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Viviendo para Cristo en los días finales

  • Fecha de publicación: Sábado, 30 Diciembre 2017, 14:58 horas

El 2017 fue un año increíble en el que tuvieron cumplimiento grandes aniversarios: marcó el centenario del colapso del imperio otomano; los 50 años de la reunificación de Jerusalén; los 100 años de las apariciones de Fátima; el septuagésimo aniversario del Plan de Partición de Palestina; el aniversario número 3.500 del año del Jubileo establecido por el Creador y el quinto centenario de la Reforma Cristiana.  Fue también un año de grandes catástrofes: huracanes, terremotos, desastres naturales, incendios y asesinatos múltiples en todas partes del mundo.

Para Radio América y La Iglesia Bíblica Misionera también fue un año definitivo, ya que el día 26 de marzo partió a la presencia del Creador nuestro director y pastor José Holowaty.  Por la misericordia de Dios y el apoyo de tantos hermanos todavía seguimos predicando el mensaje del Evangelio, de la gracia salvadora que está a disposición de cualquiera que arrepentido de sus pecados implora el perdón de Dios y recibe a Jesucristo como su Señor y Salvador.

Simultáneamente la Iglesia Cristiana Evangélica también ha estado experimentando un cambio sin paralelo.  El número de personas que se identificaban como cristianos evangélicos ha disminuido especialmente en Estados Unidos y también en Centro y Sudamérica.  Según un estudio del Pew Research Forum, la población cristiana en ese país sufrió un sorprendente descenso del 8% entre los años 2007 al 2014 y en los últimos tres años este espiral ascendente continuó.

En la cultura popular, el cristianismo evangélico también se ha convertido en un objeto válido para la burla, incluso varios comentaristas en los diversos medios noticiosos, hicieron mofa de las víctimas de la masacre del tiroteo en el templo de la iglesia Sutherland Springs, de Texas, hecho ocurrido el 5 de noviembre del 2017, todo por la fe en Dios de esas personas.

Este descenso en la feligresía ha contribuido a cambiar paulatinamente las congregaciones en Estados Unidos y Centro y Sudamérica, en un esfuerzo de todas ellas por permanecer activas.

Mientras que algunos líderes religiosos culpan como responsables de la caída en la iglesia, a las demandas cada vez mayores sobre el tiempo de las personas, la variedad de actividades disponibles en los fines de semana, y a la cancelación de las “leyes azules” en Estados Unidos que obligaban el cierre de los negocios los domingos.

Joe Kovacs, editor ejecutivo de la World Net Daily, una agencia de noticias cristiana fundamentalista, autor de varios libros, sugiere que es cierto que hay algo de verdad en todo eso.  Sin embargo, argumenta que la verdadera fuente de estas distracciones que nos apartan de Dios, se debe a algo mucho más malévolo que la tecnología.

Dice el señor Kovacs: “Vivimos en un mundo colmado de distracciones, con ‘el dios de este mundo’, mejor conocido como Satanás el diablo, promoviendo innumerables actividades y atracciones que desvían la atención de las personas de la misma razón por la que existen, que los aparta del Dios que busca perfeccionar a los seres humanos y convertirlos en sus hijos, en descendientes literales suyos, tal como lo declara el Nuevo Testamento.  Satanás sabe que la humanidad se siente atraída por lo que ve, así que es muy fácil hacerla caer en su trampa para que pase su tiempo viendo deportes, televisión, películas, leyendo los comentarios en Facebook y los videos divertidos en Internet, en lugar de enfocarse en el Dios a quien no ve”.

“Mientras tanto en los últimos años se ha ido gestando un espíritu de la época, un espíritu de los tiempos en el que la gente se burla e impugna cualquier cosa que tenga que ver con el Dios de la Biblia.  Innumerables personas están influenciadas por esto, porque quieren hacer lo que es genial, lo que los haga popular y aceptables en una sociedad amante de los placeres.  Al parecer, aprender la gloriosa verdad sobre por qué todos estamos aquí y cómo podemos heredar la vida eterna no reviste ningún interés para la sociedad actual”.

El señor Kovacs sugiere que el descenso de la fe cristiana bien podría ser una señal de que se están estableciendo todas las condiciones para el regreso del Señor  Jesucristo.

Y prosigue diciendo: “Las Escrituras hablan sobre las condiciones que prevalecerán para el tiempo del regreso de Jesús, diciendo que habrá un alejamiento, o como lo traducen algunas versiones de la Biblia, una rebelión en contra Dios.  Esto implica que cuando tenga lugar el retorno del Señor, probablemente los creyentes cristianos se encontrarán  en un estado debilitado. La rebelión contra el Creador se ha ido gestando durante mucho tiempo, pero se intensificará a medida que se acerque la Segunda Venida”.

Tal como declara la Escritura: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad” (1 Timoteo 4:1-3).

“Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4:3, 4).

Joseph Farah, fundador de la World Net Daily y autor del libro publicado en inglés La restitución de todas las cosas: Israel, los cristianos y el fin de la edad, tiene otra idea con respecto a lo que está plagando la mayor parte de la iglesia organizada.

Él dice: “No es la iglesia.  El hecho de que las personas pertenezcan a una congregación o asistan a un templo, no es en absoluto la definición bíblica de la iglesia.  La Biblia la define como la asamblea del Cuerpo de Cristo.  Si usted rechaza las enseñanzas de Jesús, sus mandamientos, simplemente no es parte de ese cuerpo”.

¿Y eso qué significa? El Señor Jesucristo dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”(Juan 14:15).  Pero... ¿cuáles son esos mandamientos?  Son esos mismos que encontramos en la Biblia, porque sabemos que el Señor Jesucristo es el Verbo y el Creador de todas las cosas, tal como dice Juan 1:14, 3: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad...  Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.

Esto significa que Jesús es tanto el Dios del Antiguo Testamento como el del Nuevo.  Muchas personas, que se llaman a sí mismas cristianas simplemente no creen esto, o desconocen este hecho dado en la Escritura.  Nunca lo han escuchado en los sermones.  No lo han aprendido en los estudios bíblicos en la iglesia organizada.  Por lo tanto, tienden a creer que se trató de un cambio súbito y abrupto en los planes de Dios para la humanidad, en algún momento entre el Antiguo y Nuevo Testamentos.  Pero sencillamente no es así.  Dios no cambia su mente, sino que es el mismo ayer, hoy y para siempre.

El pastor Carl Gallups, quien examina la evidencia de las Escrituras para los últimos días en su nuevo libro publicado en inglés Cuando el León ruge, también le encuentra un significado profético al descenso del cristianismo evangélico en Estados Unidos y las Américas.

Y comenta: “Prácticamente ya estamos viviendo muy cerca de ese tiempo de apostasía, que se menciona en el Nuevo Testamento como uno de los indicadores proféticos de los últimos días antes del regreso del Señor Jesucristo.  No hay duda de que está teniendo lugar un gran descenso en el número de cristianos evangélicos en Estados Unidos.  Y cuando uno considera que ésta es la nación cristiana más grande que el mundo haya jamás conocido, el mensaje ominoso de este descenso se intensifica”.

Sin embargo, el señor Gallups argumenta que hay señales evidentes de un aumento en la fe en otras naciones alrededor del mundo. Dice: “Está documentado que un número récord de judíos está recibiendo a Jesucristo como su Mesías y Salvador.  También hay cientos de miles de musulmanes alrededor del mundo que creen en Cristo cada año.  En medio de estos dos increíbles fenómenos, se ha reportado que China bien podría llegar convertirse en la nación con el mayor número de cristianos en el planeta para el año 2030; y todo esto en medio de la alarmante persecución que están experimentando los creyentes cristianos en China”.

“Tal pareciera como si la profecía dual de que hablaron tantos maestros de la Biblia en el pasado: de que habría una gran apostasía en conjunción con un gran despertar espiritual, estuviera cumpliéndose ahora mismo, ¡en el lapso de nuestra vida!  Nosotros somos la primera generación en la historia que está siendo testigo de este increíble cumplimiento profético”.

El señor Gallups también observó, que el descenso del cristianismo evangélico en Estados Unidos no es igual en todas las denominaciones. Algunos norteamericanos protestantes evangélicos son más resistentes a desanimarse, aunque estudios recientes sugieren que incluso hasta los evangélicos están comenzando a experimentar un alejamiento en la fe.  Sin embargo, el descenso parece ser más drástico entre las principales denominaciones protestantes y los católicos.

Y añade el señor Gallups: “Muchas de las denominaciones antiguas y principales de los sistemas de fe protestante y católicos están adoptando muchas enseñanzas falsas, además de ser políticamente correctos y herejías abyectas.  Aquellos que verdaderamente pertenecen al Señor Jesucristo por medio del nuevo nacimiento están buscando el ancla de la sólida fe bíblica, y están encontrando esa solidaridad dentro de las filas de los evangélicos conservadores fundamentalistas”.

Por otra parte dice el señor Farah: “Gran parte de la iglesia ya no sabe lo que cree.  Hay mucha confusión sobre las doctrinas de la fe bíblica. Un gran número de cristianos profesantes no tienen idea de quién era realmente Jesús.  A menudo lo consideran como un amigo mágico, en lugar del Creador del universo, el Mesías, el Hijo de Dios, nuestro santo Redentor y juez”.

Jonathan Cahn, el maestro de las Escrituras de renombre internacional, rabino mesiánico y autor de varios libros de gran éxito como “El Presagio”, explica que el colapso real en el cristianismo ha ocurrido en las congregaciones liberales.  Y agrega: “El cristianismo liberal se ha alejado en muchos casos de su fundamento en la Palabra de Dios. Las iglesias evangélicas en general deben representar un cristianismo que se apega a la Biblia”.

“En muchos sentidos, es lo que esperaríamos.  Conforme la cultura estadounidense se aparta cada vez más de los caminos de Dios, tendrá lugar una polarización, con una parte de la cultura cada vez más anticristiana, y la otra parte haciéndose radicalmente cristiana.  Por lo tanto, un cristianismo que está menos basado en la Palabra de Dios y que puede considerarse como gris, es el primero en ver un declive”.

Los ataques en contra de los cristianos

La Biblia, la Palabra de Dios enseña claramente que en el fin de los tiempos la sociedad degenerará, llegando a ser tan malvada como lo fue en los primeros días: “Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:37-39).

El apóstol Pablo, hablando como un profeta, dijo que la sociedad descenderá a un pozo negro de inmoralidad, violencia y paganismo: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita” (2 Timoteo 3:1-5).  ¿No le parece que todas esas cosas ya están sucediendo ahora mismo?

Deberíamos estar profundamente preocupados por todos estos acontecimientos, no sólo porque tal como dijimos previamente, estamos siendo testigos de que Estados Unidos, el que fuera el bastión del cristianismo evangélico en el mundo, desde el año 2008 y bajo la administración del señor Obama, dio un giro de 180 grados y legalizó todo tipo de perversidades en esa nación, como parte de los derechos humanos, arrastrando en su locura y corrupción a la mayoría de países en América Latina, los que siempre tratan de imitar a los norteamericanos. 
Sin embargo, lo que más debe preocuparnos es que tanto el Señor Jesucristo como el apóstol Pablo profetizaron que cuando esto ocurriera, la Iglesia verdadera sería atacada en forma implacable y los cristianos individualmente serían perseguidos.  Jesús dijo, que “por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:12).  Declarando que en medio de esa atmósfera hostil, muchos cristianos profesantes “... tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán” (Mateo 24:10).   Pablo indica lo mismo cuando dice que los seres humanos serán amadores de sí mismos... aborrecedores de lo bueno”, por lo tanto serán brutales y denigrarán a los que defienden la justicia.


Nosotros estamos viendo estas profecías hacerse realidad hoy ante nuestros propios ojos, tanto en Estados Unidos como en todo el mundo.   Conforme nuestra cultura se seculariza y paganiza, el cristianismo fundamentalista y su Iglesia se ven cada día vez más atacados como “fanáticos intolerantes”.  Los ataques van a intensificarse, y será cada vez más difícil defender la rectitud. Las personas en Estados Unidos ya pierden sus trabajos, ven sus carreras destruidas y van a prisión, sólo por hablar contra males como la homosexualidad, porque tales pronunciamientos son etiquetados como “crímenes de odio”.  En ese país, las personas son despedidas de sus empleos, llevadas a corte, multadas y hasta puestas en prisión por sólo mirar con desagrado a una pareja homosexual  que hace exhibiciones públicas de su condición.

¿Qué deben hacer esos creyentes que aman a Jesús y están enfrentando una ola creciente de ridículo, hostigamiento y persecución por su fe? ¿Cómo viviremos para Cristo en estos últimos días?  Permítannos sugerir algunas pautas.

1. Ponga en orden sus prioridades

El punto para comenzar es revisar sus prioridades y asegurarse que Dios es lo primero en su vida.  Sea honesto consigo mismo.  No busque excusas, ni se engañe a sí mismo.  La mayoría de los cristianos han permitido que sus prioridades se mezclen.  Por lo general, el trabajo o la carrera es lo primero, la familia lo segundo, y Dios lo tercero, incluso hasta lo cuarto, porque muchos anteponen su obsesión por los deportes o algo similar.

Hágase esta pregunta: si Dios le diera la oportunidad de hacer una petición, ¿cuál sería?  ¿Pediría dinero? ¿Poder?  ¿Fama?  ¿Éxito?  El rey Salomón inquirió por sabiduría, pero David clamó por algo diez mil veces más profundo: tener una relación íntima con el Creador, dijo: “Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo” (Salmo 27:4).

Debido a que puso a Dios primero, pudo decir en Salmo 27:1 que no le temía a la vida “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?”  Tampoco a la muerte: “Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes” (Salmo 27:13).  También es la razón por la cual dijo Dios de él en la Biblia: “... David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero” (Hechos 13:22).

2. Manténgase firme en la Palabra de Dios

La Biblia dice que los últimos días será un tiempo de engaño “Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos” (Mateo 24:24). “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Timoteo 4:1).

En cumplimiento de esta profecía, hoy estamos siendo bombardeados con sistemas religiosos falsos pero atractivos, ofrecidos entre otros, por la iglesia emergente, las sectas de la prosperidad, los calvinistas, el catolicismo, las religiones orientales y el Movimiento de la Nueva Era.  Muchos que fueron cristianos evangélicos han regresado al catolicismo, se han convertido en parte de esta ramera religiosa de los últimos días.

La gran mayoría de quienes profesaron ser cristianos y terminaron por sucumbir al engaño espiritual, lo hicieron porque el creyente promedio no está seguro de lo que cree.  Incluso cuando es capaz de articular una doctrina, generalmente no sabe por qué la cree. El resultado es que un testigo de Jehová o un mormón, puede convertirlo en cosa de días.

Cualquiera puede ser engañado.  Si usted quiere protegerse contra el engaño, debe leer su Biblia en una base diaria.  Además, debe probar todo por medio de la Palabra de Dios, tal como dijo el apóstol: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo” (1 Juan 4:1).  Para los católicos esto significaría descartar todas esas doctrinas que no tienen ninguna base en la Biblia.  Para los protestantes implica estar alerta a esas versiones bíblicas alteradas, o a la manipulación de versículos fuera de contexto.  En cada doctrina, es necesario examinar la Biblia desde Génesis hasta Apocalipsis para ver lo que dice sobre el tema en particular.

3. Crea en el poder de Dios

Estamos convencidos que la mayoría de quienes profesan ser cristianos son deístas. Un deísta es una persona que cree en un dios impersonal que nunca interviene en los asuntos humanos.  De acuerdo con el deísmo, se supone que debemos confrontar la razón que Dios nos dio y nuestros talentos, con la sabiduría de las Escrituras.  Los deístas creen que a finales del primer siglo, Dios se retiró, lo sobrenatural cesó y la era de los milagros llegó a su fin.

Sin embargo, las Escrituras enseñan que Dios nunca cambia.   Tal como dice Malaquías 3:6a: “Porque yo Jehová no cambio...”  Y el Nuevo Testamento declara específicamente en Hebreos 13:8, que “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”.
No hay manera que podamos hacerle frente al mal de la sociedad del tiempo del fin, con nuestra propia fuerza. Cualquiera que intente hacerlo será derrotado. Nuestra única esperanza es recurrir a un Dios que está vivo y bien, que está en el trono, que escucha la oración y responde a ella, y que todavía hace milagros.

Debemos darnos cuenta que la Biblia enseña que podemos limitar a Dios con nuestra incredulidad. Esta es una gran paradoja. Piénselo: Aunque el Creador es todopoderoso, tal como declara así Lucas 1:37: “Porque nada hay imposible para Dios”, no obstante nosotros en comparación, que somos impotentes, podemos limitar su poder por nuestra incredulidad.

Esto lo vemos claro en Marcos 6: 1-6, donde leemos: “Salió Jesús de allí y vino a su tierra, y le seguían sus discípulos. Y llegado el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se admiraban, y decían: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos? ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas?  Y se escandalizaban de él. Mas Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa. Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos. Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos.  Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando”.

Eso ocurre porque Dios no se impone sobre nosotros.  Si queremos tratar de enfrentar las cosas por nuestra propia cuenta, nos dejará.  Sólo responde cuando nos acercamos a Él con fe.  Como dice Santiago 1:6:  “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra”.

4. Persista en oración

Una de las mayores bendiciones que Dios les ha dado a los creyentes es la comunicación sobrenatural.  Él se preocupa personalmente por cada uno y nos insta en 1 Pedro 5:7 a que “echemos toda nuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de nosotros”Desea comunicarse y como nos ama tener comunión con nosotros: “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros” (Santiago 4:8a). “... Porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren”  (Juan 4:23b).

La tragedia es, que la mayoría de quienes profesar ser cristianos recurren a la oración como el último recurso, sólo cuando todo lo demás ha fracasado y la situación se ha vuelto desesperada.  Parte de esta reticencia a buscarle en la oración, se debe al orgullo,  por eso las Escrituras nos exhortan continuamente a que nos humillemos delante de Dios. “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo” (1 Pedro 5:6).  Otros no pueden depender de la oración debido a su incredulidad, porque piensan que a Dios no le importa, o que no interviene en las cosas de este mundo.

Pero la Biblia dice en Santiago 4:2, que “no tenemos lo que deseamos porque no pedimos”.  ¿Cuántas bendiciones de Dios han quedado sobre la mesa porque usted ha tratado de solucionar sus problemas por sí mismo?  La Biblia también dice en Santiago 5:16c, que: “La oración eficaz del justo puede mucho”.  ¿Cree usted que esto significa que el poder de sus oraciones depende de su rectitud?  ¡No, eso no es lo que implica!  Si usted realmente ha experimentado el nuevo nacimiento, entonces es una persona justa, porque está vestido con la justicia del Señor  Jesús, tal como declara Isaías 61:10: “En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas”.

5. Confíe en el Espíritu Santo

La mayoría de los cristianos profesantes parecen temer al Espíritu Santo. Esto generalmente se debe a la falta de conocimiento sobre Él.  Por ejemplo, hay una tendencia a considerar al Espíritu Santo como algo impersonal, una especie de fuerza mística.  Otros lo valoran como el poder impersonal que Dios pone a disposición para los seguidores de Cristo.  Pero... ¿Qué dice la Biblia acerca de la identidad del Espíritu Santo?  Dicho de una manera sencilla, la Escritura declara que el Espíritu Santo es Dios.  También nos dice que el Espíritu Santo es una Persona, un Ser con una mente, emociones, y voluntad.

Necesitamos entender que el Espíritu Santo es una Persona.  No es la presencia sobrenatural de Dios en el mundo de hoy, sino que Él realiza un doble papel - para el incrédulo, es el Evangelista de Dios, porque es quien trabaja en los corazones humanos para atraerlos a la Cruz en arrepentimiento.  Nadie se salva aparte del testimonio del Espíritu.  Tal como declaró el propio Señor Jesucristo: “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3:3–6).

Y con respecto al creyente, el Espíritu Santo es la presencia de Dios morando en nosotros para guiarnos y capacitarnos.  Es quien nos prepara.  También es el Alfarero Divino, porque una de sus responsabilidades básicas es conformarnos diariamente y cada vez a la imagen de Cristo: “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.  Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:17, 18).

El hecho de que el Espíritu Santo es Dios, puede verse claramente en muchas partes de las Escrituras, incluyendo Hechos 5:3, 4. En estos versículos, Pedro confronta a Ananías por haberle mentido al Espíritu Santo, y le dice “... No has mentido a los hombres, sino a Dios” (Hechos 5:4c).  Esto es una clara declaración de que mentir al Espíritu Santo es mentirle a Dios.

También podemos saber que el Espíritu Santo es Dios, porque posee los mismos atributos Divinos. Por ejemplo, el hecho de que es omnipresente, lo vemos en Salmos 139:7-8 “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás”.  Luego, en 1 Corintios 2:10 vemos su omnisciencia: “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aún lo profundo de Dios.  Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios”.

Una de las ironías de la vida cristiana es que no podemos servir a Dios con nuestro propio poder, ya que la única forma para que podemos hacerlo eficazmente es confiando en el poder de su Espíritu Santo que reside en nosotros.  Sin embargo, tenga presente que es posible apagar y contristar al Espíritu, tal como declara la Escritura: “No apaguéis al Espíritu” (1 Tesalonicenses 5:19).  “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención” (Efesios 4:30).

La Palabra de Dios nos insta a que seamos llenos del Espíritu con estas palabras: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu” (Efesios 5:18).  Esto sólo puede suceder si estamos dispuestos a liberar al Espíritu para convertirlo en el Señor de nuestras vidas.  La mayoría están contentos al permitir que el Espíritu more en ellos, pero Él no quiere ser simplemente un residente, sino presidir nuestra existencia.

¿Es ese su caso personal?  ¿Está el Espíritu Santo en el centro de su vida? ¿O lo está tratando como un invitado no deseado?  Si no es así, sino depende diariamente del poder del Espíritu de Dios, usted no podrá resistir las presiones de la sociedad de los últimos tiempos.

6. Persevere en la Fe

Es fácil mantener la fe cuando todo marcha bien.  Cuando tenemos buena salud y prosperidad, es fácil alabar a Dios.  La prueba de la fe llega cuando todas las circunstancias de la vida se vuelven adversas.

Dios no le ha prometido a los creyentes un jardín de rosas.  Vivimos en un mundo caído.  La lluvia desciende sobre justos e injustos.  Los inicuos prosperan y la justicia raras veces prevalece.

Es fácil que los justos se desanimen, por eso es necesario perseverar en la fe, practicar una fe que no dependa de las circunstancias, sino que se mantiene por la seguridad confiada de “que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien...” (Romanos 8:28b).

Dios nunca ha prometido que los creyentes seremos inmunes al sufrimiento. Lo que sí afirma es que estará allí para sostenernos en las pruebas.  En Isaías 43:2 asegura estar con nosotros cuando “pasemos por las aguas” y “caminemos por el fuego”.  Y en Salmo 23:4 declara que estará allí cuando caminemos por “el valle de sombra de muerte”.

¿Cuál es la cualidad de su fe?  Cuando las circunstancias de la vida se tornan adversas, ¿se vuelve a Dios, o lo cuestiona e incluso hasta lo maldice?  Una de las claves para perseverar en la fe es aprender a confiar en las promesas de la Palabra de Dios, y clamar por ellas en oración cuando se vea confrontado por las adversidades de la vida.  “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.  Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús...  Todo lo puedo en Cristo que me fortalece...  Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6, 7, 13, 19).

7. Mantenga una perspectiva eterna

El Señor Jesucristo le dijo a los creyentes: “Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti.  Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros...  No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo” (Juan 17:11, 16).  Éste es un principio difícil de seguir y constituye una lucha diaria.

Es muy fácil apartar los ojos del Señor y a cambio enfocarlos en el mundo en que vivimos.  Las demandas diarias son muy apremiantes. Y una de las mayores es que nos conformemos con el mundo, con el idioma, con la forma de vestir, el entretenimiento y los valores, para que no nos consideren unos desadaptados intolerantes.

Es por eso que somos exhortados en Hebreos 11:13 y 1 Pedro 2:11, a que nos consideremos como “extranjeros y peregrinos” en este mundo.  Que pongamos  “...la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3:2).

En Romanos 12:2 y 1 Juan 2:15, 16 se nos advierte a “que no nos conformemos con este mundo... Y que no amemos al mundo y las cosas que están en él”.  De hecho, el Señor Jesucristo afirmó: “El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará” (Juan 12:25), y su hermano Santiago dijo: “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Santiago 4:4).

Pero... ¿Qué significa odiar al mundo?  Quiere decir que debemos odiar el sistema mundial malvado que prevalece en la sociedad.  Debemos aborrecer un sistema que ignora al Dios de la Biblia, glorifica la violencia y la inmoralidad, y desprecia el valor de la vida.

8.  Mantenga sus ojos sobre Jesús

Esto nos lleva a la guía final que deseamos enfatizar con respecto a cómo vivir para Jesús en el fin de los tiempos.  La mayoría de los cristianos están tan atrapados en el mundo, que viven pensando en todo, menos en el regreso del Señor.  Esta es una triste situación porque su retorno es nuestra esperanza.  La Biblia nos dice claramente que debemos estar “Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13).

El otro problema es que la mayoría de los cristianos saben tan poco acerca de la profecía bíblica que no pueden entusiasmarse con el regreso del Señor.  De hecho, ¿cómo puede emocionarse por un evento del cual no saben nada?

La ignorancia produce apatía y la apatía por el retorno del Señor tiene consecuencias trágicas.  Nos priva de una perspectiva eterna y destruye cualquier sentimiento de urgencia con respecto a alcanzar a las almas perdidas.  Esto socava el poder motivador para vivir vidas santas.

Cuando alguien llega a creer verdaderamente que el Señor Jesucristo regresará y que puede hacerlo en cualquier momento, esa persona se sentirá motivada hacia la santidad y el evangelismo.  En cuanto a la santidad, el apóstol Juan lo expresó de esta manera: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, [en el Rapto] seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1 Juan 3:2, 3).

En cuanto al evangelismo, el apóstol Pedro escribe que la única razón por la cual Jesús aún no ha regresado es porque “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9).

Un espejo espiritual

El apóstol Pablo nos provee un espejo espiritual con respecto a nuestra conducta en estos días finales.  Dice: “Enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:12, 13).

Cuando usted mira en ese espejo, ¿qué es lo que ve?  ¿Está caminando en el centro de la voluntad de Dios?  ¿Ha ordenado sus prioridades y lo ha puesto de primero? ¿Está firme en su Palabra y prueba todo con ella?  ¿Cree en un Dios personal, cariñoso y Todopoderoso que escucha las oraciones y las responde y que todavía realiza milagros?  ¿Está confiando diariamente en el poder del Espíritu Santo?  ¿Está perseverando en la fe sin permitir que las calamidades de la vida le abrumen?  ¿Mantiene una perspectiva eterna, negándose a sentirse cómodo con este mundo?  ¿Está buscando a Jesús cada día?  ¿Está el Rapto en su corazón?  ¿Anhela el retorno del Señor?

El vivir en armonía con las instrucciones de Dios contribuirá a un despertar espiritual del cristianismo verdadero.

Cuando usted mira en ese espejo, ¿qué es lo que ve?  ¿Está caminando en el centro de la voluntad de Dios?  ¿Ha ordenado sus prioridades y lo ha puesto de primero? ¿Está firme en su Palabra y prueba todo con ella?  ¿Cree en un Dios personal, cariñoso y Todopoderoso que escucha las oraciones y las responde y que todavía realiza milagros?  ¿Está confiando diariamente en el poder del Espíritu Santo?  ¿Está perseverando en la fe sin permitir que las calamidades de la vida le abrumen?  ¿Mantiene una perspectiva eterna, negándose a sentirse cómodo con este mundo?  ¿Está buscando a Jesús cada día?  ¿Está el Rapto en su corazón?  ¿Anhela el retorno del Señor?

El vivir en armonía con las instrucciones de Dios contribuirá a un despertar espiritual del cristianismo verdadero.

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