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Por qué predicamos el evangelio - P2

Si la Iglesia sigue creciendo, si la Palabra es el único atractivo de los concurrentes, entonces quien está al frente puede estar seguro que está donde le corresponde.  Dios le ha llamado al ministerio, al pastorado.

3. PREDICO  EL  EVANGELIO  PORQUE  NO  DUDO  QUE  EL  CIELO  Y  EL  INFIERNO  SON  REALES
Es tanta la enseñanza bíblica sobre el cielo y el infierno, que cualquier persona en su juicio cabal, al leer la Biblia, se da cuenta de esta realidad.

¿ES  CIERTO  QUE  HAY  INFIERNO?
• En Mateo 5:22, Jesús menciona a quien... “quedará expuesto al infierno de fuego...”
• En Mateo 5:29, 30, habla de... “que todo tu cuerpo sea echado al infierno”.
• En Mateo 10:28 dice... “Temed... a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno”.
• En Mateo 18:9, habla de... “ser echado en el infierno de fuego”.
• En Mateo 23:15, el Señor dice... “Le hacéis dos veces más hijo del infierno”.
• En Mateo 23:33, el Señor pregunta... “¿cómo escaparéis de la condenación del infierno?”.
• En 2 Pedro 2:4, dice... “arrojándolos al infierno”.
• En Lucas 16, Jesús relata el caso de un individuo que murió sin ser salvo y dice que él, quejándose, dijo: “Estoy atormentado en esta llama”.
• Luego, Jesús le dice... “y tú atormentado en esta llama”.

Sabemos perfectamente bien cuál es la solución para el pecador para que no caiga en el Infierno.  ¡ES  EL  CIELO!

Dios no quiere que el pecador vaya al infierno.

Los ángeles tampoco quieren que el pecador vaya al infierno.

Los predicadores bíblicos, tampoco quieren que el pecador muera sin recibir antes el perdón de Dios.  ¡Y aunque no lo crea, los que ya están en el Infierno, tampoco le desean ese lugar a usted!

¿Quién es el que quiere ir allá?  Es el pecador que se niega a arrepentirse de sus pecados y recibir a Jesucristo como su Salvador.  Pero... ¿por qué un Dios de amor enviará a tanta gente al infierno?

Aunque usted no crea,  DIOS  A  NADIE  ENVÍA  AL  INFIERNO.  Todos van VOLUNTARIAMENTE.  Tan cierto es esto que cuando Dios creó el Infierno, no tuvo en cuenta al hombre.  Jesús dijo: “Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (Mt. 25:41).

HAY  TAMBIÉN  CIELO

Así como existe el Infierno, existe también el cielo.  Veamos un poco sobre este singular lugar.  Ningún predicador podrá jamás describir adecuadamente el CIELO, sus dimensiones y su apariencia.  Pero podemos saber algunas cosas:

1. Allá no entrarán personas no regeneradas.

2. Allá no habrá templo, ni reuniones de oración, ni ayunos.

3. Nadie sabrá allí de ladrones, mentirosos, criminales, suicidas.

4. Allí no habrá hospitales, ni médicos, ni medicina, ni cárceles, ni orfanatos, ni asilos.

5. Allí nadie tendrá que preocuparse por su estado de salud, alimento, seguridad, envejecimiento.

6. Allí no habrá falsas doctrinas, sectas, religiones, con sus respectivas banderas.

Los cristianos que saben que son salvos, no temen ya mismo a la muerte, porque saben que con la muerte aquí, ellos parten a la presencia de su Salvador.  Todos los cristianos deben saber que Dios les preparó un lugar seguro y eterno.

¿QUÉ  HAY  EN  EL  INFIERNO  Y  QUÉ  HARÁ  USTED  ALLÁ?

Algunos dicen: «Yo quiero ir al infierno para divertirme, para vivir el pecado al máximo.  Quiero ir porque allí no habrá inhibición alguna, no habrá freno, ni ley que regule tal o cual cosa, podré divertirme todo lo que quiero».  ¡NO  SERÁ  ASÍ...!  No hay un sólo texto bíblico que permita deducir que el infierno es un lugar divertido.  Todo lo contrario.  Allí hay gemir, hay dolor, hay sed insoportable y especialmente, sus habitantes nunca podrán satisfacer sus deseos.

Más bien allí hay “reuniones de oración muy fervientes”.

En el infierno hay oraciones intercesoras también: “Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento” (Lc. 16:27, 28).  ¡Qué oración elocuente y generosa procedente del infierno!  Pero… ¿Tuvo respuesta esta oración intercesora?  Fue contestada al instante, y aquí está la respuesta también: «A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos... Si no hacen caso a lo que la Biblia dice, no harán caso, aunque un predicador de entre los muertos vaya a predicarles».

Si usted muere sin Cristo, sin ser salvo, puede estar seguro que allí asistirá a esta conmovedora reunión de oración.  Probablemente nunca se acercó a un lugar donde los cristianos están orando.  Le pareció todo eso tan absurdo, tan sin sentido, tan inútil...  ¡Pero usted cambiará radicalmente ni bien llegue al infierno y se encuentre con tantos camaradas gimiendo, llorando, suplicando, orando, intercediendo y siempre deseando no haber sido tan torpes cuando tuvieron la oportunidad de ser eternamente salvos!

Predicamos el Evangelio porque creemos firmemente que el infierno es real, que es indescriptiblemente doloroso, que es castigo eterno, que no es nada divertido: “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Ap. 21:8).

¿QUÉ  EN  CUANTO  A  LA  RECOMPENSA  DE  LOS  REDIMIDOS?

Probablemente no habrá dos redimidos iguales, en su apariencia y su posición (Sal. 62:12; Pr. 24:11, 12; Jer. 17:10; Mt. 16:27; Ro. 2:5, 6; 1 P. 1:17; Ap. 2:23; 2 Co. 5:10; 1 Co. 15:41, 42).

Si quiere más textos bíblicos, abra su concordancia y busque las palabras RECOMPENSA y GALARDÓN.  Son sinónimos, aunque hay cierta diferencia, pero en ambos casos se trata del trato que recibirán los cristianos cuando comparezcamos ante el Tribunal de nuestro Señor.

Lo que recibamos en ese momento, será nuestro por la eternidad.

La imagen que obtengamos, será nuestra por siempre.

La gloria mayor o menor que nos corresponda, eso será todo.

En el caso de algunos se habla de... “corona”, lo que implica monarquía o realeza.

Como cristianos, estamos enviando materiales de construcción para lo que será nuestro palacio o nuestra modesta choza. Algunos envían oro, plata y piedras preciosas.  Otros, madera, heno y hojarasca. Algunos envían pureza, santidad, consagración, constancia, humildad, generosidad y bondad. Otros envían pleitos, insatisfacción, quejas, desgano, murmuraciones, mundanalidad, diversiones, falsas doctrinas, malos pensamientos, envidia y derrotas: “La obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa” (1 Co. 3:13, 14).

Hermanos, somos quienes decidimos nuestro paradero eterno.  Siendo salvos, no cabe duda de que estaremos con nuestro Salvador.  La pregunta es: «¿Seremos parte del equipo gobernante del Señor o simplemente súbditos de ese maravilloso reino?»  ¡Usted tiene la respuesta!

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