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Irene Ferrel

“Y dije: Perecieron mis fuerzas, y mi esperanza en Jehová. Acuérdate de mi aflicción y de mi abatimiento, del ajenjo y de la hiel; lo tendré aún en memoria, porque mi alma está abatida dentro de mí; esto recapacitaré en mi corazón, por lo tanto esperaré.  Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias”
(Lam. 3:18–22)

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