herejes, quienes insisten en que la doctrina divide!  ¿Qué significa... apartarse?

  • ¿Acaso no es división?  ¿Desde cuándo todas las divisiones son malas? 
  • ¿Acaso no nos apartamos de los lugares peligrosos en algunos barrios de nuestras ciudades?
  • ¿Acaso no nos apartamos de alimentos que sabemos que son dañinos para nuestra salud? 
  • ¿Acaso no enseñamos a nuestros hijos para que se aparten de las malas amistades?
  • ¿Acaso no nos apartamos de los engañadores, tramposos, mentirosos, estafadores y tantos otros que podrían influir negativamente en nosotros y llevarnos a la ruina material y física?  ¿Cuánto más cuando se trata de las enseñanzas (doctrinas) bíblicas cuando éstas son torcidas, burladas, corrompidas, tergiversadas y pisoteadas? 

      ¿Por qué no hacer lo mismo cuando la Palabra de Dios es alterada, nos la ocultan o abiertamente enseñan como doctrina los inventos de hombres corruptos cuya misión es confundir, pervertir y enviar al infierno a cuantos caigan en sus redes?

      Tan serio es este asunto que podemos fácilmente caer en el pecado y estar “blasfemando el nombre de Dios y la doctrina”:  “Todos los que están bajo el yugo de esclavitud, tengan a sus amos por dignos de todo honor, para que no sea blasfemado el nombre de Dios y la doctrina” (1 Timoteo 6:1).

      La sana doctrina viene acompañada de virtudes que no se consiguen en ningún otro lugar: “Pero tú has seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia, persecuciones, padecimientos, como los que me sobrevinieron en Antioquía, en Iconio, en Listra; persecuciones que he sufrido, y de todas me ha librado el Señor” (2 Timoteo 3:10, 11).

NOTEMOS LO QUE PABLO DICE QUE LA SANA DOCTRINA PUEDE PRODUCIR:

  • Conducta… 
  • Propósito…
  • Fe, longanimidad (constancia de ánimo en las adversidades)… 
  • Amor, paciencia…
  • Persecuciones y padecimientos.

       Pablo pudo mantenerse firme en todas las adversidades porque estaba fundamentado en la sana doctrina de Cristo.

      Esto significa que cuando nos están metiendo en la cabeza doctrinas falsas, es para quitarnos toda defensa que el Señor nos da en las adversidades, como ser, las tentaciones, las dudas, los temores y hasta la misma depresión en la cual caen cada vez más y más cristianos.

      Los cristianos seremos juzgados en base a la doctrina que aceptamos y propagamos: “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina” (2 Timoteo 4:1, 2).

      Se nos advierte que una de las características del desprecio de la sana doctrina corresponde a los “tiempos cuando no sufrirán la sana doctrina”: “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias” (2 Timoteo 4:3).

      A nosotros, a todos cuantos enseñamos, debemos saber que la cuestión no es hablar por hablar.  La gente escucha y cree lo que decimos y enseñamos: “Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina” (Tito 2:1).

      Hay muchas doctrinas falsas y nosotros NO debemos dejarnos arrastrar por ninguna de ellas: “No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas” (Hebreos 13:9a).

      Es tan seria la cuestión doctrina que la Biblia nos enseña que debemos impedir que alguien venga a nuestra casa con cualquiera de esas doctrinas falsas: “Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo.  Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido!” (2 Juan 9,10).

      ¿Todavía cree usted que la doctrina no tiene importancia, solamente el amor?

      ¿Es posible amar de verdad al prójimo y al mismo tiempo envenenar su alma con doctrinas falsas?  Si no hay doctrina bíblica, es porque impera la antibíblica, satánica, diabólica.  No hay neutralidad.

      Los que enseñamos la Sana doctrina somos un… David frente a Goliat…

      Somos un Elías frente a los 850 profetas falsos a quienes no les importaba nada la sana doctrina.

¿QUÉ APRENDEMOS DE DAVID - GOLIAT? (1 Samuel 17:1-8)...

                  “Los filisteos juntaron sus ejércitos para la guerra, y se congregaron en Soco, que es de Judá, y acamparon entre Soco y Azeca, en Efes-damim.  También Saúl y los hombres de Israel se juntaron, y acamparon en el valle de Ela, y se pusieron en orden de batalla contra los filisteos.  Y los filisteos estaban sobre un monte a un lado, e Israel estaba sobre otro monte al otro lado, y el valle entre ellos.  Salió entonces del campamento de los filisteos un paladín, el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenía de altura seis codos y un palmo.  Y traía un casco de bronce en su cabeza, y llevaba una cota de malla; y era el peso de la cota cinco mil siclos de bronce.  Sobre sus piernas traía grebas de bronce, y jabalina de bronce entre sus hombros.  El asta de su lanza era como un rodillo de telar, y tenía el hierro de su lanza seiscientos siclos de hierro; e iba su escudero delante de él.  Y se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla?  ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl?  Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí” (1 Samuel 17:1-8).

      Para poder entender mejor el peso de la armadura de Goliat, debemos recurrir a una traducción sencilla (paráfrasis Capítulo 17:4-10):

                  «Entonces Goliat, campeón filisteo de Gat, salió de las filas filisteas y desafió a las fuerzas de Israel.  Era un gigante de casi tres metros de alto.  Usaba un yelmo de bronce, una cota de malla de unos sesenta kilos, grebas de bronce para las piernas, y una jabalina de bronce de varios centímetros de espesor, en cuyo extremo había una punta de lanza de hierro de más de siete kilos.  Y su escudero llevaba un gran escudo delante de él.  Goliat se paró y gritó para que lo oyeran los israelitas: - ¿Necesitan todo un ejército para solucionar esto?  Yo represento a los filisteos.  Escojan a  alguien que los represente y decidiremos la batalla en un combate singular.  Si el israelita puede matarme nosotros seremos esclavos de ustedes.  Pero si yo lo mato, ustedes serán nuestros esclavos.  Desafío a los ejércitos de Israel.  Envíen un hombre que pelee conmigo» (1 Samuel 17:4-17, paráfrasis).

      Debemos notar también que Saúl quería que David vistiera el uniforme de los combatientes y tuviera las armas necesarias.  Pero cuando David comenzó a caminar vestido así, le dijo que le era muy incómodo y prefirió llevar consigo solamente esa onda: “Dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud.  David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba.  Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente” (1 Samuel 17:33-36).

      ¿Cuál fue el resultado de este encuentro entre David y Goliat? (vs. 44-51)…

        “Dijo luego el filisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo.  Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.  Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel.  Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos.  Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo.  Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra.  Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano.  Entonces corrió David y se puso sobre el filisteo; y tomando la espada de él y sacándola de su vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza.  Y cuando los filisteos vieron a su paladín muerto, huyeron” (1 Samuel 17:44-51).

¿Qué aprendemos de todo esto?

  • La diferencia, desde el punto de vista humano, entre David y Goliat era muy grande. 
  • La posibilidad de David para ganar, era nula.
  • La diferencia entre el número que colman los grandes auditorios de cristianos liberales y el dinero que manejan es inmensa, si se los compara con un grupito de cristianos en una pequeña capilla o un modesto templo.

       Los innumerables grupos de cristianos liberales parecen llevar la delantera porque están bien armados.  Mucho dinero.  Muchos seguidores. Mucha comodidad.  Mucho conocimiento.  Mucha influencia.  Mucho crecimiento.  Mucha organización.  Mucha estrategia.  Mucho por televisión, radio, impresos, retiros y causa común con reconocidas figuras de todo tipo de corriente religiosa.

      David dijo que prefería tener a un solo ALIADO  (1 Samuel 17:45-47):

                          “Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.  Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel.  Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos” (1 Samuel 17:45-47).

      Tenía David toda la razón.  Así como “Jehová no salva con espada y con lanza”: “Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos” (v. 47).

      Debemos aprender que la obra del Señor no depende de los hombres, sino del mismo Señor.

      David rechazó el uniforme que Saúl le ofreció, porque tantas armas humanas le impedían el movimiento libre.

      Todas las corrientes religiosas modernas exigen una serie de técnicas y métodos a tal grado que caen en abominaciones del budismo, misticismo y un desenfrenado liberalismo.  Se enseña evitar por todos los medios la sana doctrina, cargando con las armas humanas filosofías centradas en el humanismo y el misticismo.  Que el cristo cósmico, que el G12, que la cuarta dimensión que el poder de la palabra, que la semilla de la fe, que la inmortalidad condicional y aniquilación, que el regreso al Vaticano, que la inclusividad y toda una tonelada de métodos y prácticas paganas.

      ¿De qué se vistió David? (v.45):

      “Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado” (v. 45).

      ¿Cuál es el uniforme que debemos vestir los cristianos?:

 “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.  Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.  Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.  Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.  Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:10, 11, 14-18).

LA MINORÍA Y EL EJEMPLO DE ELÍAS

      Nunca los fieles a Dios eran mayoría.

      En el caso de David y Goliat, por lo visto el único que creía que Dios intervendría y derrotaría a Goliat, eran el joven David.

      En los días del corrupto rey Acab, Elías era considerado como quien, turbaba a Israel, el que perturbaba la paz y la convivencia de la Nación: “Cuando Acab vio a Elías, le dijo: ¿Eres tú el que turbas a Israel?” (1 Reyes 18:17).

      Este no es el mejor y más placentero encuentro entre un profeta de Dios y el rey.

      La respuesta del profeta fue clara y tajante.  No había nada de diplomacia ni rodeos, como diciendo... “bueno, hay que decir la verdad, pero uno debe saber cómo decir esa verdad”.

      Cuando Acab lo acusó de que él era quien turbaba a la nación, al momento Elías respondió: “Yo no he turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos de Jehová, y siguiendo a los baales”.

      Necesitamos hoy de estos hombres, que digan toda la verdad...

      ¿Por qué no lo hacen?  Porque nada tienen que ver con el verdadero cristianismo y el verdadero evangelio.

      Hoy tenemos a muchos “líderes cristianos” aliados de Acab y su esposa Jezabel.

      Los llamados “ministros del Evangelio y siervos de Dios”, en su mayoría son ministros del engaño y siervos de la apostasía.

      Elías desafía a Acab y le solicita congregar a todo Israel y a los 450 profetas de Baal y los cuatrocientos profetas de Asera, quienes eran subvencionados por los fondos del Estado: “Envía, pues, ahora y congrégame a todo Israel en el monte Carmelo, y los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, y los cuatrocientos profetas de Asera, que comen de la mesa de Jezabel” (1 Reyes 18:19).

      Aquí tenemos a 850 profetas falsos en contra de un profeta de Dios, llamado Elías.

      Vamos ahora al Monte Carmelo donde veremos una gran multitud, para demostrar públicamente cuál es el verdadero Dios y quién tenía la razón.  Si los justos eran los 850 o si lo era el único profeta de Dios, Elías (1 Reyes 18).

      ¿Con qué nos encontramos en el Carmelo?

      Un cuadro tragicómico.  Cómico porque un pueblo que conocía llegó a aceptar un desafío que a todas luces estaba destinado a perder.

      Trágico porque en ese encuentro fueron degollados nada menos que 850 profetas falsos en el mismo lugar donde se descubrió su engaño.

ARREGLO PARA VER QUIÉN VA PRIMERO

      Elías propone que los falsos profetas invoquen primero a sus dioses, porque ellos eran mayoría: “Dénsenos, pues, dos bueyes, y escojan ellos uno, y córtenlo en pedazos, y pónganlo sobre leña, pero no pongan fuego debajo; y yo prepararé el otro buey, y lo pondré sobre leña, y ningún fuego pondré debajo.  Invocad luego vosotros el nombre de vuestros dioses, y yo invocaré el nombre de Jehová; y el Dios que respondiere por medio de fuego, ése sea Dios.  Y todo el pueblo respondió, diciendo: Bien dicho.  Entonces Elías dijo a los profetas de Baal: Escogeos un buey, y preparadlo vosotros primero, pues que sois los más; e invocad el nombre de vuestros dioses, mas no pongáis fuego debajo” (1 Reyes 18:23-25).

      La condición era que los falsos escogieran el mejor buey...

      Luego el profeta de Dios escogería el que quedaba...

      Estaba completamente prohibido colocar fuego, porque éste debía provenir de Dios.

      Los testigos era el pueblo allí presente, y dice... “Y todo el pueblo respondió, diciendo: Bien dicho”.

      Comenzó el clamor de los falsos profetas, quienes gritaban y danzaban alrededor del sacrificio en el altar que prepararon para sus dioses.

      Gritaban en voz alta, rezaban... “¡Baal, respóndenos!”

      Esta era una oración ecuménica, porque estaban todos los falsos cristianos, pero el ausente en esta... “vigilia de oración” era Elías.

      Creo que Elías, mirando todo eso y escuchando el griterío, y a los sacerdotes falsos saltando, tal vez tomados de las manos alrededor de su altar, por un lado les tuvo lástima y por el otro, le pareció tan absurdo clamar a un dios inexistente para que enviara fuego y quemara el sacrificio.

      Es fácil imaginar la escena: Los sacerdotes danzando y clamando, los presentes aplaudiendo y levantando las manos, dando gritos y llamando ¡Baal, Baal!, aplaudiendo y dando saltos, mezclado todo esto con la “carcajada sagrada” y reprendiendo a espíritus que pudieran interferir en la respuesta.

LLEGÓ EL MEDIODÍA Y BAAL NO LES HACÍA CASO... (vs. 26, 27)…

                                      “Y ellos tomaron el buey que les fue dado y lo prepararon, e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: ¡Baal, respóndenos!  Pero no había voz, ni quien respondiese; entre tanto, ellos andaban saltando cerca del altar que habían hecho.  Y aconteció al mediodía, que Elías se burlaba de ellos, diciendo: Gritad en alta voz, porque dios es; quizá está meditando, o tiene algún trabajo, o va de camino; tal vez duerme, y hay que despertarle” (vs. 26, 27).

   Elías comenzó a burlarse de ellos:

 “Y aconteció al mediodía, que Elías se burlaba de ellos, diciendo: Gritad en alta voz, porque dios es; quizá está meditando, o tiene algún trabajo, o va de camino; tal vez duerme, y hay que despertarle.  Y ellos clamaban a grandes voces, y se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos” (vs. 27, 28).

      ¡Cuánto fervor en la oración!

      ¡Cuán numerosa la asistencia  a esta reunión de oración!

      ¡Cuán conmovedor este encuentro!  Pero no hubo respuesta.  Completo silencio.

      Si todo hubiese terminado aquí, la gente diría... “Elías, el llanero solitario no tuvo concurrencia.  Nosotros éramos como un mar de gente y con 850 reverendos.  Pero Elías estaba completamente solo…”  Así son los bíblicos fundamentales...no se dan cuenta de que están quedando solos... se creen los únicos que tienen la razón...

      Dirían... Nosotros sí que tenemos el espíritu, tenemos un gran entusiasmo, acudimos al lugar que se nos invite y allí estamos todos... la unión hace la fuerza.

      El viejo Elías por lo visto no se da cuenta de que estos son otros tiempos…ya no estamos en los días cuando Israel salió de Egipto y caminó 40 años por el desierto hasta llegar a Canaán.

      No tenemos que ser tan exclusivos.  Es tiempo de ser más y más inclusivos, a fin de confraternizar con los seguidores de Baal Asera...

AHORA ELÍAS TIENE SU TURNO  (1 Reyes 18:30-40)…

                                                 “Entonces dijo Elías a todo el pueblo: Acercaos a mí.  Y todo el pueblo se le acercó; y él arregló el altar de Jehová que estaba arruinado.  Y tomando Elías doce piedras, conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob, al cual había sido dada palabra de Jehová diciendo, Israel será tu nombre, edificó con las piedras un altar en el nombre de Jehová; después hizo una zanja alrededor del altar, en que cupieran dos medidas de grano.  Preparó luego la leña, y cortó el buey en pedazos, y lo puso sobre la leña.  Y dijo: Llenad cuatro cántaros de agua, y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña.  Y dijo: Hacedlo otra vez; y otra vez lo hicieron. Dijo aún: Hacedlo la tercera vez; y lo hicieron la tercera vez, 35 de manera que el agua corría alrededor del altar, y también se había llenado de agua la zanja.  Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas.  Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos.  Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja.  Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!  Entonces Elías les dijo: Prended a los profetas de Baal, para que no escape ninguno.  Y ellos los prendieron; y los llevó Elías al arroyo de Cisón, y allí los degolló” (1 Reyes 18:30-40).

  • Elías invita al pueblo... “acercaos a mí”.  Sin duda para que verificaran que no haría ningún truco. 
  • Tomó doce piedras y edificó un sencillo altar…
  • Hizo una zanja alrededor, del tamaño como para que cupieran 16 litros de semillas. 
  • Preparó la leña, cortó el buey en pedazos y lo puso sobre la leña…
  • Luego mandó a algunos diciendo: Llenad cuatro cántaros de agua, y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña.  Esto lo mandó hacer hasta tres veces. 

      El agua corría alrededor “y también se había llenado de agua la zanja”.

LLEGÓ LA HORA DE OFRECER EL SACRIFICIO (1 Reyes 18:36, 37)…

                                             “Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas.  Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos” (1 Reyes 18:36, 37).

  • La oración de Elías difiere mucho de la de los 850 falsos profetas… 
  • En primer lugar, él era uno solo.
  • En segundo lugar, él no trató de “despertarle a Dios”… 
  • En tercer lugar era una oración intercesora… “Sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel (no Baal ni Asera), y que yo soy tu siervo (no los 850), y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas”.
  • Hasta aquí, la oración de Elías era más horizontal que vertical.  Sabía que Dios respondería, pero deseaba que ese pueblo (no los falsos profetas) supieran cuál era el verdadero Dios. 
  • El versículo 37 es su oración y consta de sólo 25 palabras... (v.37)...

                           “Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos” (v.37).

¿CUÁL FUE EL RESULTADO RESPECTIVAMENTE?  (vs. 38-40)

      En la oración de Elías, ocurrieron dos cosas:

1.   El fuego cayó del cielo, “consumió el holocausto, la leña, las piedras, el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja”.

2.   En segundo lugar, todo el pueblo reconoció al Dios verdadero, y gritaron...

      “¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!”
      Aquí tenemos una verdadera conversión...
      ¿Qué pasó con los profetas falsos?
      “Y los llevó Elías, al arroyo de Cisón, y allí los degolló”

      Aquí tenemos la presencia de la religión falsa, profetas falsos, dioses falsos, doctrinas falsas, guías falsos, oraciones falsas y el resultado es muerte masiva de los mismos líderes, que eran los culpables de la apostasía de aquellos días.

¿QUÉ TENÍA ELÍAS QUE NOSOTROS NO TENEMOS? ¡Nada..!  (Santiago 5:17, 18)...

                            “Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses.  Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto” (Santiago 5:17, 18).

      Lo que llama la atención es que Elías era igual que nosotros (el caso de la sequía por tres años y seis meses se registra en 1 Reyes 17.

¿QUÉ APRENDEMOS DE TODO ESTO?

  • Tanto en la Nación de Israel como en la Iglesia ahora, son muchos los fieles a Dios, pero no son líderes.  Elías creía que él era el único que quedaba permaneciendo fiel a Dios, pero Dios le dijo que sus registros (los de Dios) indicaban otra cosa: “Él respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.  Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron” (1 Reyes 19:14, 18).

       Pablo, escribiendo a los Romanos destaca el caso de Elías y cómo Dios siempre tuvo un remanente en Israel que le era fiel: “Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo?  En ninguna manera.  Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín.  No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció.  ¿O no sabéis qué dice de Elías la Escritura, cómo invoca a Dios contra Israel, diciendo: Señor, a tus profetas han dado muerte, y tus altares han derribado; y sólo yo he quedado, y procuran matarme?  Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal.  Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia” (Romanos 11:1-5).

  • Aprendemos también que en medio de la apostasía, la fe de los Verdaderos hombres de Dios se fortalece. 
  • Nos enseña que si de números se trata, los falsos líderes superan muy lejos a los que son fíeles a las enseñanzas bíblicas.
  • Aprendemos también que el fin de unos y otros es muy diferente.  No es lo mismo presenciar el poder de Dios y darle gloria por ser él, el verdadero Dios, que ser degollados masivamente...
  • Aprendemos también que los falsos maestros y líderes están bien organizados, tienen mucho entusiasmo  y tienen a muchos seguidores.  En contraste, los hombres como Elías son muy pocos y muchas veces se sienten desalentados, deseosos de partir y estar con Cristo.
  • Aprendemos también que, para evitar que la insignificante minoría de quienes desean permanecer fieles sea debidamente instruida en la sana doctrina bíblica.

      Los... “Elías” de hoy deben insistir en la sana doctrina…

      Son varias las doctrinas fundamentales que los cristianos deben conocer y es deber de los pastores y todos cuantos están al frente de una congregación, inmunizarlos contra los ataques de los daños teológicos que sufrirían sin esa enseñanza.

  •  Aprendemos también que el Señor NO necesita de muchos para hacer mucho. Que si no son muchos los que oran, no importa tanto.  Lo que importa es que los... “dos o tres reunidos en Su nombre”, sean fieles a Sus enseñanzas.
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