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Estaba agradecido por su ceguera

Un conocido ministro inglés predicaba un domingo en Boston para el doctor Phillips Brooks.  Después del servicio comenzó a caminar en dirección a su hotel.  Necesitaba que lo guiaran, así que le preguntó a un hombre que estaba detrás de él que le indicara el camino. Y el caballero le dijo: “¡Oh! Usted es el ministro que acabo de escuchar, reconozco su voz.  Estoy ciego, pero puedo indicarle el camino, puedo llevarlo hasta la puerta”.

El ministro protestó, pero el ciego insistió diciendo: “¿Va usted a negarme el placer de ayudarle?  Muy raras veces tengo la oportunidad de prestar un servicio.  Todos son tan amables conmigo”.  Los dos hombres caminaron uno al lado del otro por diez minutos.  “Aquí está su hotel”, le dijo el ciego.

Antes de partir el hombre ciego añadió: “Yo vivo solo.  Puedo andar por las calles sin un guía.  Estoy agradecido por mi ceguera, porque dispongo de mucho tiempo para meditar en paz. ¡Ya tendré tiempo suficiente en el cielo para ver todas las cosas!”.

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