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¿Eres Limpio?

Debido a todas las “religiones” falsas que existen hoy en día, afirmar que uno es “un cristiano verdadero” reviste un significado muy serio.  Sin embargo, cualquier persona que realmente desea ser salva por la eternidad y tener una relación personal con Dios, puede serlo en este momento y saber con certeza que realmente es así.  La “religión” no salva a nadie, sólo el Señor Jesucristo.

Él no vino a esta tierra como sacrificio perfecto para una nación determinada, o un grupo específico de personas.  Si bien es cierto que llegó primero a la casa de Israel, en Juan 10:14-16 dejó bien claro que su regalo era para todos.  Dijo: “Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor”.  Los primeros eran los judíos, y las “otras ovejas” es una referencia a todos los gentiles.

La palabra “todos” implica la totalidad, sin excepción.  En tres versículos: Joel 2:32; Hechos 2:21 y Romanos 10:13, está escrito que “Todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo”.  

En Mateo 24:5, el Señor Jesús dice refiriéndose al final de esta era: “Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán”.  Enfatizando en el versículo 11: “Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos”.

En 1 Juan 2:18, 19, el apóstol declara: “Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros”.  La influencia satánica es cada día más fuerte en todo el mundo.

Hoy en día, son muchos los notables y conocidos “pastores cristianos”, tanto en Estados Unidos como en diferentes partes del mundo, que se han apartado y ya no predican la verdadera Palabra del Padre.  El apóstol Juan se refirió a los falsos profetas y anticristos que ya estaban presentes en el primer siglo, y también advirtió de que sus actividades aumentarían con el paso del tiempo, tal como está sucediendo ahora mismo.

Asimismo, dijo: “Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio” (2 Ts. 2:7).  Todo el que ha recibido y aceptado a Jesús como su Salvador tiene el Espíritu Santo en su interior, Quien está impidiendo que el Anticristo haga su aparición hoy.

En estos momentos ya estamos siendo testigos de avances respecto a todo lo que nos espera: de la ira venidera de Dios, también conocida como La Gran Tribulación.

Hay una línea divisoria definida entre creyentes y no creyentes, y la animosidad está creciendo contra nosotros y contra cualquier cosa que tenga que ver con el Señor Jesucristo.  Aunque se nos ordena amar a todos, la política de Satanás es de odio y persecución y sus seguidores responden a su voluntad, cada vez con más fuerza.

La Palabra de Dios declara que debemos amar a todos por sus almas eternas, pero esto de ninguna manera significa que debamos aceptar sus estilos de vida, mucho menos tener compañerismo con ellos, excepto para testificarles y ayudarles. 

Nuestro Salvador dio el ejemplo al amar a todos; sin embargo, sus mayores problemas fueron con los “líderes religiosos”, a quienes amonestaba con regularidad. 

Pablo fue criado como un fariseo estricto, e inicialmente persiguió a las personas que eran del “Camino” (como se denominaba en un principio al cristianismo).  Su odio y celo por acabar con ellos era conocido por todas partes.  Por eso, después de su encuentro con Jesús mientras viajaba a Damasco, a las personas les costaba aceptar su “conversión” como real.

Pablo sufrió de muchas maneras por proclamar que Jesús es el único Mesías verdadero, tal como él mismo dijo: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe” (Fil. 3:7-9).

Algunas antiguas iglesias evangélicas cuyo fundamento era la Palabra de Dios, están proclamando hoy que lo que Dios llamó abominaciones en la Biblia, ya no tienen aplicación alguna en nuestro día.  Por lo tanto, según ellos, todas las relaciones “sexuales”, deben ser consideras como un acto de amor, y por lo tanto, no tienen nada de pecaminoso.  La verdad es que Dios no ha cambiado de opinión, ni jamás aprobará ninguna relación excepto la que llamó pura y santa.

Sólo tenemos que ir a Mateo 7:13, 14 y leer estas palabras del Señor Jesucristo: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”.  Ni al Padre, ni al Hijo, ni al Espíritu Santo les sorprende nada de lo que está sucediendo hoy.

Ya en el primer siglo, el apóstol Pedro dijo: “Sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación” (2 P. 3:3, 4).

Romanos 10:9-13 nos presenta los pasos que debemos seguir “El ABC de la Salvación” declara: “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado. Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Ro. 10:9-13).

La pregunta principal que deseamos hacer es: ¿está usted listo? Tal como escribió el Pastor Elisha A. Hoffman en un himno: «Por la sangre que Él derramó, del pecado eres siempre vencedor.  Eres limpio en la sangre, en la sangre de Cristo Jesús.  Es tu corazón más blanco que la nieve, eres limpio en la sangre eficaz.  ¿Has hallado en Cristo plena salvación, por la sangre que Cristo vertió? Toda mancha lava de tu corazón: ¿eres limpio en la sangre eficaz?  Tendrás ropas blancas al venir Jesús.  Eres limpio en la fuente de amor.  Estás listo para la mansión de luz.  Eres limpio en la sangre eficaz.  Eres limpio en la sangre, en la sangre de Cristo Jesús».

Si usted ha clamado a Jesús y ha reclamado Su sangre, su eternidad con Él está asegurada.  Pero si se rehúsa a recibirle y aceptarle como Salvador, estará cometiendo el pecado imperdonable y su único destino será el Gran Trono Blanco del Juicio, sobre el cual dijo el apóstol Juan: “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (Ap. 20:11-15).

¡La decisión es suya!

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