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El Judío ¿Bendición o maldición? (III) Las cuatro preguntas

Ahora vamos a tratar de responder cuatro de las preguntas más lógicas, con respecto al retorno actual del pueblo judío al territorio de Israel.  Encontramos esas respuestas en el Antiguo Testamento, en el libro de Ezequiel.  El profeta Ezequiel redactó su libro profético en tal forma que estimula la curiosidad de los lectores, hasta el punto que se sienten obligados a hacerse a sí mismos cuatro preguntas básicas.

Después que uno lee los capítulos 1 al 34 de Ezequiel, se advierte de que el pueblo judío sería dispersado de su tierra natal en medio de las naciones del mundo.  El capítulo 34 declara que los israelíes serían recogidos en medio de las naciones del mundo y llevados de regreso a su territorio, además, de que ellos finalmente introducirán el Reino Mesiánico.  Este reino es el punto más destacado de las profecías del Antiguo Testamento.  En breve habrá dispersión, reunificación y la introducción del Reino Mesiánico.

Ezequiel nos aseguró que el retorno de los judíos al territorio de Israel no sería algo que ocurriría al azar.  En lugar de eso sería una empresa enorme organizada por Dios.  Con la magnitud de este evento a la vanguardia, él vio anticipadamente las cuatro preguntas siguientes que surgirían.  Un proceso que sería algo como esto:

1.   ¿Cómo responderían los enemigos históricos de Israel a su regreso?
2.   ¿Cuál sería la condición de la Tierra Santa para el tiempo del retorno de ellos?
3.   ¿Cuándo tendría lugar esta reunificación?, y
4.   ¿Por qué tendría lugar esta reunificación?

Hoy sabemos que la dispersión mundial ocurrió entre el año 70 hasta 1948.  También sabemos que el retorno de los judíos al territorio de Israel comenzó oficialmente el 14 de mayo de 1948, el día en que las Naciones Unidas reconocieron formalmente a Israel como el estado judío.  Según el profeta Ezequiel, este retorno finalmente producirá un remanente fiel de judíos.

El remanente, que serán los judíos que sobrevivan a los desastres asociados con el período de la gran tribulación, reconocerán que el Señor Jesucristo es el Mesías, y le aceptarán como su Salvador personal.  Muchos eruditos cristianos se refieren al período de la tribulación como a los siete años finales de la línea de tiempo de la tierra, seguidos por el retorno de Cristo a la tierra al final de la tribulación, la derrota del Anticristo y sus ejércitos y el establecimiento subsecuente de su Reino Mesiánico por mil años.

1.  ¿CÓMO RESPONDERÍAN LOS ENEMIGOS HISTÓRICOS DE ISRAEL A SU REGRESO?

Antes de que comiencen a desarrollarse los eventos anticipados en los capítulos 35 al 39 de Ezequiel, la primera pregunta legítima a contestar es: ¿Cómo recibirían sus vecinos árabes el retorno colectivo del pueblo judío al Medio Oriente, después de haber guardado tanto odio contra ellos a lo largo de la historia? ¿Será que este odio desaparecerá debido a la compasión motivada por la dispersión del pueblo judío? ¿O será acaso que les espera una realidad mucho más dura a su regreso?

La respuesta la encontramos en el capítulo 35 de Ezequiel, versículo uno, hasta el capítulo 36, versículo 15.  Allí el profeta explica que lo último será la realidad.  Que los países árabes que rodean a Israel protestarían ante el retorno nacional de los judíos a la región.  Que estos eternos enemigos revivirían su odio antiguo y se opondrían severamente al pueblo judío.

Ezequiel usó expresiones claras para describir la hostilidad que enfrentaría el pueblo judío a su retorno.  Según Ezequiel 35:5, los enemigos los odiarían y derramarían su sangre.  “Por cuanto tuviste enemistad perpetua, y entregaste a los hijos de Israel al poder de la espada en el tiempo de su aflicción, en el tiempo extremadamente malo” (Ezequiel 35:5).

-   Dice Ezequiel 35:12 que ellos impugnarían el derecho de los judíos a regresar y tener soberanía sobre el territorio de Israel.   “Por cuanto dijiste: Las dos naciones y las dos tierras serán mías, y tomaré posesión de ellas; estando allí Jehová” (Ezequiel 35:10).

-   Y que el entero proceso estará plagado de propaganda blasfema.   “Y sabrás que yo Jehová he oído todas tus injurias que proferiste contra los montes de Israel, diciendo: Destruidos son, nos han sido dados para que los devoremos” (Ezequiel 35:12).

-   Los árabes orgullosamente dirán “¡Ea!” en una proclamación pública como enemigos de Israel.  Así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto el enemigo dijo de vosotros: “¡Ea! también las alturas eternas nos han sido dadas por heredad” (Ezequiel 36:2).

Ezequiel profetizó anticipadamente los eventos que rodearían el regreso de los judíos al territorio de Israel en 1948, y lo que habrá de ocurrir hoy.  Los enemigos históricos de Israel nunca han dejado de odiarlos a pesar de que han transcurrido 1.878 años desde que ellos abandonaron su tierra natal.

Las guerras no convencionales que tuvieron lugar en 1948, 1956, 1967 y 1973, dieron auge a métodos de guerra no convencionales que hoy llamamos terrorismo.   A esto se sumó la propaganda, impugnando el derecho de los judíos a retornar a su antiguo territorio.  Ambas cosas son producto de las naciones árabes que le rodean, todas las cuales han sido enemigos históricos de Israel.  Ezequiel acertó en la primera pregunta, procedamos ahora a responder la segunda.

2.  ¿CUÁL SERÍA LA CONDICIÓN DE LA TIERRA SANTA PARA EL TIEMPO DEL RETORNO DE LOS JUDÍOS?

¿Qué sería de “...  los montes... los collados... los arroyos... los valles... las ruinas y asolamientos y... las ciudades desamparadas, que fueron puestas por botín y escarnio de las otras naciones alrededor”? (Ezequiel 36:4b). ¿Restaurará el Señor el territorio a una condición capaz de facilitar el influjo masivo de los judíos que regresan?

-   La respuesta la encontramos en Ezequiel 36:1-12.  Tal como dijo el profeta el territorio sería cultivado y sembrado y daría abundancia de cultivos.  “Porque he aquí, yo estoy por vosotros, y a vosotros me volveré, y seréis labrados y sembrados” (Ezequiel 36:9).

-   Los hombres se multiplicarían y habitarían las ciudades y reconstruirían las ruinas.  “Y haré multiplicar sobre vosotros hombres, a toda la casa de Israel, toda ella; y las ciudades serán habitadas, y edificadas las ruinas” (Ezequiel 36:10).

-   La vida humana y animal florecería, y las condiciones mejorarían en extremo.  “Multiplicaré sobre vosotros hombres y ganado, y serán multiplicados y crecerán; y os haré morar como solíais antiguamente, y os haré mayor bien que en vuestros principios; y sabréis que yo soy Jehová” (Ezequiel 36:11).

-   En cuanto al territorio, Ezequiel 36:12 nos dice: “Y haré andar hombres sobre vosotros, a mi pueblo Israel; y tomarán posesión de ti, y les serás por heredad, y nunca más les matarás los hijos”.

Ezequiel profetizó que el territorio sería capaz de producir suficientes cultivos para sostener el retorno de millones de emigrantes judíos.  En cumplimiento de numerosas profecías, los judíos están regresando a la tierra prometida de sus patriarcas, Abraham, Isaac y Jacob.  Creemos que la apertura del mar Rojo en el tiempo del Éxodo de los judíos desde Egipto, palidece en comparación con la migración milagrosa de millones de judíos, de regreso a Israel.  Después de la persecución y pobreza hacia las riquezas, las puertas de Israel se han abierto para darle la bienvenida a su pueblo.  Aunque han encontrado la resistencia de los árabes, esto no oscurece el espectáculo de su retorno.

Vemos entonces que Ezequiel ha respondido correctamente ya dos preguntas.  Israel es capaz de proveer lo necesario para su pueblo, y de resistir los ataques de los árabes, además las naciones a través del mundo la reconocen como una nación productiva.  Veamos a continuación que dice Ezequiel acerca del tiempo de la reunificación que comenzó en 1948.

3.   ¿CUÁNDO TENDRÁ LUGAR ESTA REUNIFICACIÓN?

Ezequiel no responde esta pregunta en términos de tiempo, sino más bien en términos de condición.  Sugiere que el pueblo judío se encontrará en una situación grave y horrible, y que éste será el punto para su restauración.  Los judíos experimentarían este destino, mientras ellos como un pueblo, residieran fuera del territorio de Israel, esparcidos en medio de las naciones del mundo.

“Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos.  Por tanto, profetiza, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel.  Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío.  Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová” (Ezequiel 37:11-14).
Ezequiel nos dijo que Dios llevaría a los judíos de regreso a Israel, queriendo decir con esto que para ese tiempo, ellos como pueblo se encontrarían residiendo fuera del territorio.  Su uso de términos tan descriptivos como “huesos que se secaron... pereció nuestra esperanza... somos del todo destruidos... y os haré subir de vuestras sepulturas”, retratan la condición nacional del pueblo judío al final de su dispersión.  Ellos habrían sucumbido indefensos y sin esperanzas, víctimas de las condiciones del holocausto, tanto que si Dios no hubiera intervenido habrían sido exterminados “del todo destruidos”.  Por lo tanto, su condición de indefensos sería lo que definiría enteramente la duración del tiempo.

Ahora sabemos por la historia que el holocausto fue el cumplimiento de la visión profética de Ezequiel de los huesos secos, y la respuesta a la pregunta: “¿Cuándo tendrá lugar esta reunificación?”.  La esperanza del pueblo judío se perdió conforme los eventos de la segunda guerra mundial pospusieron abruptamente el movimiento sionista y naturalmente su atención cambió de su tierra natal al holocausto.  La reunificación tuvo lugar inmediatamente después de las condiciones horribles anticipadas por Ezequiel.

Fue así como el pueblo judío se encontró en una situación tan grave que si Dios no hubiera intervenido y los hubiera llevado de regreso a su tierra natal, sus enemigos los habrían exterminado completamente.  Pero Jehová Dios les había prometido mucho antes a sus patriarcas Abraham, Isaac y Jacob que el pueblo judío nunca sería extinguido sino que sería “... como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar...” (Génesis 22:17b).  Durante la segunda guerra mundial, Dios utilizó a las fuerzas aliadas para preservar la raza judía.

Tal como profetizó Ezequiel los israelitas fueron víctimas de una situación grave y horrible.  Es evidente que Dios tenía que intervenir por el bien de su  Santo Nombre, o el mundo habría enfrentado la posibilidad de que cada judío hubiera sido exterminado, lo cual lo habría hecho parecer como un mentiroso.  Ezequiel exactamente predijo que llegaría el momento fatal, en el cual Dios tendría que moverse para proteger a los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob.

“Por tanto, di a la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las naciones adonde habéis llegado” (Ezequiel 36:22).

La segunda guerra mundial concluyó, y los nazis, los exterminadores de los judíos terminaron derrotados.  Así finalizó también el intento de genocidio en contra de los israelitas.  La simpatía general en favor de los judíos, debido a la opresión y tortura de que fueron objeto, conllevó a las Naciones Unidas a legislar el restablecimiento de la nación de Israel.

Como ya hemos visto, Ezequiel tuvo acceso a toda esta información dos mil quinientos años antes que ocurriera, y la dejó registrada para nosotros.  Tal como dijo: “Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel” (Ezequiel 37:12b).  Ésta profecía no se refiere a la resurrección, sino a la restauración.  Anticipa la intervención divina contra el genocidio de los judíos, junto con la ayuda para facilitar su retorno al territorio de Israel.

Dios además declaró: “No lo hago por vosotros, oh casa de Israel”, indicando que en los días que conllevarían al holocausto, los judíos no estarían haciendo nada notable en el escenario del mundo para hacer que las naciones los tuvieran en alta estima.  Por el contrario, su comportamiento como nación sería de incredulidad en su Dios.

Su falta de fe como pueblo escogido, lo único que estaría haciendo sería difamar el santo nombre de Dios.  En esta condición, los judíos no le estarían presentando al mundo ninguna razón para que respetaran a su Dios, sino que por esta causa se verían sometidos a un tratamiento terrible, tal como ese que recibieron durante el holocausto.  Esta sería una situación intolerable para Él, considerando que siempre ha dicho que es el único Dios.  Pero... ¿Cómo puede un dios, llamarse a sí mismo Dios de un pueblo, si tal pueblo no tiene un territorio propio ni su protección?

“Y cuando [los judíos] llegaron a las naciones adonde fueron, profanaron mi santo nombre, diciéndose de ellos: Estos son pueblo de Jehová, y de la tierra de él han salido.  Pero he tenido dolor al ver mi santo nombre profanado por la casa de Israel entre las naciones adonde fueron.  Por tanto, di a la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las naciones adonde habéis llegado.  Y santificaré mi grande nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos.  Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país” (Ezequiel 36:20-24).

El punto de Dios aquí, es que los judíos retornarían desde las naciones del mundo, esencialmente en la misma condición espiritual que tenían cuando salieron.  Habrían transcurrido más de dos mil años sin que hubiera tenido lugar un cambio efectivo en la situación de los judíos como nación.  Ellos serían reunificados en condición de incredulidad, enfatizando con esto que Jehová su Dios era quien tomaba responsabilidad por su regreso.  Dios tenía que restaurar su Santo Nombre después de siglos de permanecer difamado durante la dispersión de Israel.

4.   ¿POR QUÉ TENDRÍA LUGAR ESTA REUNIFICACIÓN?

Esta pregunta conllevó a Ezequiel a profetizar el evento grandioso que tendría que ocurrir para que sea restaurado el Santo Nombre de Dios.  “Y santificaré mi grande nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos” (Ezequiel 36:23).

Es claro entonces que con la restauración del pueblo judío vendrá la restauración del Santo Nombre de Jehová su Dios.   Pero... ¿Cómo llevará a cabo Dios este milagro?  Uno podría pensar que el simple rescate de los judíos del genocidio del holocausto, o tal vez el milagroso proceso de restauración que está teniendo lugar actualmente, sería suficiente.  Sin embargo, cuando miramos a nuestro alrededor, vemos que las naciones del mundo no están enteradas de las huellas evidentes de Dios en todo este proceso de restauración.

Por consiguiente, Ezequiel describe algo aún mucho mayor - un evento  tan espectacular que habrá de ocurrir, que las naciones gentiles volverán sus ojos al pueblo judío y al nombre santo de su Dios.  Dice: “Y haré notorio mi santo nombre en medio de mi pueblo Israel, y nunca más dejaré profanar mi santo nombre; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, el Santo en Israel.  He aquí viene, y se cumplirá, dice Jehová el Señor; este es el día del cual he hablado” (Ezequiel 39:7-8).

Dios quería que su nombre fuera conocido en medio de su pueblo Israel.  Antes de leer la descripción de este evento, tenga bien presente que en este punto, ¡Dios se refiere a ellos como “mi pueblo Israel”!  Esto significa que una vez más reconoce a los judíos como su nación, su pueblo escogido.  También sugiere que es en este momento cuando santifica su gran nombre en medio de su “pueblo Israel”.  Note que no se menciona la Iglesia, aunque en la actualidad se le considera como el pueblo de Dios.

Por lo tanto: ¿En dónde estará la Iglesia cuando Israel, el pueblo de Dios, una vez más ocupe la posición primera y central en el plan divino de Dios?  Una posible respuesta es, que el Rapto de la Iglesia precederá este evento espectacular en el cual Dios hará notorio su Santo Nombre.

En los capítulos 38 y 39, una sección comúnmente conocida como la invasión de Magog, Ezequiel describe el evento principal por el cual Dios hace notorio su nombre.  Sin embargo, en esta ocasión no vamos a entrar en detalles sobre este evento espectacular.

La Escritura indica que la invasión de Gog ocurrirá después del holocausto, en algún momento durante el período de la reunificación del pueblo judío en Israel.  El profeta deja claro que para ese tiempo, ellos estarán morando con seguridad, sin muros y no tienen cerrojos ni puertas.  Poseen un gran botín debido a su éxito sobre las naciones árabes que lo rodean: Egipto, Arabia Saudita, Gaza, Jordania, Siria y Líbano, y todo gracias a su ejército grande en extremo.

La invasión de Magog estará comandada por Rusia e Irán, y varias otras naciones del día moderno predominantemente islámicas, pero en esta incursión de los países árabes que rodean a Israel, no se menciona específicamente a Egipto, Arabia Saudita, Gaza, Jordania, Siria y Líbano.

De acuerdo con los estudiosos de las profecías éstas serán las naciones que integrarán la coalición de Gog y Magog:

Gog - El gobernante que comandará la coalición encabezada por Rusia
Magog - Rusia y Asia Central, incluyendo las ex-repúblicas soviéticas independientes de Kazakistán, Turkmenistán, Tadyikistán, Usbekistán y Kirguisia.
Mesec y Tubal - Moscú y Tobolsk
Persia - Irán, parte de Iraq y Turkmenistán
Cus - Sudán, la sede del Frente Nacional Islámico y de varios grupos terroristas.
Fut - Libia, otro de los países que apoya el terrorismo y abiertamente rehúsa reconocer el derecho de Israel a existir.
Gomer - Turquía
Togarma - Armenia y Alemania
Muchos pueblos - Otros países próximos a Israel que serán parte del Jihad.

Algunos incluyen en “muchos pueblos” a Egipto, y Siria, pero como ya dijéramos, no se mencionan concretamente.

El punto que realmente nos interesa, es que cuando todo esto ocurra, Israel ya estará morando con seguridad, por lo que se infiere que la amenaza que constituyen los países árabes limítrofes de Israel, ya habrá sido eliminada gracias a su poderío militar.

Ezequiel 38:4 nos dice que será Dios quien preparará esta invasión masiva: “Y te quebrantaré, y pondré garfios en tus quijadas, y te sacaré a ti y a todo tu ejército, caballos y jinetes, de todo en todo equipados, gran multitud con paveses y escudos, teniendo todos ellos espadas”.

Para el espectador todo esto parecerá como si la entera prueba fuera completamente desproporcionada: El gran oso ruso y sus amigos levantándose en contra del diminuto Israel, quien está solo.  Sin embargo, no debemos olvidar que será Dios quien estará a cargo de todo, que será Él quien lo hará a fin de hacer notorio su santo nombre, después de miles de años de difamación.  Es obvio que se siente obligado a crear un drama incluso mucho mayor que el de David y Goliat.

“Tú pues, hijo de hombre, profetiza contra Gog, y di: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra ti, oh Gog, príncipe soberano de Mesec y Tubal.  Y te quebrantaré, y te conduciré y te haré subir de las partes del norte, y te traeré sobre los montes de Israel; y sacaré tu arco de tu mano izquierda, y derribaré tus saetas de tu mano derecha.  Sobre los montes de Israel caerás tú y todas tus tropas, y los pueblos que fueron contigo; a aves de rapiña de toda especie, y a las fieras del campo, te he dado por comida.  Sobre la faz del campo caerás; porque yo he hablado, dice Jehová el Señor.  Y enviaré fuego sobre Magog, y sobre los que moran con seguridad en las costas; y sabrán que yo soy Jehová.  Y haré notorio mi santo nombre en medio de mi pueblo Israel, y nunca más dejaré profanar mi santo nombre; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, el Santo en Israel” (Ezequiel 39:1-7).

Tal como declara Ezequiel, Dios hará notorio su santo nombre al dirigir este grandioso evento.  Quiere que las naciones del mundo sepan que Israel verdaderamente es su pueblo, y que Él está vivo y bien, a pesar de haber experimentando siglos de desprecio durante la dispersión de su pueblo.

Los verdaderos seguidores de Dios no se han alejado de Él durante ese tiempo, sino que han tenido una representación adecuada a lo largo de siglos de dispersión.  Sin embargo, con el paso del tiempo, la Iglesia en general olvidó cuál es el papel del judío en el plan profético de Dios, y al hacerlo dejó de enfatizar la relación entre el Creador y su pueblo.  Esto es problemático porque minimiza la importancia del elemento judío en el pacto Abrahámico.  Este pacto incondicional que Dios hizo con Abraham detalla la política divina en relación con la existencia humana.

Las naciones del mundo quedaron en libertad para determinar la forma cómo se comportarían internacionalmente, sin tener en cuenta para nada el pacto Abrahámico.  Esto creó una situación lamentable, porque en esencia ha permitido que la comunidad internacional funcione independientemente del gobierno divino.  Esto sería aceptable, únicamente si el gobierno divino no existiera, no obstante no puede ser ignorado indefinidamente.  De tal manera que podemos entender la importancia de que el Creador restablezca la nación de Israel como su pueblo escogido, porque al hacerlo hará que el mundo una vez más note que Él -  el Dios de los judíos, es el único Dios y que su nombre es Santo.

En resumen, vemos que Ezequiel proveyó las respuestas a las cuatro preguntas, con relación al retorno de los judíos al territorio de Israel: De que ellos enfrentarían la resistencia de las naciones árabes que los rodean; que el territorio estaría apto para facilitar la migración masiva del pueblo judío destinado a regresar a la Tierra Prometida; que los judíos emergerían de un horrible holocausto, lo cual evidenciaría la conclusión de la secuencia de su dispersión y que  finalmente serán restablecidos como el pueblo de Dios y por medio de ellos el Señor hará notorio su Santo Nombre.

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