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Boletin dominical - 19/04/09

Los pensamientos de la humanidad en general están ahora centrados en la economía. Nos encontramos en medio de una crisis histórica, que ya algunos expertos hasta han dicho que es de proporciones bíblicas. La compra, la venta, las inversiones, los empleos, el ahorro y los trabajos están en la primera página de las noticias. Detrás de todo una nueva pintura se proyecta en perspectiva, la cual revela una locura globalista que proclama que ha llegado el tiempo para que se establezca un sistema monetario global para controlar el mundo.

Los pensamientos de la humanidad en general están ahora centrados en la economía. Nos encontramos en medio de una crisis histórica, que ya algunos expertos hasta han dicho que es de proporciones bíblicas. La compra, la venta, las inversiones, los empleos, el ahorro y los trabajos están en la primera página de las noticias. Detrás de todo una nueva pintura se proyecta en perspectiva, la cual revela una locura globalista que proclama que ha llegado el tiempo para que se establezca un sistema monetario global para controlar el mundo.

El término «economía» se origina de la palabra griega del Nuevo Testamento oikonomia, que significa «mayordomía» o «administración de una casa o establecimiento doméstico». Aunque la Biblia no es un texto de economía, sí tiene mucho que decir sobre el tema del dinero y las finanzas. Entendido de manera apropiada, el tema de la economía tiene una conexión vital a la vida espiritual en general. La Escritura nos dice que hay una forma para administrar el dinero en este mundo, y una forma de verlo desde la perspectiva apropiada.

Se puede decir que el dinero es una obsesión global. En las dos últimas décadas, no era extraño que en países como Estados Unidos, algunas personas lograran acumular grandes fortunas de la noche a la mañana. La preocupación tradicional era hacer tanto dinero como fuera posible.

Pero las finanzas son como el mar, con sus olas, mareas, incluso tsunamis, los cuales son precedidos por un descenso súbito y radical en la marea, para ser seguidos por una inundación súbita y catastrófica. Cuando las aguas se normalizan la vida continúa como un mar en calma. La preocupación actual es tratar de rescatar lo que ha quedado después de un gran tsunami financiero. Esos que han tenido grandes pérdidas fiscales en la última década, son como esos que perdieron hasta la ropa en el desastre.

Cuando hay una divisa estable de cambio financiero, todo está bien. Pero cuando se torna inestable hay angustia. Las preguntas bullen: ¿Perderemos el trabajo? ¿Perderemos nuestras posesiones? ¿Podremos seguir comprando o vendiendo? Algunos dicen que nos encontramos al borde de un colapso económico, otros insisten en que ya estamos en medio de él. ¿Qué de nosotros los cristianos? ¿Vamos a desesperarnos como aquellos que no tienen esperanza alguna? ¿Cuál debe ser nuestra actitud frente a tanta inseguridad? Recordemos la pregunta del salmista Si fueren destruidos los fundamentos, ¿qué ha de hacer el justo?” (Sal. 11:3).

La Biblia habla en muchas formas sobre los eventos actuales que se están desarrollando ante nuestros propios ojos, de los cambios masivos que están arrasando el mundo. Muchos dicen que todo esto fue anticipado en la profecía, y de hecho es así. ¿Cuál es la respuesta a las palabras del salmista? La respuesta es muy sencilla, porque los justos estarán ya con el Señor. Al no estar en un mundo con tantas amenazas, el Señor nos muestra que debemos hacer cuanto podamos persuadiendo a los pecadores aún no salvos a que acudan al Salvador.

 

El mammón y la mayordomía

 

Pero... ¿Qué nos condujo al lugar en que nos encontramos hoy? Muy simple, estamos donde estamos por la codicia, la corrupción y la incompetencia. La honestidad y la ética fueron arrojadas por la borda a cambio del dinero. No hay nada nuevo con respecto al comportamiento de esta naturaleza. El Señor Jesucristo hizo mención a una sociedad saturada con esta clase de prácticas.

A comienzos de Su ministerio público, Él habló sobre el tema de las riquezas, de mammón en griego. Esta palabra se deriva de un término arameo que denota riqueza o propiedad en general. Hoy simplemente le llamamos dinero, con todos sus atributos, buenos y malos. Jesús hizo una declaración clara muy conocida, respecto a que el uso del dinero como fuerza redentora, está totalmente en oposición a Dios. Dijo: Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mt. 6:24).

En este texto note la palabra “servir”, Jesús no habla únicamente de creer en Él, sino de servirle. Muchos cristianos siendo salvos, al no dedicarse a servirle, están sirviendo a las riquezas. Se esfuerzan por tener más y más. Por lo visto desean el mayor montón de ceniza. Porque bien sabemos que a la postre, cuantos sirven hoy a “mammón” verán sus riquezas convertidas en ceniza. Por supuesto, a mayor monto de riquezas, mayor será el montón de ceniza. ¿Será ésta su recompensa ante el tribunal de Cristo, hermano?

¿Qué provecho podemos sacar de esta «crisis económica mundial»? ¿Por qué no la llamamos mejor: «La lección económica mundial para los cristianos avaros y materialistas»?

Mientras los expertos... en economía mundial buscan soluciones para... reactivar la economía, nosotros los cristianos deberíamos de revisar nuestra propia conducta en lo que derivamos (de nuestros ingresos) para la causa del evangelio. ¡Qué oportunidad la que el Señor nos está dando!

Son días para reflexionar, orar, reconsiderar y actuar en dirección al avance del evangelio. Aquí en Paraguay el Señor nos ha dado lo que nadie tiene en todo cuanto es el Mercosur. ¿No desearía participar usted también en esta oportunidad misionera única?

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