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El deterioro moral de la humanidad

  • Fecha de publicación: Martes, 16 Abril 2013, 04:18 horas

En marzo del 2010, los medios noticiosos dieron a conocer por medio de la radio, prensa escrita y televisión, la noticia de que el famoso cantante y actor de Puerto Rico, Ricky Martin, proclamaba abiertamente su homosexualidad. 

En la conclusión de su carta decía: «Hoy acepto mi homosexualidad como un regalo que me da la vida.  ¡Me siento bendecido de ser quien soy!».  Como respuesta, todos lo alabaron y su popularidad se elevó como una pompa de jabón.

Pero él no ha sido el único, sino que en esta sociedad, el ser homosexual, lesbiana, transexual, bisexual o practicar cualquier aberración o perversidad, es un signo de distinción, algo que convierte a la persona en alguien especial, digna de admiración.  ¡Ese es el mundo en que vivimos!

En 1991, la leyenda norteamericana de los deportes, Magic Johnson, reveló que tenía SIDA, y como circulaban rumores que era bisexual, cuando fue confrontado en la televisión nacional acerca de estos rumores, en lugar de simplemente negarlo, comenzó a alardear de lo macho que era, ¡y de cómo había estado en la cama con seis mujeres simultáneamente!  Lejos de ser criticado por su desvergüenza el entonces presidente de Estados Unidos, George Bush padre, lo nombró como delegado de la comisión nacional contra el SIDA.

Esto a que me he referido es sólo un ejemplo de la corrupción que reina en este mundo.  Pero... ¿Cuál es el punto en todo esto?  Que la humanidad se ha sumergido en un abismo profundo de inmoralidad.  Y que la decadencia ha llegado a un punto en que las palabras del profeta Jeremías retumban como un trueno: “¿Se han avergonzado de haber hecho abominación?  Ciertamente no se han avergonzado, ni aun saben tener vergüenza; por tanto, caerán entre los que caigan; cuando los castigue caerán, dice Jehová” (Jer. 6:15).  El descenso en espiral ha sido rápido.  Permítame mencionarle una breve estadística como un ejemplo.  Cuando nací en 1934...

•   Los abortistas eran considerados la escoria de la sociedad y eran enviados a prisión.
•   Los homosexuales y las lesbianas todavía estaban en el clóset y se les consideraba como personas raras e indeseables.
•   Nadie hablaba entonces de los transexuales y los transgéneros.
•   El embarazo fuera del vínculo del matrimonio era algo escandaloso, y el vivir en unión libre sin estar casados, algo inconcebible.
•   Las drogas eran algo que usted compraba en la farmacia o en la droguería, y eran vitaminas o remedio para alguna enfermedad.
•   El alcoholismo era considerado pecado, no una enfermedad.
•   La música popular estaba libre de ritmo y palabras demoníacas.
•   En las películas no exhibían desnudos, escenas apasionadas de amor, violencia gráfica, ni lenguaje obsceno.
•   Las prostitutas eran consideradas como mujeres que vendían sus favores sexuales por dinero, capaces de transmitir enfermedades infecto contagiosas, a las cuales se debía evitar.  Hoy se les llama sexo-servidoras y sus vidas licenciosas son publicadas en revistas y exhibidas por la televisión.
•   La religión oriental, todavía estaba en el oriente.
No existía la influencia corrupta de la televisión, mucho menos de internet.
•   La pornografía era algo que circulaba clandestinamente, y muchísimas cosas más.
Mientras que en Estados Unidos...
•   Los estudiantes oraban en las escuelas públicas, leían la Biblia y todavía se enseñaba la creación como una alternativa a la evolución.
•   Los graduados de escuela secundaria podían leer sus diplomas.
•   Los Diez Mandamientos eran todavía legales.
•   Los gobernantes - locales y estatales de la nación, promovían los valores judeo cristianos, en lugar de promover loterías, carreras de caballos y los juegos al azar en casinos.
•   Los gobernantes impartían justicia, no andaban defendiendo los derechos de los homosexuales y lesbianas.
•   La enseñanza cristiana estaba centrada en el sacrificio del Señor Jesucristo, no en el éxito materialista de hoy.
•   Se respetaba a las autoridades gubernamentales y la policía era tenida en alta estima.
•   Las casas y los autos nunca se cerraban con llave.
•   El Seguro Social era una oficina de trabajo, y vivir del dinero del gobierno era considerado una desgracia.
•   Las personas hablaban correctamente.
•   Prevalecía la educación y las mujeres eran tratadas con dignidad y respeto.
Y todo esto a que me estoy refiriendo no era en la iglesia, sino dentro del mundo secular.  Sin embargo el cambio que ha experimentado la iglesia de Jesucristo ha sido aún más brutal, y sobre esto ya me he referido en otros mensajes de Profecía Bíblica.

Cosechando lo que hemos sembrado

     Al mirar retrospectivamente a la década de 1960, la propaganda de los cigarrillos Virginia Slims, en ese entonces, parece resumir todo muy bien, decía: «¡Hemos recorrido un largo camino, nena!».  Y ciertamente así ha sido.  Hemos recorrido un largo camino, desgraciadamente en la dirección equivocada.

•   Hoy se asesinan miles de niños que aún no han nacido cada día, y todo en nombre «del derecho de la mujer sobre su propio cuerpo».
•   Anualmente se gasta más dinero en vicios y juegos, que lo que se invierte en comida.
•   Somos bombardeados y saturados con pornografía en libros, televisión, películas e internet, etc.
•   Los estadounidenses consumen el 65% de todas las drogas ilegales en el mundo, a pesar de que sólo constituyen el 5% de la población mundial.
•   Unos cinco millones de personas mueren cada año por causa de drogas como heroína, cocaína y similares, eso sin contar el alcohol, cigarrillo y otras.
•   Nuestras familias están siendo destruidas por una epidemia de violencia intrafamiliar, abuso de los niños y divorcio.
•   Las prisiones están colmadas, debido a los millones que quebrantan la ley y el orden.
•   Las ciudades son junglas de violencia en donde las personas no se atreven a salir durante la noche.
•   Los hogares se han convertido en fortalezas, con rejas en las ventanas y puertas, armas de fuego en los gabinetes y sistemas de seguridad electrónica para monitorear los alrededores de la casa.
•   Las escuelas están colmadas con drogas, rebelión y violencia.
•   Los cuerpos gobernantes están saturados de corrupción.
•   Las iglesias son espiritualmente apáticas y completamente mundanas.
•   La industria del entretenimiento se ha convertido en proveedora de violencia e inmoralidad, conforme exportan sus productos al mundo entero y sirve como contaminadora moral de la humanidad.

Lo mejor forma que me viene a la mente para resumir la decadencia de la sociedad norteamericana, es considerar los resultados de las encuestas llevadas a cabo en las escuelas públicas.  Esta encuesta fue realizada por el Departamento de Policía de Fullerton, en conjunción con el Departamento de Educación de California.  El propósito fue determinar el principal problema disciplinario en las escuelas.  El cuadro comparativo que voy a mencionarle habla por sí solo.

Principales problemas disciplinarios en las escuelas públicas

A mediados de la década de 1940

En el año 2012

Hablar demasiado en las aulas de clase

Abuso con las drogas

Masticar chicle

Abuso con el alcohol

Hacer ruido

Embarazos

Correr por los pasillos

Suicidios

No hacer las filas correctamente

Violaciones

Llevar ropa inapropiada

Robos

No depositar los papeles en las papeleras

Asalto

Tirar papeles en contra de otros estudiantes

Agredir físicamente y hasta asesinar a otros

Interrumpir a los profesores

Asesinatos masivos de maestros y compañeros de clase

 

     En enero del 2010, la revista Time publicó unas estadísticas increíbles de la Asociación Nacional de Educación que pone de manifiesto el deterioro en el sistema educativo de Estados Unidos.  De acuerdo con esta organización...

•   200.000 estudiantes o más portan armas de fuego a las escuelas cada día.
•   380.000 dejan de asistir a clases por miedo a ser agredidos físicamente.
•   Más de cien son heridos o asesinados por arma blanca o armas de fuego.
•   Más de 10.000 maestros son amenazados con ataques físicos.
•   Más de 500 maestros son de hecho, asaltados físicamente.
•   ¡Y todo esto en una base diaria!

Este fue un comentario muy revelador que fue publicado recientemente en internet, acerca de lo que está ocurriendo entre la juventud de Estados Unidos.

«¡Qué concepto! - ¿Pero qué es lo que está ocurriendo con nuestros hijos hoy?  Veamos... Pienso que todo comenzó cuando Madalyn Murray O’Hare afirmó que no se debía orar en las escuelas públicas, y todos estuvieron de acuerdo.

     Luego alguien más dijo, que lo mejor era que no se permitiera la lectura de la Biblia e las escuelas, y las personas dijeron que sí.
     Después, la Corte Suprema determinó que no se podían poner más los Diez Mandamientos en las escuelas, porque eso podrían influenciar a los niños, y que tal cosa era una violación a la ‘separación de la iglesia y el estado’.  Y todos dijeron está bien.

     En 1946, el doctor Benjamin McLane Spock, un pediatra estadounidense que murió en 1998, publicó ‘El libro del sentido común del cuidado de bebés y niños’ el que constituyó uno de los mayores best-sellers de todos los tiempos.  A lo largo de sus primeros 52 años, este libro se convirtió en el segundo éxito de ventas, después de la Biblia.  Fue este mismo pediatra quien dijo, que no se les podía administrar corrección física a los niños cuando se portaban mal, porque eso deformaba la personalidad y dañaba la autoestima.  Y todos estuvieron de acuerdo con él.

     Luego dijeron que los maestros no debían disciplinar a los niños en las escuelas si eran desobedientes.  Y los docentes decidieron que era mejor no hacer nada contra los estudiantes, porque además de ser una mala publicidad para ellos, estaba el riesgo que los demandaran.

     Asimismo alguien sugirió que la mejor forma para acabar con los embarazos no deseados, era permitir que las niñas abortaran sin necesidad del permiso de los padres, y todos dijeron que sí.

     Entonces a otro se le ocurrió una idea mejor y dijo: ‘Mejor démosles condones a nuestros hijos, así podrán divertirse sin el riesgo de embarazo’, y todos declararon: ‘¡Qué gran idea!’.

     Y otro dijo: ‘No importa lo que los estudiantes hagan con sus cuerpos, mientras nosotros tengamos nuestros trabajos y la economía esté buena, ¡qué nos importa!».

Ahora, no se pregunte por qué los jóvenes en Estados Unidos no tienen conciencia, por qué no pueden diferenciar entre el bien y el mal, y por qué no les importa matar.  Si se pone a meditar un poco en esto, se dará cuenta que esto tiene que ver con el hecho que «Cada uno cosecha lo que siembra».

El rechazo a los Diez Mandamientos

     En 1980, en el caso de Stone contra Gramm, la Corte Suprema de Estados Unidos determinó que era inconstitucional poner los Diez Mandamientos en un cartel en las aulas de clase.  Piense por un instante, los mandamientos son el fundamento de la civilización occidental.  Todo el entero sistema legal occidental se basa en ellos.

Tal parece que este razonamiento de la corte fue sacado de la “Dimensión desconocida”.  La corte declaró que «si la exhibición de las copias de los diez mandamientos tenía algún efecto, esto induciría a los niños, a leerlos, meditar en ellos, venerarlos y obedecerlos».  La corte entonces determinó que los mandamientos no eran objetos permisibles.  ¡No asombra entonces que las escuelas se hayan convertido en junglas de violencia!

Entonces se decidió modernizar los mandamientos.  Un hombre llamado Ken Matto lo hizo, y su revisión refleja su valor actual.  Él le llama a su revisión «Los diez remplazos».

1.      “No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Ex. 20:3).  «Crearás dioses en la imagen del hombre para confirmar su divinidad y la evolución de su inteligencia.  Los dioses pueden crearse de acuerdo con la revelación personal».

2.     “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.  No te inclinarás a ellas, ni las honrarás...” (Ex. 20:4, 5a).  «Harás para ti, imágenes y símbolos de tus creencias.  Si la imagen es una vaca, una estrella de rock o un pentagrama de cinco puntas, eso está muy bien.  Todas las cosas son relativas en la evolución de las especies».

3.     “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano...” (Ex. 20:7a).  «Tomarás el nombre de Dios y de Jesús en vano.  Y como Jesús no es Dios, y Dios es como usted lo sienta en su corazón, bien puede ser él o ella».

4.     “Acuérdate del día de reposo para santificarlo” (Ex. 20:8).  «Profana el día de reposo, porque si trabajas en domingo recibes doble pago.  Además tu familia no tiene por qué estar en una iglesia colmada de hipócritas.  ¡Lo más importante es ganar dinero!».

5.     “Honra a tu padre y a tu madre...” (Ex. 20:12a).  «Deshonra a tu padre y a tu madre, ya que sólo sirven para sacarte de la cárcel o poner un techo sobre tu cabeza.  Lástima que no posean la sabiduría y el conocimiento que tú posees, ¡con sólo trece años!».

6.     “No matarás” (Ex. 20:13).  «Mata, si sientes la necesidad, ya que si lo haces se debe al odio reprimido que sientes, porque tus padres te disciplinaron injustamente».

7.     “No cometerás adulterio” (Ex. 20:14).  «Adultera, después de todo, tenemos libre albedrío y vivimos en una sociedad abierta, además, como la ciencia avanza cada día pronto se descubrirá una cura para el SIDA o para el herpes genital tipo dos».

8.     “No hurtarás” (Ex. 20:15).  «Roba cada vez que puedas, ¿acaso todo el mundo no lo hace?  Cuando estés en tu lugar de trabajo puedes robar tiempo, lápices, útiles y cualquier otra cosa que te mereces.  Después de todo, ¿no tuviste una niñez llena de privaciones, porque tu padre y tu madre se negaban a comprarte los pantalones de última moda de 90 dólares, con agujeros en la entrepierna y en las rodillas?».

9.     “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio” (Ex. 20:16).  «Hablarás falso testimonio.  Ya que en realidad no es mentira, sino que sólo deseas ser mejor.  Si una buena mentira en el momento adecuado te salva el pellejo, entonces, ¿por qué no hacerlo?».

10.   “No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo” (Ex. 20:17).  «Siempre codiciarás las cosas de tu vecino porque si lo superas, tu autoestima se disparará, y finalmente serás alguien especial.  Recuerda que tu orgullo y prestigio es lo más importante».

     La cosa más increíble es que en medio de toda esta depravación moral, los ciudadanos norteamericanos tienen la audacia de decir que Estados Unidos es una nación cristiana.

La realidad de todo el asunto, es que el mundo y la humanidad como un todo avanzan por un camino de decadencia, y se están preparando para recibir al Anticristo.  El comediante Steve Allen lo resumió muy bien en un comentario que hacía a menudo acerca de la industria del entretenimiento norteamericano.  Decía: «Tenemos una industria de entretenimiento integrada por bárbaros y vulgares».

El camino hacia la depravación

     Podemos encontrar un esbozo del curso que sigue la depravación, en los escritos del apóstol Pablo.  En el capítulo 1 de su epístola a los Romanos, él afirma que el camino hacia la destrucción de una nación comienza, cuando sus instituciones deciden cambiar la verdad por la injusticia, una acción que conlleva a las personas a adorar a la creación antes que al Creador.  “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad... Ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador...” (Ro. 1:18, 25a).

La década de 1960 demostró ser un tiempo decisivo para la humanidad, porque la revolución cultural en contra de Dios que la caracterizó, estaba arraigada en cosas que ocurrieron a principios del siglo XX.  Las dos más importantes, fueron las oleadas que arribaron a Estados Unidos desde Europa y de allí a América Latina, las que llegaron simultáneamente.

Una fue el Darwinismo con su ataque ateo al concepto de Dios, la que además cuestionó el origen y propósito del hombre.  El ser humano fue reducido a un simple animal, un producto de la casualidad al azar, sin un propósito particular.

El otro fue la Escuela Alemana de la Alta Crítica, la cual desafió la Biblia como la revelación infalible de Dios.  A partir de entonces comenzó a verse la Escritura como al hombre buscando a Dios, y por consiguiente fue considerada como un completo mito, leyenda y superstición.

El punto de vista cristiano de súbito quedó bajo ataque tanto fuera de la iglesia como dentro de ella.  La fe de muchos se hizo añicos.

Conforme la autoridad de la Palabra de Dios se fue debilitando, y el propósito del hombre dejó de tener sentido, el relativismo moral gradualmente fue ocupando el centro del escenario.  Las personas comenzaron a cuestionar los conceptos tradicionales del bien y del mal, y al igual que en el tiempo de los Jueces de Israel, empezaron a hacer lo que era correcto ante sus propios ojos.  Como dice Jueces 21:25: “En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía”.

Determinaron que lo que era bueno para uno, bien podía ser malo para el otro y viceversa.  Y que por consiguiente no había bueno ni malo.  Cada hombre se convirtió en un dios para sí mismo, capaz de decidir sus propios valores y ética, si es que los tenía.  Cualquiera que se atrevía a juzgar las acciones de otro, era declarado «intolerante».

Para la década de 1980, ya el mundo estaba llegando al punto a que se refiere Jueces 2:10b, que había “...otra generación que no conocía a Jehová...”  Se suprimió la verdad por la mentira, y se declaró que la evolución era la única teoría que debía enseñarse en las escuelas acerca de la vida y el origen del universo.

Después de esto, de súbito el gobierno norteamericano comenzó a promover activamente los juegos de azar, el aborto y la homosexualidad, las religiones orientales, y las filosofías místicas del movimiento de la Nueva Era que comenzaron a impregnar el cristianismo.

El día de la Tierra se convirtió en una celebración nacional.  Las personas se congregaron para adorar la «Madre Tierra», en lugar de adorar a Jehová Dios, quien creó el universo.  Se unieron de manos y empezaron a entonar el «Ummm» para sincronizarse con el ritmo de la «Madre Tierra».  Asimismo se dispusieron a celebrar su nueva religión abrazando a los árboles y acariciando a los salmones.

Millones de personas comenzaron a pagar miles de dólares para asistir a seminarios de auto-realización de diferentes clases.  Pero lo que todos tenían en común, era la enseñanza que Dios mora en cada uno de nosotros, y que debíamos aprender a liberar el “poder divino”.

Para la década de 1990, la humanidad había cumplido con otra profecía del apóstol Pablo acerca de los últimos días.  Ésta que dice: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos.  Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella...” (2 Ti. 3:1-5).

Note que esta profecía predice, que la sociedad de los últimos días amará tres cosas: a sí misma, el dinero y el placer.  El amor por sí mismo es el humanismo, la religión que impera en el mundo hoy.  El amor al dinero es el materialismo, el dios de la sociedad actual.

Finalmente, cuando la religión está centrada en el yo, el resultado siempre será un estilo de vida basado en el deseo del placer, lo cual es hedonismo.  No hay necesidad de decir que ese es el estilo de vida de la sociedad en este siglo XXI.

Pero como dice Gálatas 6:7 “Dios no puede ser burlado”.  El humanismo, el materialismo y el hedonismo, constituyen una combinación mortal.  Porque los tres reciben la misma paga: eso que los filósofos llaman nihilismo, la negación de toda creencia, lo cual es otra palabra para desesperación.
Vea una vez más lo que dice 2 Timoteo 3:1-5: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos.  Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella...”
El pasaje describe una sociedad que se lamenta en desesperación.  La descripción se asemeja a las noticias que vemos todos los días por televisión, colmadas de historias de maldicientes, jactanciosos y arrogantes que son ingratos e impíos.  Historias de jóvenes rebeldes y enemigos impetuosos de lo bueno.  Mientras somos constantemente bombardeados con las opiniones de esos que “profesan ser sabios”, pero que en realidad son tontos.  “Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.  Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos” (Ro. 1:22-24).

La disciplina de Dios para las naciones

     En la epístola a los Romanos, Pablo nos dice como trata el Creador con las personas en las naciones rebeldes.  Dice que “Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos” (Ro. 1:24).  En otras palabras, Dios se hace a un lado, baja su cerco de protección alrededor de la nación, y permite que el pecado se multiplique como un juicio en contra de ella.

La primera consecuencia de esta rebeldía fue la revolución sexual, tal como la que ocurrió en Estados Unidos en la década de 1960, sobre lo cual Pablo dice que deshonraron entre sí sus propios cuerpos.  El apóstol sigue diciendo, que si este juicio no produce arrepentimiento, Dios dará otro paso y reducirá su cerco de protección incluso mucho más.  En esta segunda etapa, entregará la nación “a pasiones vergonzosas”, como dice Romanos 1:26, que su juicio se manifestaría con la plaga de la homosexualidad.  Que se entregarán “...a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres...” (Ro. 1:26, 27).  Pablo incluso asegura, que después de eso recibirán “en sí mismos la retribución debida a su extravío”(Ro. 1:27b)Vemos entonces que la moderna epidemia del SIDA está claramente retratada como un juicio de Dios.

Pero esto tampoco es el final del proceso.  Una vez más, Pablo señala que si la sociedad persiste en su rebelión, Dios dará otro paso atrás y bajará la barrera de protección aún más, dándoles “una mente reprobada” (Ro. 1:28).  En este punto el apóstol declara que la sociedad será como la que se describe en el capítulo 3 de Segunda de Timoteo, y sobre la que también dice en Romanos 1:29-31: “Estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia”.

Él a continuación añade este aleccionador pensamiento: “...que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad” (Ro. 2:2).

Balanceándose al borde de la destrucción

     La humanidad ha llegado a la tercera y última etapa que conduce del juicio a la destrucción.  Dios ha determinado su juicio, después de haber sentenciado a Estados Unidos en un intento por llamarlo al arrepentimiento.  Juicios tales como un presidente musulmán enemigo declarado de Israel, la guerra de Vietnam, la del Golfo y la de Afganistán, la decadencia económica, las amenazas terroristas, la epidemia de drogas, la plaga del SIDA, la desintegración de las familias, los disturbios civiles, la violencia en las escuelas, y los desastres naturales.

La humanidad se niega a arrepentirse, ha decidido seguir su propio camino y hacer sus propias cosas.  Esta actitud se manifiesta en la proclamación increíble emitida por el presidente Bill Clinton en junio de 1999, cuando llamó a los estadounidenses a “celebrar” la homosexualidad.  Declaró el mes de junio de 1999 como el mes del Orgullo Gay y Lésbico.  El presidente Obama reanudó esta práctica al designar el mes de junio para celebrar la perversión sexual, aunque la amplió incluyendo en la comunidad de homosexuales y lesbianas a los bisexuales, transexuales y transgéneros.  ¿Y qué será lo siguiente?  ¿Será que en su próximo mandato proclamará el mes del orgullo por ser adúltero, prostituta o pedófilo?

Pero como los estadounidenses se negaron a arrepentirse, Dios tocó a otro de sus falsos dioses: al todopoderoso dólar que cada día está más devaluado.  Así que encontrándose este país al borde de una crisis, terminará por precipitarse en el colapso económico y finalmente su posición como principal potencia mundial, pasará a ser la de una nación más.

Dios derribó la Unión Soviética de la noche a la mañana, y puede hacer lo mismo con Estados Unidos o cualquier otra nación.  Cuando tocó a la Unión Soviética, era la mayor potencia militar en el mundo.  Pero todas sus armas nucleares y misiles no pudieron protegerla de la mano del Todopoderoso.  De un día para otro la Unión Soviética se sumió en un caos político y económico.

Clamando por el juicio

     La destrucción que sobrevendrá sobre Estados Unidos, será peor, ya que dice la Escritura en Lucas 12:48b “...Porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá”.  El pueblo ruso hasta cierto punto tiene excusa y puede decir: «No lo sabíamos».  Pero... ¿qué pueden decir los norteamericanos?  Esta nación ha sido bendecida como ninguna otra, además de Israel.  No sólo ha recibido bendiciones políticas y económicas, sino bendiciones espirituales con la saturación del evangelio.  Hay un promedio de cinco Biblias en cada hogar, se puede escuchar la predicación a través de la radio y uno que otro programa bueno por la televisión, además de abundancia de iglesias.  ¡Esta nación no tiene excusa delante de Dios!

La Biblia enseña que Jehová el Señor nunca derrama su ira sin advertencia.  Él ha estado advirtiendo a esta nación y al mundo por tres décadas, por medio de sus juicios y de predicadores fieles.  Ha levantado voces proféticas a través de su territorio para advertir a las personas del juicio que se avecina.

Sin embargo, los no regenerados han hecho mofa de estas advertencias considerándolas como “locura milenial”.  Lo que es más trágico, es que importantes “líderes cristianos” han respondido a todo esto con el ridículo.  Tal parece que muchos creyentes creen que Dios está sentado en su trono, envuelto con una bandera norteamericana y que nunca tocará a “su nación ungida”.  Es como si estuvieran convencidos que Él depende de la riqueza de influencia y tecnología de esta nación para propagar el evangelio en el mundo.

Un ejemplo bíblico de arrogancia nacional

     Esto ha ocurrido antes.  Cuando Dios estuvo listo para derramar su ira sobre el antiguo Judá, levantó a profetas como Miqueas y Jeremías para que le advirtieran al pueblo del juicio venidero. ¿Y cuál fue la respuesta?  “Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: Ponte a la puerta de la casa de Jehová, y proclama allí esta palabra, y di: Oíd palabra de Jehová, todo Judá, los que entráis por estas puertas para adorar a Jehová.  Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Mejorad vuestros caminos y vuestras obras, y os haré morar en este lugar.  No fiéis en palabras de mentira, diciendo: Templo de Jehová, templo de Jehová, templo de Jehová es este” (Jer. 7:1-4).
Los falsos profetas señalaron al templo del Señor y aseguraron que Dios nunca permitiría que ocurriera tal cosa.  Se sentían seguros, porque la gloria del Shekinah residía en su templo.  Esos falsos profetas eran como viento, argumentaron que Dios residía en su templo y en la nación donde estaba.  Pero como dijo Jeremías: “Antes los profetas serán como viento, porque no hay en ellos palabra; así se hará a ellos” (Jer. 5:13).  Es obvio que la actitud de ellos fue arrogante.

Lo mismo es en Estados Unidos hoy.  Son una nación arrogante, se consideran la “número uno”, y en su orgullo le han dado la espalda a Dios.  Como los judíos de los tiempos bíblicos, quieren las bendiciones del Señor, pero han rechazado al Señor de las bendiciones.

Un tipo bíblico de Estados Unidos

     El mejor tipo profético en la Biblia de esta nación es Judá.  Si usted quiere encontrar una descripción de Estados Unidos en la profecía, lea el capítulo 5 de Isaías y el 5 y 6 de Jeremías.  Esos dos profetas enumeran los pecados que motivaron que Dios destruyera a esa nación.  La triste realidad es que son los mismos que caracterizan a América hoy.

Isaías habla de la injusticia, la codicia, la búsqueda del placer, la blasfemia, la perversión moral, el orgullo intelectual, la intemperancia y la corrupción política.  En cuanto a la perversión moral, dice: “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Is. 5:20).  Y eso es precisamente lo que se hace hoy en Estados Unidos con respecto al aborto, la homosexualidad y el juego.  Isaías resume la raíz de la decadencia de su país y de Norteamérica, al afirmar: “...porque desecharon la ley de Jehová de los ejércitos, y abominaron la palabra del Santo de Israel” (Is. 5:24b).

Jeremías, quien escribió 75 años después, ya que Dios es muy paciente, enumeró los mismos pecados que todavía prevalecían en el territorio.  Pero añade unos nuevos en la lista: la inmoralidad y la corrupción religiosa.  Sus declaraciones son muy reveladoras:

•   “...Endurecieron sus rostros más que la piedra, no quisieron convertirse” (Jer. 5:3b).
•   “...Este pueblo tiene corazón falso y rebelde; se apartaron y se fueron” (Jer. 5:23).
•   “...Ciertamente no se han avergonzado, ni aun saben tener vergüenza; por tanto, caerán entre los que caigan; cuando los castigue caerán, dice Jehová” (Jer. 6:15b).

Dios destruyó a Judá.  Por lo tanto, ¿por qué va a tratar de manera diferente a su clon del día moderno?  “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (He. 13:8).  O tal como está declarado en Malaquías 3:6a: “Porque yo Jehová no cambio...”

Conforme el mundo entero se sume en un abismo moral, los ataques contra los cristianos aumentan.  Ya la sociedad considera a los cristianos evangélicos fundamentalistas como «fanáticos intolerantes», porque son los únicos que hablan hoy en día en nombre de la justicia.

Los medios de comunicación han declarado la temporada de caza en contra de los cristianos.  El cristianismo, la Biblia y Jesús son motivo abierto de burla en las películas, libros, programas de televisión y las artes.  Si se hicieran ataques similares en contra de los afro-americanos, los homosexuales, los musulmanes, o cualquier otro grupo, no sería tolerado.  Pero todo lo sagrado para los cristianos puede ser pisoteado.  No se puede eludir el hecho de que nos encontramos en medio de una guerra cultural, que las fuerzas del paganismo, el secularismo, el ateísmo y el humanismo han lanzado un ataque total contra los valores judeo-cristianos.

Yo estoy de acuerdo con esos que aseguran que el problema no son las armas de fuego, sino los corazones de las personas que necesitan ser cambiados.  Y Dios es el único que puede cambiar los corazones.  Fue por esa misma razón que el Señor Jesucristo dijo: “...De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Jn. 3:5).

Un criterio doble

     Conforme la guerra cultural se intensifica, la prensa practica un criterio doble para hacer sus juicios.  Por ejemplo, al informar sobre actos de violencia cometidos contra negros, homosexuales o musulmanes, los hechos son instantáneamente colocados en la categoría de «crímenes de odio».  Pero si se trata de actos violentos dirigidos específicamente contra los cristianos o los judíos, éstos son considerados «como hechos casuales de violencia».

En Estados Unidos, a nivel nacional, las personas están siendo objeto de discriminación para conseguir trabajo y en las promociones de empleo, simplemente por el hecho de ser cristianos, algo que habría sido impensable hace sólo unos pocos años atrás.  Las iglesias están siendo acosadas como nunca antes por los oficiales del gobierno a cargo de la zonificación.

La situación va a empeorar, en lugar de mejorar.  El Señor Jesucristo le dijo a sus discípulos, que el mundo los odiaría, así como lo odió a Él.  “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros.  Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece” (Jn. 15:18, 19).

El Señor también profetizó que en los últimos días, justo antes de su retorno, todos los creyentes verdaderos serían odiados y perseguidos por causa de su nombre.  “Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre” (Mt. 24:9).  La única razón para que todavía no se haya hecho evidente la persecución, es porque la gran mayoría en la iglesia nominal, está tan comprometida con el mundo, ¡qué sus enemigos no saben que son “cristianos”!

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