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La Otra Cara del Coronavirus

Cuando leemos las noticias en Internet publicadas por ministerios cristianos que mantienen un registro de los pastores y hermanos que se encuentran sembrando la semilla del Evangelio en países hostiles al cristianismo, tal como el ministerio Chinapartnership.org, Asiaharvest.org, Chinasource.org, y Bitter-winter.org, nos enteramos de la gran persecución de que está siendo objeto la iglesia cristiana subterránea en China.  Y muchos se preguntan: «¿Ha abandonado Dios a esa nación?»  En este breve artículo trataremos, con la ayuda del Señor de ofrecer una respuesta parcial a esa pregunta.

En estos días de la pandemia de COVID-19, pocos se han advertido de que China se ha convertido en un campo de pruebas que ha demostrado la sorprendente vitalidad de la fe cristiana en esa nación.  A pesar de un régimen brutalmente cruel y métodos de espionaje de alta tecnología, el Señor Jesucristo está ganando muchos corazones y almas en ese territorio.  El presidente Xi Jinping y sus títeres, están fallando miserablemente en su intento por borrar el cristianismo de China.  ¡La misericordia Divina por las almas indefensas es inquebrantable!

A pesar de que en China sigue aumentando el número de muertos por COVID-19 en una base diaria, porque en la actualidad la pandemia nuevamente se ha intensificado, los líderes comunistas en lugar de encaminar sus esfuerzos por controlar esta situación, persiguen la destrucción sistemática de los edificios de la iglesia como si nada más les importara.  Uno pensaría que destruir la propiedad de la iglesia no sería tan importante.  Sin embargo, los megalómanos ateos hacen cosas extrañas estimulados por enjambres de espíritus siniestros, tal como lo que hizo el dictador norcoreano Kim Jong-Un, quien disparó una batería de misiles en el océano mientras gritaba: «¡No mueren por el coronavirus, sino por una bala en la cabeza!»

Debe recordarse que China es un país enorme, y la situación de los cristianos puede ser muy diferente en las distintas partes de la nación.  Sin embargo, es correcto decir que la condición de los creyentes en China se ha deteriorado.  El gobierno quiere unir todas las ideologías religiosas del país, es decir, hacer que las creencias, incluido el cristianismo, coincidan con su interpretación del comunismo.

Las nuevas restricciones en internet, las redes sociales, las organizaciones no gubernamentales y las regulaciones sobre religión se aplican estrictamente, y se extienden cada vez más en todo el país limitando seriamente la libertad.  La presión para alinearse con la ideología prevaleciente de alabar los logros del partido comunista, se ha vuelto mucho más fuerte y podría decirse que es uno de los mayores riesgos para los cristianos a largo plazo.

Antes se decía que el gobierno tomaba medidas enérgicas contra las iglesias consideradas demasiado grandes, políticas o demasiado conectadas con intereses extranjeros.  Hoy, no sólo las iglesias son monitoreadas y cerradas, sino que también se prohíben las pequeñas reuniones familiares en los hogares.  El gobierno incluso penalizó la venta en línea de Biblias desde el 2018.

China subió cuatro puestos en la Lista Mundial de Vigilancia 2020, principalmente debido a su énfasis continuo e intensificado en la ideología y el objetivo general de preservar el gobierno del partido comunista.  La religión está prohibida en la esfera pública, y los maestros y el personal médico han sido presionados para firmar documentos en los que afirman que no profesan fe religiosa.  En algunas áreas, a las personas mayores se les ha dicho que sus pensiones se reducirán si no renuncian a su fe cristiana.

Además, la decisión de seguir a Jesús tiene un alto costo para los cristianos en el oeste de China que provienen de grupos étnicos donde el islam o el budismo son las religiones dominantes.  Todas las iglesias son percibidas como una amenaza si se vuelven demasiado grandes, demasiado políticas o tienen invitados extranjeros.  Las nuevas restricciones en internet, y las nuevas regulaciones sobre religión en las redes sociales, limitan seriamente la libertad.  Los cristianos están sufriendo no sólo por la introducción de nuevas leyes, sino también por la implementación más estricta de las ya existentes.

Cuando en una comunidad o familia se descubre, que conversos en el islam o el budismo tibetano tienen contacto con cristianos, generalmente son amenazados, físicamente dañados y de inmediato se notifica a las autoridades locales, todo en un esfuerzo por recuperarlos.  Los cónyuges pueden verse obligados a divorciarse, y los hijos pueden ser separados de los padres cristianos.

Los carniceros comunistas están al acecho.  Son muchos los testimonios e informes de los hermanos que son profundamente conmovedores.  Por favor recuerde en oración a nuestros hermanos y hermanas en ese país.  El diablo sin duda tiene miedo de China, por eso está haciendo todo lo posible para destruir el testimonio de Jesús allí.

En una carta pastoral de “Wang Jianguo”, lo cual es un seudónimo para un grupo de pastores eclesiásticos no registrados en China, quienes proporcionan liderazgo y asesoramiento para iglesias no reconocidas, se aborda esta ordenanza: “No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (He. 10:25).  Y se expone a continuación: «Era peligroso congregarse en los días en que se escribió la Epístola a los Hebreos, pero las situaciones en tiempo de guerra, traen un recordatorio mayor que los tiempos ordinarios, de que ‘el día’ se está acercando, por lo tanto, debemos reunirnos aún más».

La carta advierte que las reuniones públicas deben llevarse a cabo en grupos pequeños, y que aquellos que estén enfermos deben quedarse en casa, igualmente tampoco deben asistir a las reuniones los que hayan tenido contacto con pacientes con COVID-19.  Agregando: «Sin embargo... la iglesia debe hacer lo posible para que los creyentes obedezcan el mandato bíblico de reunirse.  ...Porque el convertirnos en mejores cristianos es la obra del Espíritu Santo, a través de su Palabra impartida a la comunidad del pueblo de Dios.  ...Si no puede encontrar una iglesia local, aún puede participar escuchando nuestro sermón en línea».

Y presentan a continuación el testimonio de Mama Xue, la primera víctima del coronavirus en la provincia de Szechuan.  Ella viajó a Chengdu a visitar a su hijo.  El 20 de enero le sobrevino una fiebre muy alta y fue hospitalizada permaneciendo en estado de coma.  El 24 de enero el Pastor Peng, quien pastorea la iglesia donde su hijo asiste, le pidió al joven que le permitiera compartir el Evangelio con su madre.  Él le respondió que sería algo muy difícil porque su madre estaba inconsciente la mayor parte del tiempo.  Gracias a Dios cuando ella recobró el conocimiento por un momento, le preguntó si permitía que el Pastor Peng le hablara y ella consintió.  El Pastor le habló del Dios que había creado todas las cosas y cómo había enviado a su Hijo como propiciación por nuestros pecados para que nosotros pudiéramos tener vida eterna, y la señora finalmente recibió a Cristo como su Señor y Salvador.

El crecimiento de la iglesia en China desde que apareciera el brote de coronavirus ha sido sin precedentes.  Un Pastor que usa el seudónimo de Hu por razones obvias, y muchos otros, son dinámicos “plantadores de iglesias” en China.  Hu dice: «Cuando hablamos de plantar iglesias en China, no estamos refiriéndonos a construir un edificio, porque el gobierno lo destruiría.  Nos referimos a personas, libremente organizadas como una iglesia.  A la Iglesia de Dios a los llamados».  Agregando que había sido programado originalmente para comenzar esta iniciativa de plantar iglesias en febrero del 2020, pero que debido a la epidemia decidieron posponerlo.  Sin embargo, dijo que lo pensó nuevamente y después de orar decidió continuar con la iniciativa, ya que consideró que ahora es más urgente que nunca hacerlo, y convocó una conferencia en Wuhan con hermanos provenientes de diferentes partes, y que no se registró ni un solo caso de contagio entre quienes asistieron a la conferencia.  Añadió también, que la misma sirvió para fortalecer la fe de todos y que a pesar de los riesgos que involucraba para su propia integridad física, los pastores hablaron de tópicos como el sufrimiento y la resurrección.

Emmy Yang, una cristiana china quien actualmente se encuentra estudiando medicina en Estados Unidos, cuyos abuelos viven al oeste de Wuhan, en la provincia de Szechaun, aprendió mucho sobre la pandemia para su futuro desempeño como doctora, y escribió para la revista Christianity Today: «Como estudiante de medicina y futura médica, tengo un compromiso vocacional y claro por cuidar a los enfermos, así estén padeciendo de coronavirus, tuberculosis o influenza.  Sí, es cierto que tomo precauciones, pero estoy segura que todas las personas enfermas merecen la misma atención y cuidados».

En estos dos milenios han tenido lugar una serie de pandemias que afectaron al mundo occidental.  En los siglos II, III y IV, las pandemias diezmaron al Imperio Romano.  Julián, un emperador romano pensaba que los cristianos estaban locos porque cuidaban hasta el sacrificio a los enfermos, incluso a quienes no eran cristianos.  Sin embargo, fue gracias a esta demostración de amor que el cristianismo creció en el imperio a pesar de la feroz persecución del gobierno.

En su artículo, Emmy Yang hace referencia a la provocativa carta de Martín Lutero, en la que pregunta, «Si los creyentes debían huir de la plaga».  En 1527, unos 200 años después de que la Peste Negra acabara con casi la mitad de la población de Europa, la plaga resurgió en Wittenberg, el mismo pueblo de Lutero, y en ciudades aledañas.  En su carta “Sobre si se debía huir de una plaga mortal”, el célebre reformador sopesó las responsabilidades de los ciudadanos ordinarios durante el contagio.  Su consejo, debería ser como una especie de guía práctica para todos los creyentes hoy.

En primer lugar, Lutero argumentó que cualquiera que trabaja u opera sirviendo a otros, tiene el compromiso vocacional de no huir.  Escribió: «Esos que ocupan un cargo en el servicio de otros, deben mantenerse firmes ante el peligro de muerte».  Y es cierto, los enfermos y desahuciados necesitan antes de morir, de un buen Pastor que los fortalezca, los consuele por medio de la Palabra de Dios.  Los servidores públicos, incluyendo médicos y policías pagados por el gobierno, deben continuar con su labor profesional.  Incluso los padres de familia, tienen asimismo un llamado vocacional hacia sus hijos, y los maestros y tutores hacia los menores a su cargo.

Lutero no limitó el cuidado de los enfermos a los profesionales de la salud.  China y el mundo entero están enfrentando ahora mismo escasez de camas de hospital y personal.  Wuhan una de las ciudades más grandes de China con una población de unos 11 millones, está en proceso de construir rápidamente dos nuevos hospitales para ingresar a las crecientes multitudes de pacientes con coronavirus de otras poblaciones.

Lutero instó a los cristianos de su tiempo que pudieran hacerlo, aunque carecieran de entrenamiento médico, para que cuidaran a los enfermos como si estuvieran cuidando a Cristo mismo.  De nuestro amor a Dios, emerge la práctica del amar a nuestro prójimo.

En 1527 hubo un brote de la peste bubónica en Wittenberg, Alemania.  El lugar de residencia de Lutero se convirtió en un foco de la epidemia.  Después que transcurrieran diez años desde que él clavó sus 95 tesis sobre la puerta de la catedral, Lutero se había convertido en el líder del movimiento de Reforma.  Sus amigos le insistieron para que saliera de Wittenberg.  Era demasiado importante para quedarse y arriesgarse a morir a causa de la peste, pero él se negó a irse y escribió la carta antes citada dando su justificación para quedarse.  Lutero permaneció allí pastoreando el rebaño.  Él y su esposa sobrevivieron, pero su hija Elizabeth pereció.

En estos días del coronavirus, debemos recordar que existe el otro lado de esta epidemia, un lado acerca del cual no oímos hablar mucho.  Es ese que nos recuerda las palabras del Señor Jesucristo: “Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Jn. 15:12, 13).

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