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Clarificación de valores

La filosofía de la educación ha cambiado drásticamente a lo largo de los años. Arrastrados por una agenda humanista, los límites que en un tiempo marcaban la diferencia entre lo bueno y lo malo, ya no existen.

Algunos educadores están preocupados porque estamos produciendo una generación de estudiantes que creen que incluso hasta los sacrificios humanos son algo moralmente relativo. Pero... ¿Realmente está ocurriendo esto? ¿Dónde acabará?

Según un artículo publicado en U. S. News & World Report titulado «Un holocausto sin culpables», el no juzgar se ha convertido en un problema creciente en las escuelas en Estados Unidos. John Leo, el autor del artículo expresó su preocupación declarando: «Los estudiantes están renuentes a oponerse a los grandes horrores morales, incluyendo los sacrificios humanos, la persecución étnica y la esclavitud, porque consideran que nadie tiene el derecho a criticar el punto de vista moral de otro grupo o cultura».

Kay Haugaard, una escritora independiente que enseña literatura creativa en el Pasadena College en la ciudad de California, también expresó preocupación. En un artículo escrito en la Crónica de Educación Superior, ella declaró que sus estudiantes actuales tienen mucho problema para expresar cualquier reserva moral u objeción cuando se les pide que discutan el tópico del sacrificio humano. Basando su razonamiento en las enseñanzas, de que la ética depende de la situación y del relativismo moral, los estudiantes dicen, «que les queda muy difícil condenar los sacrificios humanos porque los aztecas los practicaban». O considere lo que Christina Sommers, profesora de filosofía en la Universidad Clark en Massachusetts ha observado: «Los estudiantes que no pueden condenar el Holocausto, a menudo le dirán con franqueza que tratar a los seres humanos como si fueran superiores a los perros o a los roedores es inmoral».

El término «absolutofobia» se ha puesto de moda para describir la renuencia actual en nuestra sociedad para decir que algo está equivocado. Claro está, ya que de acuerdo con los humanistas, no hay normas ni valores morales absolutos. Basados en este punto de vista, ¿no debería cada uno tener el derecho a hacer cualquier cosa que cree sea correcta de acuerdo con su propio punto de vista?

Es interesante ver que U. S. News & World Report publique un artículo revelando la profundidad de la depravación en el cual ha caído nuestro sistema educativo. Para un cristiano que confía y cree en la Biblia, la absolutofobia no es algo sorprendente, es la realidad de un mundo caído.

Cuando un individuo o una sociedad remueve a Dios de su pensamiento, creen que ya no tienen que rendirle cuentas a nadie. De hecho, los humanos tienen la libertad para imponer sus propias reglas. La Biblia indica que lo que está ocurriendo hoy en nuestra sociedad ya ocurrió antes. Tal como leemos en el libro de Jueces: "En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía" (Jue. 17:6).

Tal vez ha llegado el tiempo para revaluar el programa de clarificación de valores y para que otros expresen su preocupación acerca del peligro de seguir enseñando en las escuelas que la "ética depende de la situación". Recuerde lo que le ocurrió a los aztecas quienes practicaban el relativismo moral, todos están muertos. El producto final del sacrificio humano es la muerte. ¡Y eso es absoluto!

Chapuceando con la vida

Los científicos norteamericanos han anunciando que están preparados para crear una nueva forma de vida en el laboratorio. Su intento es producir una sola célula, un organismo hecho parcialmente por el hombre, que comenzará a alimentarse y a dividirse para crear una población de células diferentes a todas las previamente conocidas. ¿Cuál será el resultado? ¿Una utopía hecha por los hombres, tal como algunos creen?

Siempre me ha fascinado la biología. Desde que era un niño, quería saber qué hacía palpitar las cosas vivas. Más tarde, durante mis días universitarios, como estudiante y después como conferencista, aprendí y promoví la idea de que la vida era el producto de un proceso natural ocurrido en el curso de millones de años.

Por la gracia de Dios, el sentido común, la lógica, las circunstancias y eventos específicos, finalmente pude reconocer que la vida es la obra de un Creador. Ahora, al saber quién es el diseñador, tengo una nueva perspectiva de la vida y por qué existe.

Durante las dos décadas pasadas, he estado siguiendo el campo de la ingeniería genética. Como cristiano y creacionista, estoy a menudo frustrado por las aspiraciones de hombres y mujeres que sostienen el punto de vista darviniano y creen además que el hombre tiene el derecho a desempeñar el papel de Dios.

Fue por eso que el artículo publicado en el periódico Washington Post, el 21 de noviembre de 2002, titulado «Los científicos planean hacer una nueva forma de vida» atrajo mi atención. Según el artículo, los científicos J. Craig Venter y Hamilton O. Smith están en el proceso de hacer historia. Ellos planean crear una nueva forma de vida en una probeta.

El proyecto, patrocinado por el Departamento de Energía, el cual aportó una donación de tres millones de dólares, está designado con el propósito en mente, de usar finalmente la vida para "aplicaciones prácticas". Si los señores Venter y Smith tienen éxito en diseñar "nueva vida", con el paso del tiempo le añadirán nuevas funciones. Una de sus metas es bosquejar una célula que descomponga el dióxido de carbono de las emisiones de las centrales de energía, y produzca hidrógeno para combustible.

El proyecto comenzará con un organismo minúsculo que vive en el tracto genital de los seres humanos. Los científicos removerán todo el material genético del organismo luego sintetizarán una fibra artificial de material genético semejando la aparición natural de un cromosoma.

Obviamente, el proyecto suscita preguntas éticas y filosóficas: ¿Qué pasaría si esta forma híbrida de vida diseñada por el hombre, se multiplicara en forma incontrolable? ¿Tienen los humanos la sabiduría o el derecho moral para crear nuevos organismos?

Un panel de expertos ha ofrecido ya las respuestas a estas preguntas. El grupo que incluía un rabino y un sacerdote, concluyó: «Si la meta final iba a beneficiar a la humanidad y si seguían todas las salvaguardas apropiadas, el proyecto podía ser considerado ético». O como declaró Mildred Cho, de la Universidad de Stanford, una experta en la ciencia que trata con las implicaciones éticas de la investigación biológica en la medicina: «Estoy menos preocupada de lo que debería respecto al proyecto de que los científicos hagan una especie de microbio monstruoso, porque sé que ellos están bien conscientes de los posibles riesgos de lo que están haciendo». ¿Está convencido? ¿Cuán confiables son estas declaraciones hechas por un rabino, un sacerdote y un científico? Yo le sugiero considerar lo que dijo Dios en el libro de Génesis: "Que la vida fue creada según su género y diseñada para reproducirse de acuerdo a su propia especie". Cuando el hombre opta por quebrantar las reglas impuestas por Dios y jugar a ser Dios, tendrá que afrontar consecuencias serias.

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