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Boletin dominical 04-03-12

  • Fecha de publicación: Domingo, 04 Marzo 2012, 10:04 horas

Si tuviéramos que darle un título a la presente columna, cabría aquí una interrogante... «¿IGNORANTES O ENEMIGOS?».

     Cuando usted ve a los llamados Testigos de Jehová caminando por las calles, incluso en los campos, visitando a cuantas familias pueden, pensaría que son los verdaderos cristianos.  Ellos lo hacen con entusiasmo, van de dos en dos, no escatiman horas, distancias, a veces peligros, burlas, etc. 

Pero... ¡Cuán venenoso es el mensaje que tratan de hacerles creer a los incautos!  ¿Será que ellos lo hacen por ignorancia o son abiertamente enemigos de Dios y de sus semejantes?

Pensemos por un momento en lo que enseñan sobre el Espíritu Santo.  Dicen simplemente que no es una Persona, sino... una energía, una fuerza, pero jamás admitirán que se trata de Dios mismo.

¿Qué dice la Biblia sobre el Espíritu Santo?  Para entender bien este tema y en particular ahora al Espíritu Santo, lo mejor es recorrer algunas páginas del Nuevo Testamento para darnos cuenta de cómo el Espíritu Santo opera.  Usted no necesita ser muy sabio ni hacer mucho esfuerzo para demostrar a los engañadores cuán equivocados están.

Pero recuerde (cada vez que se encuentra con uno de ellos), que el Señor los denunció con palabras muy fuertes, cuando dijo: Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer.  Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él.  Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira” (Jn. 8:44).

Nuestro Señor también podría tenerlos en cuenta cuando habló a los escribas y fariseos, diciendo: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros.  ¡Ay de vosotros, guías ciegos!...” (Mt. 23:15, 16a).

Pero... ¿Dice la Biblia que el Espíritu Santo es una persona, tal como Dios mismo?  Sí, en repetidas oportunidades el Espíritu Santo hace lo mismo que Dios el Padre y Dios el Hijo (Jesucristo).

HAGAMOS UN BREVE RECORRIDO POR LAS PÁGINAS DE LAS ESCRITURAS

     Juan 14:15-17: Si me amáis, guardad mis mandamientos.  Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros”.  Notemos que la palabra “Consolador” está con mayúscula porque se trata del Espíritu Santo que se menciona en el versículo 17, llamándolo “Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir”.  Es decir, los mundanos, los no salvo.  Ellos de ninguna manera pueden recibirlo, “pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros (que era nuestro Señor), y estará en vosotros.  Además, ¿es posible que la energía o una... fuerza pueda desempeñarse como “Consolador”?

Pero hay más, cuando dice: Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.  Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.  Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Jn. 16:13-15).

Notemos ahora lo que dice el Señor a sus discípulos: Estas cosas os he hablado en alegorías; la hora viene cuando ya no os hablaré por alegorías, sino que claramente os anunciaré acerca del Padre.  En aquel día pediréis en mi nombre; y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros” (Jn. 16:25, 26).

El Señor aclara que les estaba diciendo lo que ellos necesitaban saber antes de su partida, porque luego Su lugar sería tomado por el Consolador.  ¿De qué o de quién hablaba llamándolo Consolador?  ¿Era una fuerza, una energía que nada tenía que ver con una persona?  ¿Puede una energía enseñar, consolar, acompañar e inspirar hasta lograr nada menos que lo que tenemos hoy en los 66 libros de la Biblia?

Notemos lo que dice el Señor sobre el Espíritu Santo: Pero ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas?  Antes, porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón.  Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.  Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio… Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.  Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Jn. 16:5-8, 13, 14).

El Señor dice que al irse él, en su lugar vendría el Espíritu Santo.  No olvidemos que en lo que conocemos como «La gran comisión» el Señor termina diciendo: “…Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días,  hasta el fin del mundo” (Mt. 28:20b).

En Juan 14:18 el Señor les dice a los apóstoles que no los dejaría huérfanos, y sin embargo en Mateo 28:20 dice que él mismo estaría con ellos.  En realidad el Señor descendió en la persona del Espíritu Santo diez días después de su ascensión al Padre (Hch. 1).

Veamos ahora la experiencia de una pareja que intentaba engañar al apóstol Pedro, pretendiendo haber traído todo cuanto había recaudado por la venta de una propiedad que tenían.  Ambos esposos eran parte de la iglesia de Jerusalén.  Notemos lo que ocurrió: Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?  Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder?  ¿Por qué pusiste esto en tu corazón?  No has mentido a los hombres, sino a Dios” (Hch. 5:3, 4).  Notemos que en el versículo 3 dice que Ananías intentó mentir al Espíritu Santo.  Luego en el versículo 4 dice: “No has mentido a los hombres, sino a Dios”.  ¿Qué le parece si Pedro le dijera... «No mentiste a los hombres, sino a una energía, a una fuerza»?  ¿Habría caído muerto Ananías?  No, porque Dios no castiga con la muerte a quienes intenten mentir a tal o cual fuerza.  Pero cuando se trata del Espíritu Santo, estamos tratando con Dios mismo.

      J. Holowaty, Pastor

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