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«¿Ser salvo, yo...?» P. 1

Bien podría ser la pregunta de muchos pecadores.  No está mal que nos consideremos demasiado pecadores, sin embargo, no olvidemos que el amor de Dios es mucho mayor que todos nuestros pecados.  Si ha pensado alguna vez que usted no tiene perdón, porque sus pecados son demasiado graves y que Dios no se los perdonará, recuerde que tales pensamientos provienen del mismo Satanás.  Es mejor dejarse llevar por lo que nos dice Dios, no por los susurros de Satanás.  Dejémonos llevar por las promesas divinas, no por las amenazas satánicas.  Permitamos que el Señor nos cubra con su santidad, perfección y pureza, y no miremos la negrura de nuestros pecados.  Note la generosa invitación divina para el pecador: “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Is. 1:18).

Si  quiere  ser  salvo

Si quiere ser salvo, debe saber lo que Dios dice sobre usted, lo que él desea hacer con usted y lo que le ofrece para el tiempo y para la eternidad.

1. Él quiere que usted sepa que es pecador: “Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno... Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Ro. 3:10-12, 23).  ¡Usted y yo estamos entre los “TODOS” que pecaron!

2. Él quiere que usted sepa que sus culpas ya las llevó su Amado Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, ya que él, no habiendo pecado, tomó sobre sí mismo todos nuestros pecados: “El cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca… quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados” (1 P. 2:22, 24).  “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Co. 5:21).  Dios el Padre colocó la cuenta de nuestros pecados sobre su unigénito Hijo, porque nosotros nunca podríamos ser salvos debido a nuestra naturaleza pecaminosa.  El Señor, quien nunca pecó, se ofreció voluntariamente para saldar nuestra cuenta y Dios está satisfecho con la cuenta pagada.

3. Él quiere que usted deposite su fe en Aquel que murió clavado de una cruz:  El Señor no murió por sus propios pecados, porque no los tenía.  Todo lo que tiene que hacer usted es depositar su fe en Él.  Esto se llama «RECIBIR A CRISTO POR SALVADOR».  Es decir, que recibirle y creer solamente en Él, es lo mismo: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Jn. 1:12).  Usted no necesita recibirle más de una vez, porque recibirle significa también “nacer de nuevo”.  Así como nacemos físicamente sólo una vez, así también nacemos espiritualmente una sola vez: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo” (Jn. 3: 6, 7).  Usted no debe preocuparse de cómo es eso de... “nacer de nuevo”.  No olvide que tampoco se preocupó por el cómo fue que nació físicamente, sin embargo, aquí está.  Ha crecido, camina, habla, piensa, desempeña ciertas actividades, goza, canta, llora, ríe, etc.  ¿Qué hizo usted para ser engendrado y concebido, para nacer, desarrollarse y llegar a lo que es ahora?  Cuando un pecador recibe por la fe a Jesucristo como su Salvador personal, el Señor llama a esto «NUEVO NACIMIENTO», “nacer de nuevo” del Espíritu Santo.  ¿No le parece maravilloso?

4. Usted debe saber que el Salvador no le pide más que una sola “obra” que debe hacer si quiere ser salvo: “Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado” (Jn. 6:29).  “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Ef. 2:8, 9).

La salvación del pecador siempre es por la gracia divina.  Una vez salvo, si desea ser un cristiano verdaderamente feliz y victorioso, si quiere prosperar en esa vida nueva, entonces sí, ya está preparado para hacer cuantas buenas obras desee.  Note bien lo que la Escritura dice justo a continuación de declararlo salvo por gracia, cómo el Salvador lo considera adecuado para las buenas obras: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Ef. 2:10). 

¿Nota cómo funciona esto?  Usted se salva cuando deposita su fe en Cristo y él es quien por Su gracia lo salva.  Hecho esto, usted está capacitado para hacer buenas obras, porque ahora deseará vivir como un pecador ya perdonado, eternamente salvo.  Deseará compartir el evangelio con otros que aún no son salvos.

Para saber más sobre la nueva vida que debe vivir, no deje de leer la Biblia.  No se preocupe, porque el Espíritu Santo que ahora habita en su ser le ayudará a entender la Palabra de Dios.

Hay mucho más que incluir en este tema, pero lo dejaremos para el próximo boletín.

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