Logo
Imprimir esta página

Henry Nott

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn. 3:16)

Henry Nott, quien nació en 1774 en Bromsgrove, Inglaterra, fue un misionero en las Islas de la Sociedad de Polinesia.  Fue Además uno de los primeros predicadores enviados por la recién organizada Sociedad Misionera de Londres, llegando a Tahití en 1797.  Fue además el principal traductor de la Biblia al tahitiano.

Este consagrado sembrador de la semilla del Evangelio, plantador de iglesias, recibe gran parte del crédito humano por establecer una misión en Tahití y en todas las Islas de la Sociedad.  Navegó a lo largo del río Duff en Irlanda en septiembre de 1796 y arribó en Tahití el 5 de marzo de 1797.

Poco después de llegar allí, He|nry Nott y su compañía misionera llevaron a cabo el primer servicio cristiano celebrado en las costas de esa isla oscura.  Fue el domingo 19 de marzo de 1797. La reunión se celebró al amparo de unos frondosos árboles.  El rey Pomare y una gran concurrencia de personas estaban presentes.  El rey dijo que había estado “Soñando con el Libro de Dios que los misioneros habían traído y estaba ansioso por escuchar su mensaje”.  

Pero... ¿Cuál fue el texto utilizado por el orador misionero en esta ocasión?  Fue Juan 3:16. Cuando Peter, un misionero sueco tradujo sus majestuosas palabras y explicó sus verdades trascendentales, Pomare asintió con la cabeza en señal de aprobación y exclamó: “¡Mi amigo! ¡Mi amigo! ¡Muy bien! ¡Muy bien!”.  Y este mismo sentimiento hizo eco en estos sencillos aborígenes de piel oscura.  “Somos un pueblo ignorante, pero este mensaje es bueno para nosotros”, dijo el rey.  “Juan 3:16 es el único remedio seguro y eficaz para la ignorancia y las supersticiones de la humanidad” - aseguró Henry Nott.  “¡Muy bien, mi amigo!” - afirmó toda la gente. “Juan 3:16 es también el único remedio eficaz para los dolores de la humanidad”  - declaró nuevamente Nott y todos asintieron.

Los misioneros se establecieron en su nueva vida entre los nativos y con gran entusiasmo iniciaron la misión divina a la que habían ido.  El evangelio del amor de Dios en Cristo tuvo una atracción misteriosa para los corazones en tinieblas de los nativos de Tahití, pero poco comprendían de las transformaciones que exigía este evangelio y de lo que era capaz de lograr. La actitud mercenaria de la gente puede verse por el comentario de su principal sacerdote, quien dijo: “Nos dan muchas charlas y oraciones, pero muy pocas hachas, cuchillos o tijeras”.

Henry contrajo matrimonio con una misionera que llego desde Bretaña, pero ella nunca se sintió feliz en Tahití y murió al cabo de cuatro años.

Durante el tiempo que permaneció allí muchos de los otros misioneros desertaron o murieron, y otros hasta se enfermaron de los nervios, llegando a ver al primer aborigen realmente convertido después de 22 años.  Lugo de aprender perfectamente el idioma, continuó edificando su relación con el nuevo rey Pomare Segundo, quien le ayudó en la traducción de la Biblia al tahitiano.  La misionera historiadora Ruth A. Tucker describió a Nott como el principal traductor de la Biblia al idioma tahitiano.  Sin la perseverancia de este hombre, a no dudar la misión en Tahití habría fracasado.

Durante los 47 años que permaneció en el extranjero, Nott sólo regresó a Inglaterra dos veces.  Murió el 2 de mayo de 1844.

Juan 3:16, es sin lugar a dudas buenas noticias de salvación para los que están en pecado, ¡Un evangelio de consuelo para aquellos en la penumbra del dolor!

Diseño © Radio América