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Charles Spurgeon

“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hec. 4:12)

Charles Haddon Spurgeon nació en 1834 en Menton, Francia.  Fue un pastor bautista reformado inglés.  Según la Biblioteca Cristiana en Internet, a largo de su vida evangelizó alrededor de diez millones de personas, e incluso se asegura que llegó a predicar hasta diez veces a la semana en distintos lugares. Sus sermones han sido traducidos a varios idiomas y es conocido como el “Príncipe de los Predicadores”.

A pesar de conocer intelectualmente que el Señor Jesucristo murió por nuestros pecados, estaba bien consciente de sus defectos, por lo que no podía dejar de preguntarse, e incluso de preguntarle a diferentes predicadores: ¿Cómo podía lograr que sus pecados fueran perdonados? Tanto su abuelo, James Spurgeon, como su padre fueron pastores puritanos, por lo que creció en un hogar de principios cristianos. Sin embargo no fue sino hasta que tuvo 15 años, el 6 de enero de 1850 cuando hizo profesión de fe.

Ese domingo, Charles se dirigía la iglesia en medio de una tormenta de nieve, cuando de repente tuvo que refugiarse en una capilla para escapar de la ventisca.  La congregación estaba dispersa, y un predicador laico estaba remplazando al pastor.   El texto que leyó fue: “Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más”Fue entonces que Charles percibió un destello de esperanza en este texto.

Después de proseguir a explicar el versículo por cerca de diez minutos, o algo así, el pastor observó al joven por debajo de la galería y fijando su mirada le dijo “Jovencito, usted luce muy miserable y siempre lo será en la vida y en la muerte - si no obedece este texto de la Escritura, pero sí lo hace ahora, en este momento será salvo... Jovencito, mire a Jesucristo.  ¡Mire! ¡Mire!  No tiene nada más que hacer, sólo mirar y vivir”.

Charles vio de inmediato que allí estaba el camino de salvación que había estado esperando.  Porque cuando escuchó la palabra “¡Mirad!” le pareció la más cautivadora.  ¡Oh, sí! Y miró hasta ver con sus propios ojos, y la nube se disipó, las tinieblas se retiraron, y en ese momento vio la luz.

Ciertamente, Charles Spurgeon se mantuvo mirando a Jesús, y continuó así hasta convertirse en el predicador más famoso de su generación, ministrando en el Tabernáculo Metropolitano de Londres.

“Criado en un hogar cristiano, Charles Spurgeon conocía todos los hechos, pero no fue hasta que cumplió los 15 años, que Dios le salvó.  A pesar de su conocimiento y  origen, hay un momento en el tiempo, cuando el Espíritu Santo abre nuestros ojos y miramos a Jesús por salvación. ¿Ha mirado usted ya?”.

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