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Michael Sattler

“El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno”
(Rom. 12:9)

Michael Sattler se hizo monje benedictino en el monasterio de Saint Peter alrededor del año 1520, luego de haber asistido a la Universidad de Friburgo, donde aprendió griego y hebreo.  En 1523, luego de haber sido prior del monasterio, atrevidamente quebrantó sus votos de celibato y se casó con una laica de nombre Margaretha.  A partir de entonces, él y su esposa fueron de una sola mente con respecto a su fe en Dios y en su amor el uno por el otro.

Como si este escándalo no hubiera sido suficiente, sus convicciones los llevaron a unirse a los anabaptistas, un movimiento religioso que estaba comenzando  y que era considerado por el poder ministerial y eclesiástico como peligroso.  Fue deportado ese año de Austria, y se marchó a Zürich donde influido por Wilhem Reublin se unió a los Hermanos Suizos. Organizó a los anabaptistas en Constanza y Wassenburg.  Expulsado de Zürich en 1525 viajó a Estrasburgo donde debatió fraternalmente con varios reformadores, a quienes trató de atraer al anabaptismo.  Volvió a Alemania en 1526, donde por solicitud de Reublin, centró sus actividades en Horb, cerca de Rotenburgo, región en la cual su trabajo fue fructífero.

Como se convirtió en un líder anabaptista, vio la gran necesidad de hacer cambios estructurales dentro del movimiento, el cual estaba pleno de vida y espíritu, pero carecía de dirección y organización.  Necesitaban directrices escritas a fin de preservar la libertad, establecer límites, y protegerse contra los fanáticos quienes podrían descarriar el grupo.

Fue a Rottenburgo, en donde los oficiales se apropiaron de los papeles de la Unión al igual que de otros planes de los anabaptistas.  Diecinueve personas, incluyendo Michael y Margaretha, fueron arrestados y juzgados por violar doctrinas católicas y prácticas tales como el bautismo, la eucaristía, la unción y veneración de los santos.  Michael también fue acusado por abandonar su monasterio, casarse y promover un acercamiento pacífico hacia los turcos.

En la corte, Michael contradijo con la Biblia todos los otros cargos, excepto el último, porque sí creía en que debían de acercarse a los turcos en forma pacífica.  Cuestionó a las autoridades con respecto a la persecución de otros cristianos, y les dijo: “Los turcos no saben nada acerca de la fe cristiana, son turcos de acuerdo con la carne.  Sin embargo, ustedes desean ser considerados cristianos, alardean de ser cristianos pero sin embargo los persiguen movidos por la carne”.

Insistía que los anabaptistas no habían hecho nada en contra de la Biblia y pidió sostener un debate con los líderes católicos.  Sattler aseguraba que si se podía demostrar que él y los otros anabaptistas estaban en error, ellos con mucho gusto aceptarían su castigo.  Agregando: “Pero sí demostramos que no estamos equivocados, espero en Dios que ustedes acepten nuestra enseñanza y se conviertan”.

A la corte no le gustó para nada su sugerencia de que debían aceptar “la enseñanza” de ellos y regresaron con esta sentencia: “Michael Sattler será entregado al verdugo, quien le cortará en la plaza, primeramente la lengua, luego le atará a un carromato y allí con unas tenazas al rojo vivo le desgarrará el cuerpo dos veces, haciendo lo mismo hacia el lugar de la ejecución durante cinco veces. En el lugar designado, quemarán su cuerpo hasta reducirlo a cenizas, por ser un archi-hereje”.

Mientras el verdugo le ataba a una escalera, Michael oraba sin prestar atención: “Todopoderoso, eterno Dios.  Tú eres el camino y la verdad, y como no se demostró que estoy equivocado, con tu ayuda en este día testificaré la verdad y la sellaré con mi sangre”.   Después que el fuego quemó la cuerda que ataba sus manos, las levantó y luchó para pronunciar las palabras: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.

Después de la muerte de Michael, las autoridades trataron en vano de persuadir a Margaretha para que se retractara de su testimonio, pero declaró que ella por siempre permanecería fiel a su Señor y a su esposo.  Ocho días después de la ejecución de Michael, Margaretha fue ahogada en el río Neckar que pasaba a través de Rottenburgo.

Señor no permitas que nos conformemos al mundo, ni a las cosas que hay en él.  Sino que puestos los ojos en Ti, siempre estemos dispuestos a sostener Tu Verdad.

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