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Eva, la primera mujer

En el proceso del dolor
Génesis 3:1-6:

“Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella”.

Es una de las personas más conocidas en toda la historia bíblica.  Sin embargo, muy poco se ha profundizado sobre su carácter, sobre su fe, o más aún sobre aspectos de su interior personal.

Imagine un mundo totalmente nuevo, con una perspectiva de vida sin precedentes; no hay ejemplos a seguir, no hay consejos ni enseñanzas de otros.  Podemos imaginar que así se habrá sentido Eva.

Así que, lo más cercano y todo en lo que podía confiar giraba en torno a su esposo Adán.  Claro, podría decir que la vida era perfecta, que no había problemas y que ambos eran suficientes el uno para el otro.

Pero vamos a ubicarnos en el momento justo después de la caída, y podremos ver que las circunstancias de alrededor no han cambiado mucho, excepto porque ya no estarían más en el paraíso y no tenían la misma inocencia que al principio, pero sigue siendo la única mujer en un mundo desconocido, incluso más “nuevo” que antes.

Pensemos en cómo se habrá sentido Eva.  Casi siempre, cuando se enseña sobre ella, se habla sobre aspectos del rol como mujer, o sobre cuán culpable fue en la caída.  Pero pensemos en el dolor o en la desesperación que ella habría sentido.  En eso queremos enfocarnos ahora, pues Eva no sólo fue la “primera mujer”, también fue:

1. LA PRIMERA MUJER ENGAÑADA:
Cuando nosotros sufrimos algún engaño, lo hacemos con mucho conocimiento anticipado de las cosas, pero ella experimentó la sensación única de haber sido víctima del primer engaño.  Así que, por allí vamos imaginándonos cómo se hubiese sentido: “Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Gn. 3:4, 5).

2. LA PRIMERA MUJER CULPABLE:
Eva no sólo fue engañada, sino que fue usada para participar del engaño, y así atrajo el mal sobre el único ser que la acompañaba, no sólo ella confiaba en Adán, él confiaba también en ella.  Es inimaginable el peso de la culpabilidad que habrá sentido y que tuvo que soportar en todo ese tiempo: “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella” (Gn. 3:6).

3. LA PRIMERA EN EXPERIMENTAR EL DOLOR:
Eva experimentó lo nuevo dos veces; al ser creada lo nuevo era deleitoso, pero después de la caída lo nuevo traería cosas no tan agradables para ella.  Ya vimos que experimentó el dolor de ser engañada y de participar en la caída de su esposo; pero ahora el dolor sería también su compañero de por vida.  Hasta dar a luz a sus hijos, sus retoños de esperanza, implicaba mucho dolor para ella, que difícilmente sería comprendido por su esposo: “A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti” (Gn. 3:16).

4. LA PRIMERA MADRE QUE PIERDE UN HIJO:
Sin embargo, el mayor dolor de una mujer no es el parto.  El mayor dolor que una mujer puede experimentar es perder a su hijo.  Y Eva fue también la primera en sentirlo: “Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató” (Gn. 4:8).

5. LA PRIMERA EN SUFRIR POR LA VIOLENCIA DE UN HIJO:
Cuando pensábamos que su dolor ya no podría ser más grande, todavía nos queda meditar en lo siguiente: Cuando Eva se enteró que había perdido a Abel, supo también que había perdido a Caín.  Si desde ya es doloroso perder un hijo, lo debe ser mucho más perderlo a manos de tu otro hijo.  Luego, Eva también fue la primera mujer en tener a un hijo condenado y desterrado: “Y dijo Caín a Jehová: Grande es mi castigo para ser soportado. He aquí me echas hoy de la tierra, y de tu presencia me esconderé, y seré errante y extranjero en la tierra; y sucederá que cualquiera que me hallare, me matará” (Gn. 4:13, 14).
Continuará...

*EDUCAR A LOS HIJOS:
«¿A qué edad se debe empezar la educación moral de los hijos?» - preguntaron a un sabio.  Este contestó: «Veinte años antes de nacer, por lo menos, educando a sus madres» -fue la pronta respuesta.
*LA VIDA DE SU MADRE:
Y ahora, dime: «¿Qué te resta de tu vieja fe, después de oír el poderoso parlamento de este maravilloso orador maestro de agnosticismo?» -preguntaba un estudiante a otro amigo invitado por él a una conferencia atea.
-«¿Qué me queda...? Pues, me queda, amigo mío, la vida de mi madre».
La influencia de una vida de fiel testimonio cristiano puede ser en las manos de Dios la espada de la victoria contra todos los enemigos de la fe.

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