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¿Qué sería de nosotros los pecadores, si la Biblia no fuera tan completa en lo que a revelación de Dios se refiere?

Sólo supongamos que la Biblia fuera un texto que todavía sigue ampliándose, es decir, que todavía los cristianos (auténticos o no), tuvieran revelaciones procedentes de Dios, las cuales tuvieran que ser incluidas como parte del mensaje de Dios para el hombre.

Es cierto que cada vez tenemos más y más de estos modernos “receptores de mensajes de Dios”, pero bien sabemos que tal pretensión no proviene de Dios, sino de ellos mismos, muchos de los cuales ni siquiera conocen a Jesucristo como Salvador personal.  Pero este es solamente uno más de los engaños de estos tiempos postreros, aunque es cierto que en el pasado hubo hombres y mujeres con iguales pretensiones.

Tomemos el caso en los días del profeta Isaías: “Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos? ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido... El anciano y venerable de rostro es la cabeza; el profeta que enseña mentira, es la cola” (Is. 8:19, 20, 9:15).

Tal vez alguien podría decir que el profeta habla de los “encantadores y adivinos”, no del pueblo en general.  ¿No es acaso encantamiento y adivinación lo que hoy ocurre en muchos círculos llamados cristianos?  Toda congregación donde se reciben mensajes “de Dios” específicamente para tal o cual ocasión, esa tal iglesia nada tiene que ver con la fe cristiana.  Lo único de cristiano que tiene es su nombre, aunque en muchos casos ya no aparece este apelativo, sino algo así como... “Comunidad de Alabanzas”, “Centro de adoración y Alabanzas”, “Centro Familiar de Adoración” y cosas de este tipo.  Las palabras, Cristo, cristiano, evangélico, son rechazadas por los modernos encantadores, porque éstas son palabras usadas con frecuencia por las iglesias de carácter bíblico.

¡Cuánto debemos agradecer a Dios por darnos Su palabra, la Biblia, con sus 66 libros y porque todavía contamos con traducciones fieles al texto original!  De esta manera, cuando tenemos alguna duda, recurrimos al libro de Dios y allí siempre encontramos las respuestas que necesitamos.  Pero cuando comenzamos a oír a las revelaciones modernas, que pretenden provenir de Dios, pues... «el Señor me dijo, o tuve un sueño y el Señor me dijo, o mirando yo hacia el cielo raso al despertar, el Señor Jesús se me presentó y pude darme cuenta que él me dijo...»  ¿Creerá usted a estos traficantes de almas y aprendices de charlatanes?  ¡Por supuesto que no!  Pero cuidado, porque aquí se incluyen “reverendos” muy famosos, por la fortuna que amasaron y la cantidad de seguidores que tienen, además de haber escrito muchos libros y aparecer en televisión todas las semanas.

¿Cómo, entonces, sabremos quién habla bíblicamente y quién está engañando?  Hace ya milenios que Dios contestó esta interrogante: “Y si dijeres en tu corazón: ¿Cómo conoceremos la palabra que Jehová no ha hablado?; si el profeta hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él” (Dt. 18:21, 22). 

Dios lo hizo todo tan claro que ya en los días de Moisés él dijo que se levantaría un profeta único y que él sería la única voz autorizada de Dios: “Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis ... Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare” (Dt. 18:15, 18).

¿De quién está hablando Dios aquí?  ¿A cuál profeta se refiere?  ¡Es tan importante que sepamos de quién está hablando Dios!  En su discurso en el pórtico de Salomón, es Pedro quien se refiere a nuestro Señor, diciendo: “Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable; y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo. Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días” (Hch. 3:22-24).

No tenemos ningún problema para entender esta declaración mosaica.  El cumplimiento de las profecías de todos los profetas, desde Samuel en adelante, lo tenemos en la persona de Cristo Jesús.  Esta es la razón por qué el Señor, en la Gran Comisión (Mt. 28:18-20), urge a los suyos para que hagan discípulos, los bauticen y les enseñen “que guarden todas las cosas que os he mandado”.  Ahora usted podrá entender mejor lo de Hebreos 1:1, 2: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo”.

Cada vez que usted oye algo, por ejemplo, si alguien le dice: «Dios me habló o el Señor se me presentó y claramente me dijo...»,haga siempre esta pregunta: ¿Cómo sabe usted que la voz que escuchó era de Dios o del Señor?  Recuerde: Si Dios ha de hablar hoy al hombre, quien quiera que sea, siempre lo hará mediante SU PALABRA ESCRITA.  No hay más nuevas revelaciones de parte de Dios.  Es probable que alguien con pretensiones de cristiano oiga alguna voz, pero tenga por cierto que NUNCA será la voz de Dios.  Porque Dios no se contradice.  Si él dice que el broche de su revelación es Jesucristo, esto es todo.

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