¿Es cierto que el romanismo es una religión de muertos?
- Fecha de publicación: Sábado, 01 Noviembre 2025, 21:15 horas
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Exactamente, el catolicismo romano desde todo punto de vista es simplemente una religión de muertos y para muertos. Note el crucifijo. Muchos cristianos suelen usar la cruz como emblema de cristianismo, pero siempre es una cruz, nada más. No es lo mismo con el romanismo, donde siempre aparece un supuesto Jesús todavía colgando de esa cruz.
Pero... ¿Por qué ocurre esto? Porque al falso cristianismo no le conviene un Cristo vivo, resucitado, reinante, triunfante, quien traspasó los cielos y hoy sigue con vida, intercediendo por nosotros delante de Dios el Padre. Sí, es verdad que Él murió por nuestros pecados, pero el apóstol, destacando su grandeza, después de su resurrección, dice: “De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así” (2 Co. 5:16).
Pretender representar a Cristo en cualquier forma, es grave pecado, tanto más cuando esto se hace mostrándolo sangrante, deformado, derrotado y desfigurado. Todo esto sí, tuvo su momento y su por qué. Pero, y tal como lo dice el apóstol, Él ya no es así ni nunca más lo será. ¡Cuán glorioso y victorioso es Él ahora! Juan el gran apóstol tuvo la oportunidad de verlo en su condición ya glorificada. Por poco Juan queda muerto, ya que es muy difícil que el hombre pueda verlo en toda su gloria y majestad, sin poner en peligro su propia vida. Note este texto que sigue: “Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas. Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza. Cuando le vi, caí como muerto a sus pies...” (Ap. 1:12-17a).
Si alguien le ofrece una supuesta réplica de Jesús, dígale que debe llenar estas características. No se trata de tomar cualquier pedazo de madera, trabajarlo, darle forma de un hombre, una cabecita, con un rostro, donde se note la boca, la nariz, los ojos, todo muerto, nada de vida, no acepte a tal Jesús. Hacer esto es vergonzoso, blasfemo, enfermizo, idolátrico y condenado en las Santas Escrituras severamente, asegurando que, tanto los que se ocupan en la fabricación de estos... “cristos” como quienes les encienden velas, los llevan en sus procesiones y se arrodillan delante de ellos. ¿Cuánta educación se necesita para descubrir que los ídolos de madera, yeso, metal o de trapos no es otra cosa que completa ceguera espiritual? No, no se trata de educación, porque usted puede notar que, en las festividades paganas de patronas y patronos, hay hombres verdaderamente educados quienes se ocupan de cargar a sus patronos, vírgenes, santos y sus... “cristos”. Todo lo que se necesita para seguir haciéndolo es mantenerse en el camino que conduce al infierno y desconocer al verdadero Dios.
Cuando leemos la descripción que hace Juan de nuestro verdadero Salvador, aquí no hay signos de muerte, sino de vida, de victoria, de triunfo.
¿Se imagina al verdadero Cristo con “sus ojos como llama de fuego, y sus pies semejantes al bronce bruñido... su voz como estruendo de muchas aguas... de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza...?” ¡Aquí no estamos tratando con un nene en brazo de una tal... “virgen perpetua!”
Entendemos que para quienes abrazaron la religión del cristo muerto, les conviene ignorar al verdadero Cristo resucitado.
Siempre, cuando llegamos al 31 de octubre y luego al 1 de noviembre, se rinde culto al “dios de la religión muerta”. No importa cómo se llama su “santo”, tampoco importa de qué metal ha hecho ese tal “santo”. Pero la verdad es que se trata de una verdadera blasfemia contra Dios, contra su Hijo Jesucristo y contra el Espíritu Santo. ¿Leyó usted alguna vez lo que la Biblia dice sobre la idolatría, sobre hacerse imágenes? ¿Sobre venerarlas o adorarlas, cargarlas de un lugar a otro, postrarse delante de esas supuestas deidades? ¡Tenga mucho cuidado, mi estimado amigo lector! Si usted participa en alguna forma con la religión idolátrica, usted puede tener la seguridad de que aún no es salvo. Si la muerte lo sorprende en esa condición, su paradero será el infierno. La Palabra de Dios dice que “...los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre...” (Ap. 21:8b). “Reuníos, y venid; juntaos todos los sobrevivientes de entre las naciones. No tienen conocimiento aquellos que erigen el madero de su ídolo, y los que ruegan a un dios que no salva. Proclamad, y hacedlos acercarse, y entren todos en consulta; ¿quién hizo oír esto desde el principio, y lo tiene dicho desde entonces, sino yo Jehová? Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí. Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más (Is. 45:20-22).Por favor lea en el Salmo 115:3-8, también en Isaías 44:9-20.
¿Sabía usted que, al rendirle culto a algún ídolo, usted participa con el culto a los demonios? El apóstol dice: “¿Qué digo, pues? ¿Que el ídolo es algo, o que sea algo lo que se sacrifica a los ídolos? Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios” (1 Co. 10:19, 20).
Si usted es uno de esos que en alguna forma trata con ídolos, participa de las peregrinaciones religiosas honrando a tal o cual santo, tal o cual “santa imagen”, procesión, prendedera de velas y cosas parecidas, usted, según el apóstol Pablo, es un “gentil” que en este caso se refiere a un pagano. Usted, tal vez se considera cristiano, bautizado, confirmado, catequizado, incluso puede que sea catequista, pero todavía está involucrado en las terribles tinieblas del demonismo. ¡Abra sus ojos, estimado mío y renuncie a todo involucramiento en estas supersticiones paganas que se han introducido en el “cristianismo” de nuestro continente!