Logo
Imprimir esta página

Jesús, mayor que Moisés - P III

Ezequiel mientras los exilados de Jerusalén estaban en un campamento de refugiados en Babilonia: La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos.
Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera. Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes. Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis. Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová. Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso. Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu. Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo. Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos. Por tanto, profetiza, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel. Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío. Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová” (Ezequiel 37:1-14).

Tal parece que la resurrección de toda la casa de Israel tendrá lugar fuera del territorio, y que luego Dios los hará reposar en su territorio.  Daniel 12:2, 3 también habla de la resurrección futura del pueblo de Israel, un evento separado de la resurrección de la Iglesia, que tendrá lugar en el rapto: Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad”.

El diminuto territorio de Israel no será un lugar seguro para nadie que more allí durante el periodo de siete años de la tribulación venidera.  Cuando tenga lugar el rapto, todos esos creyentes que se encuentren en Israel y sean parte de la Iglesia verdadera serán removidos.  Tal parece que un remanente de judíos observantes, que temen a Dios, de entre diez a cinco por ciento, permanecerá allí.  Aunque es un grupo pequeño, y todavía no conocen a Jesús como su Señor y Salvador, son fieles a las promesas del Antiguo Testamento y son candidatos excelentes para creer en Jesús a principios de la tribulación.

Inmediatamente después del rapto, el Señor designará una comisión de 144.000 evangelistas judíos, doce mil de cada una de las tribus de Israel.  Ray Steadman compara a estos hombres con el apóstol Pablo, quien fue llamado de “último” para servir al Señor, a quien se había opuesto previamente.

Actualmente en Israel, hay tal vez entre cien a doscientos mil jóvenes solteros que están estudiando la Torá, los cinco primeros libros de la Biblia que escribió Moisés.  Como conocen muy bien el texto hebreo del Tanach, del Antiguo Testamento, el que abarca la Torá, los profetas y los libros sapienciales, es poco lo que tendrá que hacer Jehová Dios para usarlos en su servicio.

Estos judíos iniciarán una campaña vigorosa de evangelización, comenzando en Israel.  El Señor Jesucristo tenía esto en mente cuando despachó originalmente a doce discípulos para que visitaran las villas y pueblos de Israel.  Luego avanzando en el tiempo, se refirió así a estos predicadores de los días finales: He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas. Y guardaos de los hombres, porque os entregarán a los concilios, y en sus sinagogas os azotarán; y aun ante gobernadores y reyes seréis llevados por causa de mí, para testimonio a ellos y a los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros. El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir. Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre” (Mt. 10:16-23).

A no dudar, la actividad de estos 144.000 judíos será coordinada y dirigida por el mismo Señor Jesucristo.  La labor vigorosa de estos hombres, hará que tenga cumplimiento esta promesa: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mt. 24:14).

El libro de Apocalipsis asegura que cientos de miles, tal vez millones de personas sobre la tierra escucharán y responderán al evangelio y recibirán a Jesucristo como su Salvador y serán salvos.  Es a esta clase especial de creyentes a los que la Biblia llama “los santos de la tribulación” y no serán parte de la Iglesia, ni de la nación de Israel.

El poder emergente del falso mesías de Israel, actuando como “rey de Israel”, en asociación con la potencia económica y militar de la Unión Económica Europea, pronto resultará en severa persecución de esos que se conviertan en cristianos.  Finalmente serán perseguidos, cazados y martirizados.  La aparición de un mesías falso en Israel al final de la edad fue profetizado por Jesús, quien dijo: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida. Gloria de los hombres no recibo. Mas yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis” (Jn. 5:39-43).

Durante la primera mitad de la tribulación, el falso mesías negociará un pacto de paz entre Israel y los árabes, tal vez dividiendo el territorio de Israel entre judíos y palestinos: “Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador” (Dn. 9:27).

Por 2.700 años Israel nunca hizo pactos con naciones extranjeras, sino que dependió del consejo de Jehová.  Isaías advirtió en el capítulo 28 de su libro, que Dios mismo anularía este “pacto hecho con la muerte”.  Y que un juicio terrible le sobrevendría a Israel: “Por tanto, varones burladores que gobernáis a este pueblo que está en Jerusalén, oíd la palabra de Jehová. Por cuanto habéis dicho: Pacto tenemos hecho con la muerte, e hicimos convenio con el Seol; cuando pase el turbión del azote, no llegará a nosotros, porque hemos puesto nuestro refugio en la mentira, y en la falsedad nos esconderemos; por tanto, Jehová el Señor dice así: He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure. Y ajustaré el juicio a cordel, y a nivel la justicia; y granizo barrerá el refugio de la mentira, y aguas arrollarán el escondrijo. Y será anulado vuestro pacto con la muerte, y vuestro convenio con el Seol no será firme; cuando pase el turbión del azote, seréis de él pisoteados. Luego que comience a pasar, él os arrebatará; porque de mañana en mañana pasará, de día y de noche; y será ciertamente espanto el entender lo oído. La cama será corta para poder estirarse, y la manta estrecha para poder envolverse. Porque Jehová se levantará como en el monte Perazim, como en el valle de Gabaón se enojará; para hacer su obra, su extraña obra, y para hacer su operación, su extraña operación. Ahora, pues, no os burléis, para que no se aprieten más vuestras ataduras; porque destrucción ya determinada sobre toda la tierra he oído del Señor, Jehová de los ejércitos” (Is. 28:14-22).

Durante este periodo, en la primera mitad de la tribulación, se reconstruirá el tercer templo en Jerusalén y comenzará a funcionar con un sacerdocio levítico y con sacrificios de animales y ofrendas.  A mediados del periodo de la tribulación, el falso mesías de Israel, “el hombre de pecado” entrará en el templo, se auto-proclamará Dios y exigirá ser adorado.

Diseño © Radio América