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“Humildemente Soy Padre”

“Humildemente Soy Padre”

1. Soy padre con muchas faltas en todas las áreas.  Dejo mucho que desear, pero trato de vivir un día a la vez y por la gracia de mi Señor continúo adelante.

2. No pretendo duplicar al Señor Jesucristo.  Él se dejó crucificar por amor a su amada esposa (la Iglesia), pero yo debo admitir que no me dejaría crucificar por la mía, quiero que mi esposa lo sepa, pues soy solamente un pecador más, salvo por la fe en los Méritos de Cristo.

3. Acepto como mi único y mejor consejero, en materia de matrimonio y padre, la Santa Biblia y procuraré entresacar de sus páginas, todo cuanto necesito para ser sabio, para ser paciente y ser un esposo y padre al servicio de mi familia y de Dios mismo.

4. No me dejaré manipular por quienes hablan tanto y escriben aún más, sobre la cuestión “buen esposo y buen padre”.  Es notable que, por lo general, quienes se dedican al estudio de la psicología presentan rasgos más conflictivos.  Sin darse cuenta, están siendo empujados por su propio problema, que, si reconocieran que son comunes para todos, dejarían de sufrir.  Jesús habló de estos “consejeros” cuando advirtió del peligro de ver la paja en el ojo ajeno, sin notar la viga en el suyo propio.

5.  Acepto el triste hecho que no existe un solo padre perfecto, excepto Dios mismo, que con dos mil años de anticipación el Señor calificó muy bien a cada padre, diciendo... “Pues si vosotros siendo malos (como padres), sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos ¿Cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (Mt. 7:11).

6. Llegué a la conclusión de que el único Padre que tiene todas las credenciales para ayudarme, corregirme y orientarme, es Dios mismo en su condición de Padre.  Si alguien ajeno a Dios ha de intervenir en mis asuntos de padre, será Dios mismo, mediante la lectura y estudios de la Biblia.

¡Cuán comprometedora es la responsabilidad del padre en cada familia!

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