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Vientos de Apostasía - Es una obra para los cristianos confundidos a raíz de tantas... - Capítulo X

Índice del artículo

Capítulo X

¿Quiere Dios que todos estén sanos? 

Si usted le formula esta pregunta a Benny Hinn, él le dirá: "Mientras más estudio la Palabra de Dios, más convencido estoy de que ningún cristiano debe estar enfermo. Si fuera la voluntad de Dios que yo estuviera enfermo, entonces Jesús llevó mi enfermedad en vano... Repito, cuando el Señor perdona el pecado, siempre incluye la sanidad ... Es simultáneo. Sólo un toque, un aliento del Señor, es todo lo que usted necesita. Dios salva y sana. Perdona y sana. Dios perdona y sana" (Señor necesito un milagro - Benny Hinn, página 88, 89).

El mismo Benny Hinn menciona a William Branham, de quien dice fue "uno de los mas grandes evangelistas de Estados Unidos". Branham era un individuo que se creía Juan el Bautista o Elias, aunque ya falleció. Fue uno de los puntales de todas las herejías de estos últimos tiempos. El fue quien dijo: "Señor, sí tu palabra es salud para todo mi cuerpo, voy a mantenerme firme en tu Palabra que dice: 'Mandadme a cerca de ... la obra de mis manos' (Is. 45:11). El Señor no dijo: 'pedidme'. Él dijo 'mandadme'. Y eso fue lo que Branham hizo. Dios lo prometió, y el evangelista lo mandó a Él (a Dios) que lo hiciera. Le dijo: 'Mi Dios, ¡te mando en el nombre de Jesús que tu Palabra obre en mí! (Necesito un milagro, página 98).

El atrevimiento y las blasfemias de estos hombres no tienen paralelo. Pablo le habla a los Gálatas de esos que predican ese ... "otro evangelio". ¡Hoy los tenemos con su "evangelio" de sanidad física, de poderes para echar demonios, para tumbar a sus seguidores, con su "evangelio" de carcajadas, el evangelio de las riquezas materiales! ... Pero oiga lo que dice Pablo: "Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido sea anatema" (Gal 1: 8,9). Y dice Levítico 27:29: "Ninguna persona separada como anatema podrá ser rescatada; indefectiblemente ha de ser muerta".

Aunque la palabra anatema es sinónimo de maldición en muchas versiones bíblicas, y en parte así es, existe sin embargo una clara diferencia, ya que no todas las veces que se usa maldición, corresponde a la palabra anatema. "Anatema" quiere decir que quien comete tal pecado, se ha enredado en algo tan serio que jamás podrá ser salvo. Hoy en día muchos de los hombres que aparecen como predicadores y líderes, están cometiendo este pecado.

Son individuos que conocen la Palabra de Dios, y reciben abundantes contribuciones porque mucha gente los sigue mansamente pensando que se trata de auténticos siervos del Señor y líderes espirituales. De ahí, que no solamente son culpables de las herejías que propagan, sino de deshonestidad ante Dios y los hombres. De ellos la Biblia tiene mucho qué decir. El apóstol Pablo los describe así: "Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras" (II Cor. 11:13-15).

Es notable, porque en el capítulo 1 de Gálatas, Pablo dice que quienes predican ese "otro evangelio u otro Cristo", son anatema. Y en el libro de Levítico leímos que quienes cometen pecado de anatema ya NO tienen rescate. Pero ... ¿Quiénes son ellos? Son personas que conocen muy bien la Biblia, que conocen las sanas doctrinas, que saben que son deshonestos, pero que no quieren salir de la situación porque la misma los ha hecho populares, tienen muchos admiradores y aduladores, algo que siempre reclama la carne. Además, cuentan con poderes sobrenaturales no muy comunes. Lo triste de todo, es que sin ser salvos, tampoco pueden serlo. Pablo habla de ellos en forma tajante, mostrando cuál será finalmente su fin: "Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia" (II Tes. 2:7-12).

El hecho de enseñar la Biblia es asunto sumamente serio. Podemos estar guiando las almas o al cielo o al infierno. Dios dice que quienes se levantan como maestros y predicadores y tienen la oportunidad de hablarle a miles y hasta millones, también tienen gran responsabilidad. Si enseñan el error, llega un momento en que Dios envía un poder engañoso para que creen la mentira, porque las mentiras que se enseñan hoy a través de medios tan poderosos como la televisión, la radio y los libros, han creado una confusión nunca antes vista. Además, de venir en envoltorios tan atractivos como son la salud física, el bienestar emocional, la prosperidad económica y "poderes divinos" para controlar las masas.

Este fraude es denunciado por Pablo, quien dice que se trata de individuos que han cometido el pecado de anatema. Es raro que alguno de estos falsos predicadores se haya arrepentido y abandonado el engaño. Esto se debe a que Dios ya los ha destinado, "a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia". Todos los que enseñamos debemos tener especial cuidado con la teología que propagamos. "Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación" (Stg.3:l).

Cuando veo a muchos de esos tele-evangelistas, que manipulan de una manera tan irrespetuosa al Espíritu Santo, y escucho lo que dicen sobre él, me pregunto si lo que el Señor dijo sobre la blasfemia contra el Espíritu Santo no aplica a ellos. Jesús manifestó: "Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero... Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado" (Mat. 12:31,32,36,37).

Nunca se ha hablado tanto y a tanta gente al mismo tiempo, en forma tan descuidada y sin el menor respeto como ahora. Se hacen bromas del Espíritu Santo y se enseñan cosas acerca del Espíritu que la Biblia no enseña. El mismo Benny Hinn, en otro libro - Buenos días Espíritu Santo, lo manipula a su entero antojo e introduce enseñanzas que no son impartidas por la Biblia. Dice por ejemplo en la página 9: "De repente Él estaba allí. El Espíritu Santo entró en mi cuarto ... En las ocho horas siguientes, tuve una experiencia increíble con el Espíritu Santo ... Parecía que mi cuarto se había elevado al hemisferio del cielo". Más adelante, este mismo autor dice en la página 19, "que oraba al Espíritu Santo". Y éstas son sus palabras en la página 55: "Por mucho tiempo yo luchaba por entender la Biblia. Entonces vino el día que levanté mis ojos y dije: Maravilloso Espíritu Santo, ¿me quieres decir lo que quieres decir con esto? El habló. Él me reveló la Palabra ... Fui sincero y transparente cuando dije: Precioso Espíritu Santo, yo deseo conocerte. Nunca olvidaré lo nervioso que estaba. Pero desde aquel día he llegado a conocerlo como un hermano. Verdaderamente, Él es un miembro de la familia".

¿Es esto lo que enseña la Biblia sobre el Espíritu Santo? En ningún lugar dice que tenemos que elevarle nuestras plegarias y conversar con él. Lo que la Biblia enseña, es que debemos orar al Padre en el nombre de Jesús. El Espíritu hace su trabajo de intercesor. "Pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos" (Rom. 8:26,27). La Biblia no dice que el Espíritu Santo tiene asignada su labor y que él la realiza sin que nosotros le pidamos. Aceptamos por fe que él está presente en nuestro ser desde el momento de recibir a Jesucristo. Por hermosa, placentera, pacífica y fragante que sea la experiencia que uno tenga y se la atribuya al Espíritu Santo, si esa experiencia carece de base bíblica, se trata de un espíritu extraño.

Sin embargo, ahora estamos tratando la cuestión de la sanidad. Francamente si usted me pregunta si yo quiero ser sano, no tengo problemas para contestarle. No quiero sufrir de ningún dolor, no me gusta estar enfermo, ni debilitado, ni sufrir limitación alguna. Quiero contar con mucha energía, quiero ver bien, caminar sin problemas, disfrutar de todos los alimentos sin tener que cuidarme de nada. Pero no soy dueño ni siquiera de mi cuerpo. El cuerpo que tengo, frágil como es, me lo prestó el Señor, y es él quien se encarga de irlo arrugando poco a poco, acortándole la vista, debilitándole los huesos y limitándole la resistencia para las labores diarias. Pero he comprobado, tanto en mi propio caso como en la vida de muchos hermanos, que cuando un cristiano está enfermo, su vida espiritual se robustece. Cuando disfrutamos de buena salud, hasta llegamos a pensar que Dios está muy contento con nuestra espiritualidad, y que por eso nos mantiene sanos. Sin embargo, la Biblia nos presenta a muchos hombres de Dios que por lo visto nunca se sanaron.

Tomemos el caso de Moisés. Es muy probable que era tartamudo. ¿Qué le costaba a Dios sanarlo? Pero ... ¿Acaso no lo sano Dios porque entonces no habían las grandes cruzadas de milagros? ¿O sería quizá que el Señor necesitaba la ayuda de algún "tumbador", "soplador" o curandero para que le impusiera las manos, le mandara un "pañuelito ungido" o le expulsara el demonio de la tartamudez?

¡No, Dios no lo sano! Sino que le dijo a Moisés, que él haría el papel de Dios para Aarón, y que Aarón a su vez le serviría de boca. Note como actúa Dios. ¿Qué preferiría ser usted si Dios le diera esa mismo opción: una boca o Dios mismo? La respuesta es clara. Cada vez que Moisés tuvo que enfrentarse con Faraón, Aarón le acompañaba. ¿No hubiera sido mucho más práctico que Dios simplemente hubiera ordenado que cualquier problema que había en el habla de Moisés desapareciera y que él pudiera hablar claramente con Faraón? Desde el punto de vista puramente humano, así es, pero en ningún lugar de la Biblia encontramos que dice que Dios le dio sanidad a Moisés. Para poder entender los intrincados caminos de Dios, debemos considerar la carrera de ambos - de Moisés y su hermano Aarón y compararlas. Dios por ejemplo, dijo respecto a Aarón: "¿No conozco yo a tu hermano Aarón, levita y que él habla bien?" (Exo. 4:14). Aarón era un locutor de primera línea. Ganaría mucho dinero hoy, sí estuviera usando tanto la radio como la televisión. Sin embargo, tal vez por esa misma razón, Aarón no tenía carácter. Su voz era perfecta, pero su corazón era imperfecto. Cuando Moisés y Josué regresaban del monte Sinaí con las Tablas de la Ley, se encontraron con el "primer concierto de Rock organizado por el propio Aarón". "Cuando oyó Josué el clamor del pueblo que gritaba, dijo a Moisés: Alarido de pelea hay en el campamento. Y él respondió: No es voz de alaridos de fuertes, ni voz de alaridos de débiles; voz de cantar oigo yo. Y aconteció que cuando llegó al campamento, y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte ... Y viendo Moisés que el pueblo estaba desenfrenado, porque Aarón lo había permitido, para vergüenza entre sus enemigos" (Exo. 32:17-19,25).

Aunque Moisés ignoraba cuántas cosas le esperaban durante su trayectoria hacia la tierra prometida, Dios sí lo sabía. Ambos se complementaban, pero cuando Aarón quedó por algunos días como único líder delante del pueblo, fracasó. Su carácter no le ayudó. Aunque no tenía problemas de salud, su vida espiritual era pobre. No obstante, a pesar de su condición espiritual miserable, Dios lo puso a cargo del sacerdocio, ya que de él desciende el sacerdocio judio.

Los milagreros de hoy dicen que debemos oponernos a toda enfermedad, no aceptarla, sabiendo que Dios quiere que estemos sanos. Benny Hinn declara: "Firmemente creo que el Señor quiere que vivamos totalmente sanos. Es la hora de creer, proclamar y comenzar a vivir de tal forma que podamos decir: ¡La enfermedad no es mía y no la toleraré bajo ninguna circunstancia! Cuando este mensaje comience a moverse dentro de nuestra alma, la enfermedad tendrá que huir" (Señor necesito un milagro, página 94). Ahora oigamos lo que dijo el gran profeta Jeremías, quien estaba enfermo: "¡Ay de mí, por mi quebrantamiento! mi llaga es muy doloroso. Pero dije: Ciertamente enfermedad mía es esta, y debo sufrida" (Jer. 10:19).

Lo que enseña Benny Hinn sobre la cuestión enfermedad y sanidad, es exactamente lo opuesto a lo que enseña la Biblia. Jeremías sin duda conocía muy bien al Dios Todopoderoso. Nunca dudo de su poder para devolverle la salud y cicatrizar sus dolorosas heridas. Pero el profeta reconoció que esa era su enfermedad, y nunca se le ocurrió pensar que no sanaba por faltarle cierta dosis de fe, de visualización, por no repetir un mantra o algo así. Su respuesta fue que era su enfermedad y que su única alternativa segura era sufrirla. Job, el gran siervo de Dios, cuando fue herido por Satanás, aunque con permiso de Dios, asumió la misma actitud. Había perdido todo, excepto a su esposa. Era su única esperanza. Pero cuando Dios permitió que el diablo le hiriera con una horrible llaga en todo su cuerpo, su esposa también se alejó de él. Un día se produjo entre ambos un breve, pero muy triste diálogo: "Entonces le dijo su mujer ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete. Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Que? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios" (Jb. 2:9,10). Es cierto que Job se sanó luego, pero no acudió a curanderos, ni le impusieron las manos ni nada de eso. Dios cumplió su misión con él, y así como lo perdió todo, el Señor se lo duplicó.

El apóstol Pablo también estaba enfermo y hasta donde sabemos nunca se sanó. Por cierto, él tampoco hace mención a esa intimidad con el Espíritu, de que tanto hablan hoy los sanadores. Primero le oímos decir: "Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo" (II Cor. 12:7-9).

Pablo no explica cuál es el problema que tiene en su cuerpo. Dice que es un aguijón, "Un mensajero de Satanás que (l)e abofete (a)". Aunque no afirma que esa enfermedad era un demonio, es evidente que Dios permitió que Satanás ocasionara cierto dolor físico al apóstol, para lo cual Satanás se valió de uno de sus mensajeros, un demonio, quien cumplió esta misión. Siguiendo este problema del apóstol, es bastante fácil descubrir en qué consistía ese ... "aguijón" de que Pablo sufría y que era ocasionado por un mensajero de Satanás.

Para poder entender mejor cómo funciona esto, veamos el cuadro del censo que levantó David y que fue para su propio dolor. El libro 2 Samuel 24:1 dice: "Volvió a encenderse la ira de Jehová contra Israel, e incitó a David contra ellos a que dijese: Vé, haz un censo de Israel y de Judá". Sin embargo, este mismo caso está registrado en otro lugar de la Biblia, y lo que leemos es exactamente lo contrario: "Pero Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David a que hiciese censo de Israel" (1 Cro. 21:1).

Alguien podría preguntar: "Después de todo, ¿era Dios o era el diablo quien incitó a David para censar el pueblo?". Satanás no cuenta con los atributos de Dios ni tiene todo su poder, sino que está sujeto a él en todo. Por eso se deleita en hacer daño y por eso acusa constantemente a los hijos de Dios, buscando algún pretexto para causarles daño, especialmente daños físicos. Fue definitivamente Dios, quien queriendo castigar a Israel por su pecado, puso en el corazón de David la idea de censar al pueblo. Ya que al leer los dos pasajes, es evidente que Dios estuvo de acuerdo en que pasara esto para castigar a Israel. De allí en adelante Satanás tomó el asunto por su cuenta y tentó a David para que así lo hiciera. Satanás no hubiera tenido éxito en su misión sí Dios no hubiera dispuesto así las cosas.

El apóstol Juan dice en Apocalipsis 12:10 que Satanás nos acusa delante de Dios día y noche. Él espera siempre estas extras, para causar calamidades, tentar a los cristianos, producir todo tipo de divisiones innecesarias, muertes prematuras, etc. No obstante, está muy limitado en lo que a los cristianos se refiere.,

En el capítulo 2 de Filipenses, Pablo menciona a Epafrodito que está enfermo, "a punto de morir", pero que se sanó (2:27). En I Timoteo 5:23 Pablo hace alusión a las "frecuentes enfermedades" de Timoteo, añadiendo que tiene problemas con el estómago. Al referirse a la iglesia de Corinto dice que "hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros" (I Cor. 11:30), Añadiendo en otra de sus epístolas: "A Trófimo deje en Mileto enfermo" (II Tim. 4:20). ¡Si tan solo Pablo hubiera tenido la oportunidad de aprender los trucos de las cruzadas de milagros, jamás habría dado un testimonio tan pobre!

¿Sería acaso que Pablo no sabía que Dios quería que todos disfrutaran de completa salud física? ¡De haberlo sabido, no habría dejado al pobre Trófimo enfermo! Es posible también que Pablo en sus días no conoció a una de esas iglesias "del evangelio completo". En II Corintios 11:29, Pablo pregunta: "¿Quién enferma y yo no enfermo?". Pero ... ¿Cuál era el problema de salud de Pablo? Tal vez más de uno, aunque en uno de sus escritos hace mención por lo menos a uno de sus males. Le dijo a los Gálatas: "Pues vosotros sabéis que a causa de una enfermedad del cuerpo os anuncié el evangelio al principio; y no me despreciasteis ni desechasteis por la prueba que tenía en mi cuerpo, antes bien me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús. ¿Dónde, pues, está esa satisfacción que experimentabais? Porque os doy testimonio de que si hubieseis podido, os hubierais sacado vuestros propios ojos para dármelos" (Gal. 4:13-15).

Pablo menciona que estuvo con los gálatas y les predicó la Palabra de Dios, debido a un problema que sufrió justo cuando se encontraba de paso por Galacia. Añadiendo que los gálatas fueron muy condescendientes con su problema, y que si tal cosa hubiera sido posible, ellos le habrían dado sus propios ojos. De esto se desprende que su problema debía ser la vista. Luego esto queda reforzado por lo que él mismo dice en su carta antes de finalizarla: "Mirad con cuan grandes letras os escribo de mi propia mano" (Gal. 6:11).

Varias de sus cartas fueron escritas por otros, aunque él las dictó. Pero ésta a los Gálatas la redactó personalmente, y debido sin duda su corta vista su letra era muy grande.

Pero ... ¿Por qué estas personas no se sanaron ¿Se sanaron todos los que tenían fe en Jesús? ¿Es cierto que la Biblia dice que si tan solo tenemos fe nos sanaremos?.