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El año 2018 y la profecía bíblica

El año 2018 y la profecía bíblica

Finalmente concluyó el 2017, uno de los años más inestables en nuestros últimos días. Mientras que el 2018 que acabó de comenzar, marca el septuagésimo aniversario del renacimiento de Israel, el que fue restaurado como nación el 14 de mayo de 1948.

El estado judío alberga en la actualidad cerca de 6.500 millones de israelíes, una cifra muy superior a todos los hebreos que pudieran morar en cualquier otra nación, en la historia moderna.  Reubicar a todos estos desplazados a su antigua patria ancestral no fue tarea fácil.  Sus antepasados estuvieron dispersos en medio de las naciones por casi dos mil años.

No existe ningún otro grupo étnico en la historia que haya sobrevivido a una diáspora mundial tan prolongada, dos desolaciones enteras y una completa dispersión de su patria histórica.  La primera desolación y dispersión duró 70 años, comenzando alrededor del 586 antes de Cristo, durante el reinado del imperio babilónico.  La segunda empezó en el año 70 después de Cristo, cuando los romanos destruyeron la ciudad de Jerusalén y el segundo templo judío, y concluyó al renacimiento de la nación el 14 de mayo de 1948.

Una gran mayoría de creyentes estamos convencidos, que la existencia de Israel en la actualidad es un milagro moderno, pero si es así... ¿A qué o a quién debe atribuírsele el mérito de esta maravilla sin precedentes?  ¿Le corresponde la gloria a las Naciones Unidas, la que legisló su existencia a través de su resolución 181, el 29 de noviembre de 1947?  Ciertamente, después de la horrible campaña genocida judía llevada a cabo por los nazis durante el Holocausto, los judíos supervivientes merecieron simpatía y compasión internacional.  Sin embargo: ¿Fue la ONU o el Dios soberano quien trabajó a través de esta organización, lo que causó la creación del estado judío?

En el pasado el Creador ha obrado a través de las naciones gentiles para cumplir sus propósitos soberanos con respecto a los judíos, en relación con su patria en Israel.   De acuerdo con Jeremías 25:8-11, los babilonios fueron usados como una herramienta para apartarlos de su tierra,  como parte de un acto disciplinario divino: “Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos: Por cuanto no habéis oído mis palabras, he aquí enviaré y tomaré a todas las tribus del norte, dice Jehová, y a Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y los traeré contra esta tierra y contra sus moradores, y contra todas estas naciones en derredor; y los destruiré, y los pondré por escarnio y por burla y en desolación perpetua.  Y haré que desaparezca de entre ellos la voz de gozo y la voz de alegría, la voz de desposado y la voz de desposada, ruido de molino y luz de lámpara.  Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años”.

Según Esdras 1:1-6, después de la conclusión de esta dispersión histórica, el Señor utilizó a los persas con su infame rey Ciro para restaurar a los judíos a su territorio. “En el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, despertó Jehová el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito por todo su reino, diciendo: Así ha dicho Ciro rey de Persia: Jehová el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá.  Quien haya entre vosotros de su pueblo, sea Dios con él, y suba a Jerusalén que está en Judá, y edifique la casa a Jehová Dios de Israel (él es el Dios), la cual está en Jerusalén.  Y a todo el que haya quedado, en cualquier lugar donde more, ayúdenle los hombres de su lugar con plata, oro, bienes y ganados, además de ofrendas voluntarias para la casa de Dios, la cual está en Jerusalén.  Entonces se levantaron los jefes de las casas paternas de Judá y de Benjamín, y los sacerdotes y levitas, todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios para subir a edificar la casa de Jehová, la cual está en Jerusalén.  Y todos los que estaban en sus alrededores les ayudaron con plata y oro, con bienes y ganado, y con cosas preciosas, además de todo lo que se ofreció voluntariamente”.

Si se aclama a las Naciones Unidas por esto, entonces ¿por qué este cuerpo internacional ha empañado este trofeo al aprobar más sanciones negativas en contra del estado judío, que contra cualquier otra nación en el mundo?  Desde la aprobación de la Resolución inicial 181, la ONU ha pasado cientos de condenas en contra de Israel.  ¿O debe la maravilla de la existencia de Israel acreditársele al Dios de la Biblia?  ¡La respuesta a ésta pregunta es sí!  Esto se comprende por el hecho de que el estado judío de hoy, cumple con múltiples profecías bíblicas antiguas.  Estas son predicciones que fueron registradas hace miles de años en los pergaminos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. A continuación mencionaremos una lista de algunas de estas profecías.

Por ejemplo Oseas 3:4-5: “Porque muchos días estarán los hijos de Israel sin rey, sin príncipe, sin sacrificio, sin estatua, sin efod y sin terafines.   Después volverán los hijos de Israel, y buscarán a Jehová su Dios, y a David su rey; y temerán a Jehová y a su bondad en el fin de los días”.  El sistema de sacrificios concluyó alrededor del año 70 de la era cristiana, cuando los romanos destruyeron el segundo templo.  Hasta la fecha, los israelíes anticipan ese día cuando reconstruirán su templo y reanudarán los sacrificios.

Dice Isaías 66:8: “¿Quién oyó cosa semejante? ¿quién vio tal cosa?  ¿Concebirá la tierra en un día?  ¿Nacerá una nación de una vez?  Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz sus hijos”.  Esta profecía anticipa el renacimiento de Israel en un día.  El 14 de mayo de 2018, marcará el septuagésimo aniversario del cumplimiento de este milagro.  

Dice Ezequiel 38:8: “De aquí a muchos días serás visitado; al cabo de años vendrás a la tierra salvada de la espada, recogida de muchos pueblos, a los montes de Israel, que siempre fueron una desolación; mas fue sacada de las naciones, y todos ellos morarán confiadamente”.  Este versículo anticipa que la reunificación del pueblo de Israel tendría lugar en los últimos días.

Por su parte Ezequiel 20:34 y 36:24 nos deja saber, que el retorno de los judíos desde los confines de la tierra, sería un fenómeno mundial: “Y os sacaré de entre los pueblos, y os reuniré de las tierras en que estáis esparcidos, con mano fuerte y brazo extendido, y enojo derramado...  Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país”

Ezequiel 37:11 y 12 declara, que los judíos serían restaurados después de experimentar un horrible holocausto.  “Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel.  He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos.  Por tanto, profetiza, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel”.

Isaías 11:11 profetiza la reunificación segunda y final de los judíos en la tierra prometida.  “Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que Jehová alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo que aún quede en Asiria, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar y Hamat, y en las costas del mar” (Isaías 11:11).  El consenso entre algunos eruditos en profecía, es que el primer retorno de los judíos fue el que tuvo lugar desde Babilonia alrededor del año 539 antes de Cristo, y que el segundo está relacionado con el presente.

Sofonías 3:9 proclama que se implementaría un idioma único el cual permitirá que los judíos adoren a Dios con la misma lengua.  “En aquel tiempo devolveré yo a los pueblos pureza de labios, para que todos invoquen el nombre de Jehová, para que le sirvan de común consentimiento”.

Dijo el Señor Jesucristo: “Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes.  El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa.  Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo; porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.  Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mateo 24:15–22).

Estos versículos predicen que en el futuro, el Anticristo entrará en el templo judío, el que para entonces ya habrá sido reconstruido y cometerá una acción abominable.   El Señor Jesucristo le advirtió a los judíos que vivieran en Israel durante ese período, que cuando fuesen testigos de este evento huyeran de inmediato porque se avecinaba un tiempo de gran tribulación y persecución para todos ellos.  Cuando las condiciones en Jerusalén lo permitan, los judíos construirán este mismo templo al que aludió el Señor en esta profecía.  El punto es, que para que esta predicción se cumpla Israel tenía que estar restaurado como una nación. ¡E Israel existe hoy!

Una de las profecías más convincentes, que evidencian que la existencia de Israel hoy tiene sobre sí las huellas conspicuas de Dios, es la que se cita dos veces en el libro de Jeremías.  “No obstante, he aquí vienen días, dice Jehová, en que no se dirá más: Vive Jehová, que hizo subir a los hijos de Israel de tierra de Egipto; sino: Vive Jehová, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del norte, y de todas las tierras adonde los había arrojado; y los volveré a su tierra, la cual di a sus padres” (Jeremías 16:14–15).  “Por tanto, he aquí que vienen días, dice Jehová, en que no dirán más: Vive Jehová que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra de Egipto, sino: Vive Jehová que hizo subir y trajo la descendencia de la casa de Israel de tierra del norte, y de todas las tierras adonde yo los había echado; y habitarán en su tierra” (Jeremías 23:7-8).

Aunque estos dos versículos parecen repetitivos, es importante notar una distinción importante.  Jeremías 16:15 en relación con Jeremías 23: 8 aclara, que la tierra prometida dada a los patriarcas judíos, Abraham en Génesis 15:18, Isaac en Génesis 26: 3 y Jacob en Génesis 35:12, a quienes se refiere como a “sus padres”, pertenece a los judíos hoy como parte de la herencia dada por Dios.  Si la comunidad internacional reconociera este hecho histórico y los enemigos árabes de Israel aceptaran esta verdad bíblica, entonces podría alcanzarse la paz en Medio Oriente.

En la actualidad el presidente norteamericano Donald Trump está tratando de preparar un plan de paz para el Medio Oriente.  Él planea presentarlo en este 2018, sin embargo es muy probable que no logre el objetivo deseado de resolver el conflicto árabe-israelí en general y el dilema palestino-israelí más específicamente, porque lamentablemente está siguiendo los mismos pasos fallidos de los señores Clinton, Bush y Obama.  La fórmula bíblica para lograr la paz en el Medio Oriente está dada en una antigua profecía de Jeremías, y si la propuesta de paz de Trump para el Medio Oriente no está en armonía con la de Jeremías, está condenada al fracaso desde el principio.

El plan Divino de paz para el Medio Oriente

“Así dijo Jehová contra todos mis malos vecinos, que tocan la heredad que hice poseer a mi pueblo Israel: He aquí que yo los arrancaré de su tierra, y arrancaré de en medio de ellos a la casa de Judá.  Y después que los haya arrancado, volveré y tendré misericordia de ellos, y los haré volver cada uno a su heredad y cada cual a su tierra.  Y si cuidadosamente aprendieren los caminos de mi pueblo, para jurar en mi nombre, diciendo: Vive Jehová, así como enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal, ellos serán prosperados en medio de mi pueblo.  Mas si no oyeren, arrancaré esa nación, sacándola de raíz y destruyéndola, dice Jehová” (Jeremías 12:14–17).

Esta profecía de Jeremías contiene la solución política perfecta para el presente conflicto árabe-israelí. Anticipa las complicaciones demográficas que surgirían con el regreso de los judíos a la Tierra Santa, e incorpora sabiamente provisiones para un proceso de reasentamiento territorial.   Según Isaías 46:9 y 10, el Señor que conoce el fin desde el principio, se dio cuenta plenamente de que el antiguo odio árabe contra los judíos, no desaparecería durante los siglos de la diáspora judía, sino que seguiría existiendo en el momento de su reagrupamiento en su patria Israel.  Es por eso que Jeremías usó palabras negativas y enérgicas contra esos países, tal como “que arrancaría a esa nación y la sacaría de raíz destruyéndola”.

Independientemente de lo que Dios reconoció que sería el caso futuro, prescribió por medio de Jeremías el remedio profético para que todos los líderes mundiales se adhirieran a él.  Desafortunadamente, la comunidad internacional está consciente de esto, pero aparentemente no está interesada en el plan benévolo del Creador para la paz de Medio Oriente.  Sin embargo, eso no ha impedido que el Señor allane el camino para la paz.

Con el colapso del Imperio Otomano después de la Primera Guerra Mundial, el proceso de reasentamiento del Señor fue habilitado.  Conforme el imperio turco perdió su control sobre la región del Medio Oriente, los árabes y los persas recuperaron su condición de estado.  A Persia se le cambió el nombre a Irán en 1935.

Luego, en 1948 Israel se convirtió en una realidad, en cumplimiento de las profecías bíblicas antes mencionadas.  El plan de Dios está efectivamente en su lugar.  Además de los refugiados palestinos desplazados, y los malvados vecinos árabes, tal como anticipó la profecía, han sido restaurados  “... cada uno a su heredad y cada cual a su tierra” (Jeremías 12:15b).  Asimismo después de eso, los vecinos malvados de Israel deben cumplir con el resto de la profecía de Jeremías, que es: “Y si cuidadosamente aprendieren los caminos de mi pueblo, para jurar en mi nombre, diciendo: Vive Jehová, así como enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal, ellos serán prosperados en medio de mi pueblo” (Jeremías 12:16).

¡Esto no ha ocurrido!  Jeremías instruye a esos vecinos malvados que aprendan a jurar por Él, por el Dios de la Biblia y no lo han hecho, y ésta es la única obligación que impuso el Creador en su plan compasivo para la paz en el Medio Oriente.  El Señor ha mantenido su parte del trato, restauró los estados árabes, pero ellos no han cumplido con su parte porque no le han jurado lealtad a Él.   Adoran a Alá y en vez de abrazar a sus vecinos judíos y hacer las paces con ellos, día a día intentan destruirlos.  Por lo tanto, pronto enfrentarán el castigo prescrito por Dios, tal como dijo por medio del profeta: “Mas si no oyeren, arrancaré esa nación, sacándola de raíz y destruyéndola, dice Jehová” (Jeremías 12:17).

¿Pero cómo y cuándo ocurrirá todo esto?  ¿Podría ser el 2018 el año en que el Señor comience a ejercer su juicio sobre los pueblos árabes? ¿Qué depara el futuro para este 2018?  Hay varias profecías que están listas para cumplirse en cualquier momento.  Son poderosas predicciones de impacto global que tendrán un efecto adverso, incluso sobre los estadounidenses y el mundo entero. Estas profecías no tienen condiciones previas, lo que significa que podrían suceder en el momento presente.  A continuación citaremos una breve lista de algunas de ellas.

Estas profecías de impacto global podrían ser:

-         El desastre en Irán, sobre el cual dice Jeremías 49:34-38: “Palabra de Jehová que vino al profeta Jeremías acerca de Elam, en el principio del reinado de Sedequías rey de Judá, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí que yo quiebro el arco de Elam, parte principal de su fortaleza. Traeré sobre Elam los cuatro vientos de los cuatro puntos del cielo, y los aventaré a todos estos vientos; y no habrá nación a donde no vayan fugitivos de Elam. Y haré que Elam se intimide delante de sus enemigos, y delante de los que buscan su vida; y traeré sobre ellos mal, y el ardor de mi ira, dice Jehová; y enviaré en pos de ellos espada hasta que los acabe.  Y pondré mi trono en Elam, y destruiré a su rey y a su príncipe, dice Jehová”.

-         La destrucción de Damasco.  “Profecía sobre Damasco. He aquí que Damasco dejará de ser ciudad, y será montón de ruinas” (Isaías 17.1 y Jeremías 49:23-27).

-         Derribo de Jordania. “Y pondré mi venganza contra Edom en manos de mi pueblo Israel, y harán en Edom según mi enojo y conforme a mi ira; y conocerán mi venganza, dice Jehová el Señor” (Ezequiel 25:14, también Jeremías 49: 1-6, y Sofonías 2: 8-10).

-         El terror que sobrevendrá sobre Egipto: “Profecía sobre Egipto. He aquí que Jehová monta sobre una ligera nube, y entrará en Egipto; y los ídolos de Egipto temblarán delante de él, y desfallecerá el corazón de los egipcios dentro de ellos.  Levantaré egipcios contra egipcios, y cada uno peleará contra su hermano, cada uno contra su prójimo; ciudad contra ciudad, y reino contra reino.  Y el espíritu de Egipto se desvanecerá en medio de él, y destruiré su consejo; y preguntarán a sus imágenes, a sus hechiceros, a sus evocadores y a sus adivinos.  Y entregaré a Egipto en manos de señor duro, y rey violento se enseñoreará de ellos, dice el Señor, Jehová de los ejércitos” (Isaías 19:1-4).

-         El final de la guerra árabe israelí.  “Dios mío, ponlos como torbellinos, como hojarascas delante del viento, como fuego que quema el monte, como llama que abrasa el bosque.  Persíguelos así con tu tempestad, y atérralos con tu torbellino.  Llena sus rostros de vergüenza, y busquen tu nombre, oh Jehová. Sean afrentados y turbados para siempre; sean deshonrados, y perezcan. Y conozcan que tu nombre es Jehová; tú solo Altísimo sobre toda la tierra” (Salmo 83:13–18).

Nosotros podemos suponer con seguridad, que la ejecución de los juicios sobre las naciones mencionadas en el Salmo 83 tendrán lugar antes que se forme la coalición en cuestión.  Deducimos esto porque la alianza ruso-iraní intentará invadir a un Israel militarmente seguro, y esto sólo podrá ser una realidad después del juicio subsecuente ejecutado sobre las otras naciones que rodean a Israel mencionadas en el Salmo 83.  Los confederados nombrados en el Salmo 83 son:

-         “Las tiendas de los edomitas” cuyo equivalente moderno son los refugiados palestinos y los jordanos del sur

-         “Los ismaelitas” - que corresponden a Arabia Saudita 

-         “Moab” - a los refugiados palestinos y jordanos del centro

-         Los “agarenos” - a los egipcios

-         “Gebal” - al norte de Líbano

-         “Amón” - los refugiados palestinos y jordanos del norte

-         “Amalec” - los árabes al sur de Israel

-         “Los filisteos” - los refugiados palestinos y Hamás de la Franja de Gaza

-         “Los habitantes de Tiro” - Hezbolá y el sur de Líbano

-         “El asirio”  - que no son otros que los sirios modernos y

-         “Los hijos de Lot” - que son los mismos Moab y Amón mencionados anteriormente.

Debido a estos juicios ejecutados sobre los árabes que menosprecian a los judíos, Israel alcanzará la autonomía requerida y preparará el escenario para la invasión rusa-iraní.  El mundo internacionalmente lo reconocerá como un estado soberano judío y el conflicto árabe israelí de que somos testigos hoy, quedará finalmente resuelto.

Como tal, Israel será una nación en paz, la que alcanzará gracias a su poderío militar.  Es el “ejército grande en extremo” profetizado en Ezequiel 37:10 el instrumento que utilizará Jehová Dios en la ejecución del juicio en contra de las naciones árabes que rodean a Israel.  El estado judío tomará control y explotará mucho del territorio que hoy está ocupado por los árabes, lo cual contribuirá a la restauración de su fortuna.

-         La decadencia de Estados Unidos, el que es identificado en la Biblia como los mercaderes de Tarsis.  “Sabá y Dedán, y los mercaderes de Tarsis y todos sus príncipes, te dirán: ¿Has venido a arrebatar despojos? ¿Has reunido tu multitud para tomar botín, para quitar plata y oro, para tomar ganados y posesiones, para tomar grandes despojos?” (Ezequiel 38:13).

-         La expansión de Israel. “Y los del Neguev poseerán el monte de Esaú, y los de la Sefela a los filisteos; poseerán también los campos de Efraín, y los campos de Samaria; y Benjamín a Galaad.  Y los cautivos de este ejército de los hijos de Israel poseerán lo de los cananeos hasta Sarepta; y los cautivos de Jerusalén que están en Sefarad poseerán las ciudades del Neguev” (Abdías 1:19–20; ver también Jeremías 49:2, Sofonías 2:9, e Isaías 19:18).

-         El rapto de la Iglesia. “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados” (1 Corintios 15.51–52 y 1 Tesalonicenses 4:15-18).

La secuencia de estas profecías están dadas en una forma que sugieren que podrían ocurrir en cualquier momento.  Los estudiosos de la Biblia estiman que estas predicciones, bien podrían tener cumplimiento en este orden, aunque de ninguna forma se trata de algo dogmático, ni tampoco que una de ellas específicamente se va cumplir en este 2018.  El Rapto que es un evento inminente, significa que podría ocurrir en cualquier momento, asimismo el desastre en Irán profetizado por Jeremías.

En la actualidad, la administración del presidente norteamericano Trump, intenta de alguna forma limar las asperezas entre Israel y los estados árabes musulmanes sunitas, concretamente con Arabia Saudita, aprovechando el hecho de que ellos se han manifestado en contra de Irán.  Siguiendo el viejo dicho del Medio Oriente de que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”, el presidente Trump está alentando la alineación entre estos extraños vecinos.

Curiosamente, Arabia Saudita no tolera que un judío visite su ciudad sagrada islámica de La Meca, pero sí podría permitir que los jets israelíes sobrevuelen el espacio aéreo saudí si están en camino para atacar a Irán.  Uno de los objetivos más estratégicos en Irán es el reactor nuclear Bushehr en el antiguo territorio de Elam.

Elam es el tema de la profecía de Jeremías 49:34-39.  La destrucción del reactor de Bushehr es un desastre nuclear que se espera que pueda suceder en cualquier momento, y esto es lo que parece describir la profecía.   El Irán moderno es el tema de dos grandes profecías bíblicas de los últimos tiempos. Jeremías profetizó acerca de Elam alrededor del año 596 antes de Cristo, y aproximadamente una década después, su contemporáneo, el profeta Ezequiel registró una predicción con respecto a Persia.   Los eruditos coinciden en que estos parecen ser dos eventos diferentes, y que la profecía de Jeremías aparentemente tendrá cumplimiento primero.

Si Irán es atacado por Israel, Arabia Saudita o Estados Unidos, es posible que resulte un conflicto que pueda hacer que se cumpla la profecía de Jeremías 39:34-39.  De ser así, hay un alto grado de probabilidad de que  Irán,  Hezbolá y Siria también lleguen a involucrarse en el enfrentamiento.  Si llegara a suceder así, entonces podría tener lugar la destrucción de la capital siria, de Damasco en cumplimiento a la profecía del capítulo 17 de Isaías, la que predice que “Damasco dejará de ser una ciudad”.   Asimismo Isaías 17: 9 anticipa que Israel es responsable de la eliminación de la ciudad; e Isaías 17:14 especifica que la ciudad es destruida de la noche a la mañana.

Una cosa podría conducir a otra y luego las otras profecías mencionadas anteriormente podrían seguir después.  Una vez que el genio salga de la botella, podría también levantarse la tapa de la caja profética de Pandora.  Cuando el mundo sea testigo del cumplimiento de la próxima profecía bíblica, cualquiera que sea, las circunstancias probablemente escaparan del control de todos, incluso del propio presidente Donald Trump.

Y nos preguntamos: ¿Será el año 2018 el que verá el cumplimiento de la próxima profecía bíblica?  ¿Podría ser acaso el que impulsará las otras profecías que habrán de cumplirse después?  De acuerdo a la forma como se están desarrollando los eventos actuales en el Medio Oriente, todo esto se encuentra dentro del campo de las posibilidades.

¿Celebrará Israel su septuagésimo aniversario en paz en el Medio Oriente o veremos en el 2018 a una generación judía involucrada en una guerra masiva con sus vecinos?  Si es así, ¿no podría el 2018,  ser el año en que Dios “arrancara esa nación, sacándola de raíz y destruyéndola...” (Jeremías 12:17)?

Sin embargo, también es posible que el 2018 sea sólo otro año inestable como el 2017 e Irán no experimente ningún desastre nuclear, ni Damasco sea decimado o que ninguno de los enemigos de Israel sea de alguna forma destruido.  Sin embargo, tenga siempre en mente que el Dios de la Biblia hará exactamente lo que ha dicho.  Que lo que está profetizado en las Sagradas Escrituras se cumplirá, y que el Señor Jesucristo es su Hijo unigénito.

Recíbalo como su Señor y Salvador personal AHORA, antes de que sea demasiado tarde y la próxima profecía bíblica tenga cumplimiento.  ¡Esa bien podría ser el Rapto, y no deseamos que ninguno de quienes nos escuchan se queden!

“Mas ¿qué dice?  Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón.  Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.  Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado” (Romanos 10:8–11).

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