¿Quiere ser salvo?
- Fecha de publicación: Jueves, 03 Abril 2008, 17:36 horas
- Escrito por Pastor, J. A. Holowaty
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Si Ud. aun no es salvo, pero desearía tener la seguridad del perdón de sus pecados y la salvación eterna, lo que sigue es para Usted. Seguramente ya sabe que todos los hombres somos pecadores, pero tal vez ignore la gran salvación que Dios ha preparado para nosotros.
En la Biblia leemos: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Jn. 1:12).
Si no tuviéramos nada más acerca de la generosa salvación que Dios nos ofrece, estas pocas palabras nos bastarían. Aquí se nos dice que con recibir a Jesucristo como Salvador personal, uno tiene potestad, es decir, tiene derecho, de ser hecho hijo de Dios. Es probable que a veces un cristiano verdadero, ya salvo, tenga dudas en cuanto a su salvación, pero cuando recuerda lo que Dios dice sobre su condición ante él, su corazón se llena de gozo y sus dudas desaparecen como las tinieblas de la noche al llegar la aurora.
Pero... ¿Cómo puedo saber que realmente soy salvo? Esta pregunta es fundamental y permítame explicar de manera bien sencilla.
Ud. en primer lugar oye la Palabra de Dios. Alguien le habla de Cristo y del perdón disponible para Ud.
Ud. se entera que después de oír la Palabra, Ud. debe arrepentirse de todos sus pecados. Supongamos que Ud. realmente se arrepienta de la vida que lleva y sinceramente quiere comenzar una nueva página en su vida. Tal vez su presente es horrible, Ud. reconoce que ha sido una verdadera piltrafa espiritual, aunque exteriormente parecía una persona intachable. Pero Ud. no puede negar que su mente, sus pensamientos, sus inclinaciones, sus íntimos deseos de gratificación egoísta, su soberbia e hipocresía, todo esto lo coloca en una categoría poco plausible. Bueno, Ud. le confiesa al Señor todos sus pecados, invoca su perdón y le recibe al Señor Jesucristo como su Salvador personal. ¡En ese mismo momento Ud. obtiene completo perdón y la vida eterna! Ud. llega a ser una nueva creación, una persona que para Dios, Ud. nació de nuevo. Ud. habrá pasado de muerte a vida, de condenación a justificación.
Es decir, mientras antes caminaba a la perdición y condenación en el mismo infierno, ahora todo ha cambiado y Ud. se encamina hacia la patria celestial. Fue Jesús quien dijo: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Jn. 5:24).
¿Qué siente uno cuando obtiene la salvación? Probablemente nada, pero esto no importa mucho. Lo que sí importa, es lo que Dios dice. El sentir algo, como por ejemplo, gran gozo, y como que una carga se le cayó de sus espaldas y ese deseo de saber mas del Salvador que uno acaba de encontrar, está muy bien. Pero aunque no lo sienta, no equivoque el camino, comenzando por la fe en Cristo y luego desviando por el camino de los sentimientos y las emociones.
¿Qué importa una vez que uno es salvo? Mucho importa que Ud. crezca en la nueva vida. No olvide que para Dos Ud. realmente nación de nuevo, en el sentido espiritual. Siendo así, Ud. alimentar su ser con el alimento espiritual. Haga una buena combinación con la lectura y estudio de la Palabra de Dios, la Biblia y la oración. Si recibe diariamente una buena porción de estos manjares divinos, será un cristiano útil para los demás y útil para el Señor. Agregue a esto la asistencia a una iglesia que sea realmente bíblica. Tenga mucho, pero mucho cuidado con la iglesia a la que concurra, porque el mundo se llenó de falso cristianismo en estos últimos años.
Vivimos días de apostasía, tal como la Biblia nos advierte. Esta palabra significa simplemente rebelión contra Dios y sus enseñanzas. Por favor tenga especial cuidado con la iglesia que escoja para unirse a ella.
¿Quiere ser un cristiano feliz? Me imagino que sí. Aquí van algunos secretos: 1. No dude de las promesas divinas. Sepa siempre que Ud. fue salvo en el momento cuando recibió a Jesucristo como su Salvador. 2. Sepa que Ud. recibió el Espíritu Santo cuando creyó en Cristo. Ud. no necesita ninguna otra experiencia ni la tal... “llenura del Espíritu”, porque Ud. recibió el Espíritu Santo cuando creyó en Cristo. La Biblia dice esto: “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestras salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa” (Ef. 1:13).
Así que, nunca dude del Espíritu Santo morando en Ud. No se deje engañar por quienes le ofrecen un tal... “bautismo en el Espíritu”, como diciendo que el Seor todavía no le bautizó ni le otorgó el Espíritu Santo, por lo menos no le dio esa plenitud del Espíritu. Recuerde que Jesús mismo dijo que... “Dios no da el Espíritu por medida” (Jn. 3:34b). Tenga siempre esta seguridad. 3. Si realmente quiere una felicidad perpetua en su vida nueva, vida de salvo, vida cristiana, comience a ganar almas. Hable a otros de Cristo y pida a Dios que él le permita ver almas que vienen a él por su testimonio. Es decir, ¡conviértase en un verdadero evangelista! Todos los cristianos que comparten con otros el Evangelio, son verdaderamente felices. ¿Quiere ser uno de ellos? Comience a trabajar para el Señor y pronto notará cómo el gozo verdadero invadirá su corazón. 4. Analice todo cuanto oye por allí, a la luz de la Biblia, la palabra de Dios. La Biblia nunca le engañará, pero sus experiencias (o de otros), sus sentimientos, sueños o visiones, pueden engañarle. Nunca dependa de cómo se sienta, dependa de las promesas divinas. Ud. tiene a Cristo Jesús morando en su ser, por lo tanto Ud. ya tiene toda la verdad. El dijo: “Yo soy el camino, y la verdad y la vida” (Jn. 14:6). El no es “parte de la verdad” sino que él es “LA” vedad. En su oración él dijo: “Tu palabra es verdad”. Sumérjase en la Palabra de Dios de tal manera que su alma se alimente del manjar celestial hasta que UD. la domine muy bien.
¡Cuánto me gustaría que Ud. fuera un cristiano verdadero y que no se dejara manipular por nadie! De ser así, si no logramos conocernos aquí, ya sabe, nos veremos en la PATRIA CELESTIAL. ¡El Señor viene pronto!