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«¿Ser salvo, yo...?» P. 2

La presente columna dominical es en realidad la continuación de la anterior.  En aquella se intentó orientar al pecador para que reciba, por la fe, a Cristo Jesús como su Salvador personal.  Ahora, supongamos que quien acaba de dar el paso de fe, tiene nuevas preguntas, algo bastante común para todo aquel que comienza a andar en el camino del Señor.

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«¿Ser salvo, yo...?» P. 1

Bien podría ser la pregunta de muchos pecadores.  No está mal que nos consideremos demasiado pecadores, sin embargo, no olvidemos que el amor de Dios es mucho mayor que todos nuestros pecados.  Si ha pensado alguna vez que usted no tiene perdón, porque sus pecados son demasiado graves y que Dios no se los perdonará, recuerde que tales pensamientos provienen del mismo Satanás.  Es mejor dejarse llevar por lo que nos dice Dios, no por los susurros de Satanás.  Dejémonos llevar por las promesas divinas, no por las amenazas satánicas.  Permitamos que el Señor nos cubra con su santidad, perfección y pureza, y no miremos la negrura de nuestros pecados.  Note la generosa invitación divina para el pecador: “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Is. 1:18).

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¿Cuáles son los pasos que debe dar todo pecador para ser salvo y crecer en su nueva vida?

Es sorprendente cómo la gran mayoría de los cristianos confunden, por ejemplo, la regeneración (nacer de nuevo) con la conversión.  No pocos consideran que la regeneración y la conversión ocurren siempre simultáneamente, es decir, que la salvación, que la Biblia llama NUEVO NACIMIENTO, y la conversión son la misma cosa, o deben suceder en el mismo momento.  Sin embargo, lo que hallamos en la Palabra de Dios difiere bastante.  Para evitar esta confusión, tenemos que recurrir a las Escrituras para aclarar esta enseñanza.

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Qué le espera a los no salvos

Si usted aún no recibió a Jesucristo como su Salvador personal, lea lo que le espera de aquí en más.  Supongamos que usted nunca lo haga.  Cuando hablamos de “recibir a Cristo como Salvador”, no nos referimos a una determinada ceremonia, como podría ser... la primera comunión, el bautismo o cumplir con algún voto, etc.  En el evangelio de Juan 1:12, dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”.

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La vida, la muerte y el más allá

Para muchas personas la vida es un misterio, lo es también la muerte y el “más allá”.  El escritor sagrado dice: “Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin” (Ec. 3:11).

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Necesitamos arrepentirnos

El arrepentimiento y la fe son como “las dos caras de una misma moneda”. Es imposible depositar nuestra confianza en el Señor Jesucristo como nuestro Salvador, sin antes cambiar nuestra mentalidad respecto a quién es Él, y lo que hizo por nosotros.  Dios Padre requería desde mucho antes de enviar a su Hijo, que lo recibiéramos por fe en nuestro corazón, como Señor y Salvador y nos arrepintiéramos de nuestros pecados, incluso hasta a las naciones gentiles les ofreció la oportunidad de cambiar.

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Usted escoge su estatura espiritual - Parte 2

4. Tanto a Ezequiel, como luego después a los discípulos, el mensaje es que se proclame la Palabra de Dios, la cual, hoy es la Biblia.

         Es un hecho que el cristiano carnal no le habla a nadie de Cristo.  Esta tarea le corresponde a un puñado de hombres y mujeres, tal como dijo Dios: “... Miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra” (Is. 66:2b).  El que tiembla a Su Palabra es el mismo que con temor reverente obedece al Señor y proclama el Evangelio.  El carnal pasa de un pecado a otro.

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Usted escoge su estatura espiritual

         En la vida física todos tenemos estatura, color de los ojos, forma de la nariz, dedos largos o cortos, voz más grave o más aguda, etc.  No podemos hacer nada por esto, no podemos elevar nuestra estatura, ni hacer otros cambios, a menos claro está, que recurramos a las sofisticadas técnicas de la cirugía plástica.

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La Influencia de las Madres Cristianas

Detrás de cada gran ser humano está su madre.  Ellas son la mayor influencia en la vida de sus hijos.  ¡Qué gran bendición es tener una madre cristiana y piadosa, porque el mayor regalo que cualquier mujer puede dar a su familia es enseñarlos en el conocimiento de Dios, su Hijo y Salvador, nuestro Señor Jesucristo y su Santa Palabra!

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