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Sócrates y el estudiante

Un día mientras pasaba por un prostíbulo, Sócrates, el famoso pensador griego, notó que uno de sus estudiantes se encontraba allí.  Caminando en dirección a la puerta, Sócrates llamó a su discípulo. 

El último se escondió, tal como hiciera Adán cuando cometió el primer pecado.  Sin embargo, el joven finalmente tuvo que dar la cara.  Su rostro estaba cubierto por el rubor de la vergüenza.  Él inclinó su rostro esperando escuchar un agudo reproche de su maestro, pero Sócrates le habló en el tono de un padre verdadero:

"Acércate, hijo mío.  Te lo ruego, ¡ven aquí!  Salir de esa casa no es una desgracia; la única desgracia es haber entrado en ella".

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