La última cena
- Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
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El 2 de abril del año 30 ó 32 de nuestra era, Jesús envió a Pedro y a Juan a preparar la comida de la Pascua para comerla junto con sus discípulos. “Llegó el día de los panes sin levadura, en el cual era necesario sacrificar el cordero de la pascua. Y Jesús envió a Pedro y a Juan, diciendo: Id, preparadnos la pascua para que la comamos.
En la última cena, el Señor instituyó el nuevo pacto, remplazando el antiguo el del monte Sinaí. Para la institución del pacto antiguo, Moisés, Aarón, los hijos de Aarón Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel fueron a la cima del monte Sinaí, en donde vieron a Dios y compartieron una comida en su presencia. “Y subieron Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel; y vieron al Dios de Israel; y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno. Mas no extendió su mano sobre los príncipes de los hijos de Israel; y vieron a Dios, y comieron y bebieron” (Éxodo 24:9-11).
Pero... ¿Con cuál Persona de la Trinidad estuvieron y comieron? Fue Dios el Hijo, cuyo papel es representar a Dios el Padre de manera visible ante la humanidad. Tal como dijo el propio Jesús: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (Juan 1:18).
De tal manera que el pacto antiguo fue instituido durante una comida entre Dios el Hijo y los ancianos de Israel. Mientras que el nuevo fue establecido en el aposento alto en una comida entre Dios el Hijo y sus discípulos, los ancianos de la Iglesia, tal como fueron llamados posteriormente en 1 Pedro 5:1; 2 Juan 1:1 y 3 Juan 1.
En la última cena cuando Jesús dijo: “Porque esto es mi sangre del nuevo pacto...” (Mateo 26:28a), sus palabras, a excepción del pronombre posesivo “mi”, fueron idénticas a la traducción griega la Septuaginta, de las palabras que pronunciara Moisés, cuando instituyo el pacto antiguo, note que dice Éxodo 24:8a: “Entonces Moisés tomó la sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: Porque esto es sangre del pacto...” Es claro entonces que el Señor Jesucristo estaba instituyendo un nuevo pacto que remplazaba al antiguo.
Los pactos de la Biblia eran tratos entre Dios y su pueblo. Por lo tanto, es más que significativo que la Escritura diga que Jesús, “De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama” (Lucas 22:20). Desde el tiempo de Homero, los líderes de las naciones derramaban una copa de vino para sellar sus convenios. Este ritual era tan central cuando se hacía un trato, que la palabra griega para “libación” se convirtió en el término para pacto. De tal manera que el Señor usó ese simbolismo contemporáneo, para asegurarse de que todos entenderían que estaba instituyendo un nuevo pacto con su pueblo.
Como el del Antiguo Testamento contenía mandamientos, uno esperaría que el del Nuevo tuviera también nuevos mandamientos. Fue así, como en la última cena Jesús dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros” (Juan 13:34).
Después de identificar a Judas Iscariote como ese que lo traicionaría y a Simón Pedro como quien lo negaría, condujo a los discípulos a través del valle de Cedrón, hacia el huerto de Getsemaní. “Habiendo dicho Jesús estas cosas, salió con sus discípulos al otro lado del torrente de Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró con sus discípulos” (Juan 18:1).
En el huerto, el Señor oraba mientras sus discípulos dormían. Entonces Judas Iscariote acompañó a los soldados romanos hasta el huerto para que lo arrestaran. Jesús fue llevado ante Anás, el ex-sumo sacerdote y suegro de Caifás, actual sumo sacerdote. Desde allí fue llevado a Caifás y el Sanedrín. Después de una larga sesión de toda la noche, el Sanedrín decidió acusarlo de traición ante Poncio Pilato. Pilato declaró que Jesús era inocente, sin embargo cuando la multitud continuó gritando “¡Crucíficale, crucíficale!”, cedió y lo sentenció a morir. “Entonces Pilato sentenció que se hiciese lo que ellos pedían” (Lucas 23:24).
Reflexión
En menos de veinticuatro horas el Señor Jesús comió la cena Pascual, para morir como el “Cordero de Dios”. El nuevo pacto que instituyó en la última cena es la constitución de su Reino, la estructura legal que explica cómo funciona. Él derramó su sangre cuando murió por nosotros como el “Cordero de Dios” que quita el pecado del mundo. Nosotros podemos ser parte de su Reino mediante la fe al declararle nuestra lealtad como Señor y Salvador.
“Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén” (Apocalipsis 1:5 y 6).