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La Gracia Divina

La plenitud de la gracia de Dios está más allá de la apreciación, comprensión o pleno conocimiento humano.  Las riquezas de su bondad no pueden ser expresadas o descritas por lengua mortal.  Sólo podemos intentar definirla y nuestros mejores esfuerzos son una débil aproximación.  Es posible admirar la belleza de la gracia divina, pero realmente no podemos explorar su profundidad.  En el mejor de los casos, lo único que nos queda por hacer es permanecer mudos en temor reverente ante lo que vemos, y exclamar como el apóstol Pablo: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén” (Ro. 11:33-36).

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Capítulo 24 - Cuando la gracia no es gracia

Lo que Calvino practicaba de imponer su doctrina agustiniana sobre aquellos que no estaban de acuerdo con él, en muchas instancias estaba muy lejos del cristianismo y la gracia de Dios. Sin embargo, era constante con su visión de la Irresistible Gracia y de un Dios que la impone soberanamente sobre los elegidos.

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Capítulo 23 - El problema que el calvinista no puede resolver

Incluso los cristianos a veces desobedecen a Dios. Considere lo siguiente: "pues la voluntad de Dios es vuestra santificación..." (1 Tesalonicenses 4:3); " Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús..." (1 Tesalonicenses 5:18). ¿Qué cristiano cumple la voluntad de Dios por vivir siempre una vida perfectamente santificada y dando gracias a Dios "en todo"?

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La verdad y la gracia

      En nuestros días, tal parece que la verdad fuera elástica.  Se nos dice que debemos ser tolerables y aceptar la idea de que cada cual puede determinar su propio camino, su propia verdad.  Que lo que es bueno para uno, no lo es para el otro.  Con esta filosofía, existen muy pocos absolutos.  De hecho, podemos concluir que la sociedad moderna adora el trono de la tolerancia y el relativismo.

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