Adrián y sus hermanos
- Fecha de publicación: Viernes, 04 Abril 2008, 18:26 horas
- Escrito por Pastor, J. A. Holowaty
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En estos últimos años el cristianismo bíblico, separatista y fundamental está siendo atacado por todos los medios. Debido a esto, con demasiada frecuencia exponemos los errores doctrinales para no caer en ellos.
Pero esta vez veremos "la otra cara de la moneda" y haremos un viaje imaginario por las tierras mexicanas para descubrir que todavía hay hombres valientes que incluso son capaces de dar su vida por Cristo. Veremos también que vale la pena predicar las claras doctrinas bíblicas.
Muchos de nuestros lectores saben algo acerca del ministerio de KGEI "La Voz de la Amistad" en la ciudad de Redwood City, California, USA. Esa emisora de onda corta con 50 KW de potencia operó como servicio para América Latina desde 1960 hasta el 31 de julio de 1994. Era parte de la Far East Broadcasting CO., cuyo principal campo de servicio es Filipina, cubriendo países como China y varios otros de esa región.
Yo he estado en KGEI por 30 años y podría relatar varias experiencias conmovedoras, pero la que hoy nos ocupa tuvo su escenario en una pequeña población llamada Salto de Espejo, en el Estado de Guanajuato, a sólo media hora de viaje de la ciudad de Querétaro, QRO.
Este... "rancherío" como se los llama en México contaba con algunos individuos que eran el terror de sus habitantes. Era mejor no ofender a los... Ramírez, una familia de 14 hermanos, entre ellos algunas hermanas. Una numerosa familia, en medio de la cual imperaban los juegos, los abusos de todo tipo, el crimen y especialmente el alcohol.
El cambio comenzó con uno de esos hermanos, llamado Adrián. Estando trabajando, como tantos otros que lo hacen por contrato en Estados Unidos, se encontró con otro caballero de Chihuahua, llamado Salvador Merino. Este caballero había escuchado la emisora KGEI, recibió al Señor como su salvador y pronto compartió el evangelio con Adrián. Ambos de allí en más se convirtieron en alumnos de los estudios que emanaba de tan potente emisora, cubriendo todo el continente. Ahora, con una vida regenerada, Adrián tuvo un profundo deseo de que todos sus hermanos y sus padres también se entregaran al Señor. Pero... ¿Cómo hablar a un Pedro Ramírez que cuando hacía sus proclamas por el autoparlante del pueblo, era mejor no cuestionarlo, porque podrían volar los cesos? No obstante, Adrián comenzó a hablar a sus hermanos. Les mostraba y les leía textos bíblicos. Ellos, en son de burla le decían: "¡Híjole, ya te convertiste en un aleluya más, qué santo que eres ahora...!"
Pero Adrián no perdía una sóla oportunidad. Dejaba textos bíblicos pegados sobre el espejo, de modo que cuando uno de los hermanos se afeitaba, allí ya estaba el texto. Los dejaba pegados por las paredes, sobre la mesa y por todas partes. Nunca dejaba de hablarles que cambiaran su manera de vivir. Había escuchado estudios sobre el horror del infierno y no le cabía duda alguna de que sus hermanos irían a parar allí.
Un día Adrián les dijo: "Oigan lo que les voy a decir, atiéndanme porque no estoy jugando, se los digo en serio. Le dije al Señor que preferiría morir antes de ver a alguno de Uds. morir sin Cristo, porque sé que irán al infierno. Si mi muerte pudiera ayudar para ablandar sus corazones, estoy dispuesto a que el Señor me lleve para que todos Uds. sean salvos".
Pasaron los días y Adrián seguía rogando a sus hermanos para que tomaran en serio el evangelio. De nuevo tuvo que ir "al otro lado" (así se refiere a USA) para trabajar. Con Salvador y algunos otros no dejaban de nutrir sus almas con el claro mensaje que les llegaba vía onda corta.
Pero, debían regresar nuevamente a sus casas en Guanajuato y para ello se organizaron para hacerlo en caravana. Eran tres vehículos que viajaban rumbo a México. Adrián estaba, diría uno, en el lugar más seguro, dormía en la parte posterior de una camioneta con esa cúpula que permite a uno guarecerse de la intemperie. Repentinamente el vehículo hizo un movimiento drástico y volcó. A nadie le pasó nada, excepto Adrián quien recibió un golpe en la cabeza. Con mucho afán sus hermanos hicieron lo posible por salvarle la vida, al punto de alquilar un avión ambulancia para trasladarlo a México, pero fue todo en vano, porque Adrián, al noveno día del accidente, partió a la presencia del Señor. Sí, su oración fue contestada, no vería a ninguno de sus hermanos partir a la eternidad sin ser salvos.
Según me contó el Hno. Samuel Vázquez, el velorio y el sepelio fueron muy conmovedores, porque ninguno de sus hermanos estaban borrachos.
En cierto modo se sintieron culpables de su muerte a sus 24 años de edad. Él les había dicho: "Pediré al Señor que me lleve antes de que Uds. mueran sin ser salvos, porque no quiero que ninguno se vaya al infierno. Si mi muerte es necesaria para que Uds. se arrepientan, yo pediré que el Señor así lo haga".
Estas palabras parecían un eco imposible de silenciar. Sus corazones estaban quebrantados, era un hermano, era el primero en la familia que moría. Todos reconocieron su intachable testimonio. El pastor que habló en el sepelio fue muy claro y esos hombres y mujeres, todos ya mayores, lloraban como niños. Ya no eran necesarios más textos aquí y allá, ya no eran necesarias las palabras. Estos incrédulos relacionaron sus palabras de morir antes, con el evangelio que les predicaba.
Esto ocurrió hace unos 6 años. Para la fecha, todos ellos, los 14 son cristianos, salvo la madre de ellos y la hermana, la mayor de todos, la cual se opone a todo cuanto tiene que ver con el evangelio. El padre ya falleció, pero también fue salvo. Varios de sus hermanos están en alguna forma involucrados en la predicación del evangelio en otros rancheríos también. Pedro, el temido de todos, es ahora el pastor-encargado de la iglesia, la cual cuenta ya con alrededor de 150 hermanos ¡y ya tienen su propio templo!
Adrián está con el Señor y sin duda con muchos de sus compatriotas gozando de esa vida en la presencia de su Salvador. ¿Le habrá dicho el Señor que todos sus hermanos, allá en Guanajuato, son salvos también? Es probable que quienes ya partieron tengan un conocimiento más avanzado que nosotros con tantas limitaciones. De todas maneras, Adrián es uno de aquellos a quien yo pediré que el Señor me ponga en contacto ni bien sea recibido en Su presencia. Quiero preguntarle muchas cosas.
Hay muchas lecciones en todo esto. En primer lugar, ¡cuánto nos duele que KGEI haya cerrado su ministerio, en parte, con el pretexto que nuestro pagano continente ya es cristiano! Debemos hacer hasta lo imposible por volver a la onda corta, posiblemente esta vez ya desde Paraguay. Cada vez que voy a México, el pedido de la onda corta es un clamor que no puedo resistir. He hablado con algunos hermanos y nos gustaría hacer cuanto podamos para llevar nuestra programación que hoy se limita a un área tan limitada, debido a tan baja potencia.
Otra gran lección que tenemos, es que cuando predicamos la sana doctrina, cuando rechazamos todo compromiso con el ecumenismo, la respuesta, a no dudar, será la obra del Señor y entonces es posible que surjan cristianos dispuestos incluso a dar su vida por otros, si ello redunda en la salvación de los incrédulos.
Por otra parte, notemos que Adrián no era un "cristiano de cuna" ni llevaba muchos años conociendo al Señor. Era muy nuevo y el Señor le dio a toda su familia. El Señor nos dice que Su palabra no vuelve vacía a su lugar de origen. Cuando lo que comunicamos a otros es realmente Su palabra y no una pincelada de "alabanza y adoración, con aplausos para Jesús y supuestas revelaciones nuevas", el resultado es claro: La manifestación del poder de Dios. Hoy tenemos mucho "poder electrónico, gritos y silbidos, luces en colores y el habitual desorden" tal como ocurre en muchísimos círculos de... "iglesias renovadas", cuando realmente son "iglesias rebeladas".
En los días de Elías y los profetas falsos eran centenares, sin embargo, con todos los ruidos de "renovados" Dios no se hizo presente:
"Y ellos tomaron el buey que les fue dado y lo prepararon, e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: ¡Baal, respóndenos! Pero no había voz, ni quien respondiese; entre tanto, ellos andaban saltando cerca del altar que habían hecho.
Y aconteció al mediodía, que Elías se burlaba de ellos, diciendo: Gritad en alta voz, porque dios es; quizá está meditando, o tiene algún trabajo, o va de camino; tal vez duerme, y hay que despertarle.
Y ellos clamaban a grandes voces, y se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos" (1 R. 18:26-28).
Lo que nos falta ahora, no son los ruidosos, tumbadores, sopladores, curanderos y adivinos, que reúnen a miles y miles en sus encuentros, sino algún Elías por allí, alguien con quien el Señor está y quien es fiel a Su palabra.
Un ministerio bíblico, así sea radial, una iglesia, una editorial, una nueva misión, siempre dará por resultado, cristianos bíblicos. La fruta nunca cae lejos de la planta. Cuando Elías arregló el altar hecho un desorden, el silencio y la expectativa eran tales, que la multitud allí reunida seguramente aceptó cada palabra de la sencilla y breve oración de este hombre de Dios. Aquí va la oración del profeta:
"... Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos" (1 R. 18:36,37).
Es probable que la oración del profeta haya tomado unos 40 segundos o menos, de modo que lo que impor ta para el Señor, es nuestra fidelidad a su palabra. Era entonces, y lo es hoy, muy visible la minoría del lado del Señor.
Dios no se manifiesta donde hay ruidos, sino que su manifestación más que oírse, se ve en el cambio radical de vidas que son afectadas por su Espíritu.
Un poco más adelante leemos que Elías tuvo la oportunidad de comprobar que Dios es silencioso. El no estaba en un "... grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas... no estaba en el terremoto. [Tampoco] estaba en el fuego". Dice la Biblia que él estaba en "un silbo apacible y delicado" (1 R. 19:11,12).
Estando en una reunión allá en ese rancherío llamado Salto del Espejo, al escuchar al flamante pastor, don Pedro Ramírez, uno de los otrora sujetos temibles, realmente me emocionó verlo cantar con esa voz clara, pulsando su guitarra, como diciéndole al Señor: "Aquí estoy para agradecerte, una vez más, por haberme salvado y por darme la oportunidad de estar en tu servicio". Le pregunté, luego cuando terminó la reunión, qué le decían los que lo conocieron antes. ¡Ah! me dijo, eso fue terrible. Nos causaron todo tipo de problemas, se burlaron de nosotros, a algunas de mis hermanas vinieron otras mujeres provocándolas y golpeándolas para ver si realmente éramos lo que decíamos ser. Esto duró, me dijo él, por unos tres años, luego se convencieron de que éramos cristianos verdaderos, muchos de ellos recibieron también al Señor y hoy son parte de la iglesia aquí en este rancherío.
Hoy, el conjunto de casas de esa gente, que era el terror de todos, es el lugar más pacífico de muchos otros grupos. Antes, la policía no se acercaba de miedo, pero ahora tampoco va allá, es que ya no hace falta. ¡Dios ha hecho el cambio! Ahora Pedro ya camina hacía los otros rancheríos evangelizándolos también.
Visitar a esa gente, hablarles de Cristo, enseñarles la Palabra, trae tanto gozo, tanta satisfacción que uno no los puede encontrar ni aun en los mejores lugares de descanso para quienes tienen mucho dinero. Gracias Señor por Adrián, gracias por Samuel y su esposa, gracias por esos hermanos que te sirven tan lealmente. Protéjelos y sigue dándoles más almas.