Cronología de la Tribulación (II)
- Fecha de publicación: Domingo, 12 Junio 2022, 07:45 horas
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En el boletín anterior fuimos conociendo y entendiendo sobre los juicios de los primeros sellos. Nos detuvimos en el cuarto, que trae plagas, más hambre, y más guerra. A continuación, completaremos la enseñanza del cuarto sello.
El cuarto sello (II)
En algún momento en este tiempo el Señor enviará a sus ángeles para que sellen a los 144.000 testigos estos, emprenderán la evangelización entre todos los que no sucumbieron a las “señales y prodigios mentirosos” del Anticristo. Es evidente que estos 144.000 son judíos, porque Juan declara específicamente: “Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel” (Ap. 7:4). Para ser más exacto 12.000 de cada una de las doce tribus. En alguna forma estos siervos recibirán el sello de Dios en sus frentes.
Los testigos predicarán el mismo mensaje que predicó Pablo o Pedro, el mismo que predicamos hoy, y millones se convertirán y habrá la mayor siega de almas de la historia. De hecho, más personas se convertirán entonces que los que se han convertido en dos mil años de historia de la Iglesia, dice en Apocalipsis 7:9: “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos”.
El capítulo 13 de Apocalipsis nos dice que, durante el reinado del Anticristo, Satanás tendrá una autoridad especial que nunca antes se le había otorgado durante la Dispensación de la Iglesia.
Tendrá el poder para quitarle la vida a los santos de Dios. Ahora, es cierto que siempre han habido persecuciones en contra de la Iglesia, y ciertamente millones han sido martirizados, pero este será un tiempo diferente. Por todos los millones que fueron martirizados en el pasado, muchos millones más han vivido en paz. Pero no será así durante el periodo de la Tribulación.
Unas de las víctimas de los asesinatos del Anticristo, serán los dos testigos judíos, quienes después de estar muertos resucitarán: “Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio. Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra. Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir él de la misma manera. Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran. Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará… Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de vida enviado por Dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran temor sobre los que los vieron” (Ap. 11:3-7, 11).
El quinto sello
De los dos sellos que quedan, el quinto será la guerra en contra de quienes acepten a Cristo durante ese periodo diabólico: “Si alguno tiene oído, oiga. Si alguno lleva en cautividad, va en cautividad; si alguno mata a espada, a espada debe ser muerto. Aquí está la paciencia y la fe de los santos. Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón” (Ap. 6:9-11).
Un gran número de esos que acepten a Cristo durante la Tribulación serán asesinados. Ese será el precio que tendrán que pagar para obtener vida eterna, por haber rechazado el regalo ofrecido por Dios a ellos ahora, y negarse luego a recibir la marca de la bestia. Ya que la bestia le dará muerte “a todo el que no la adorase” (Ap. 13:15).
El sexto sello
La apertura del sexto sello es aún peor. Como los dolores de la mujer de parto, un horror indescriptible cae sobre toda la tierra. Nadie estará exento. El pavor de la tribulación encontrará su camino en los corazones y mentes de todos, desde el mayor hasta el menor: “Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento” (Ap. 6:12, 13). La palabra que se traduce como «estrellas»también significa «asteroides» o «meteoros», dependiendo del contexto. En este caso, traduce eso mismo correctamente: “Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar” (Ap. 6:14). Esta catástrofe aparentemente traerá cambios fantásticos físicos en la tierra. El profeta Isaías dijo refiriéndose a la destrucción de la ecología de la tierra: “La tierra será enteramente vaciada, y completamente saqueada; porque Jehová ha pronunciado esta palabra… Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto sempiterno. Por esta causa la maldición consumió la tierra, y sus moradores fueron asolados; por esta causa fueron consumidos los habitantes de la tierra, y disminuyeron los hombres” (Is. 24:3, 5, 6).
El miedo atenazará con su garra helada el corazón de todos. En lugar de volverse a Dios en la hora del peligro se esconderán en cuevas y montes. El cataclismo será de proporciones tan gigantescas que ni siquiera los ricos de la tierra encontrarán un lugar donde esconderse. Y si eso es con los ricos, ¿cómo no será con los pobres?: “Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes” (Ap. 6:15).
Aquellos que sobrevivan, tendrán razón al clamar: “... A los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?” (Ap. 6:16, 17). Es evidente por estos versículos que el mundo sabrá que es un juicio del Señor Jesucristo, porque se refieren a Él como el “Cordero”. En medio de todo el caos, el Anticristo romperá su alianza con la falsa iglesia: “Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego” (Ap. 17:16).
El séptimo sello
Con la apertura del séptimo sello la escena cambia de la tierra al cielo. Hay una atmósfera solemne, con un silencio ominoso en el cielo por cerca de treinta minutos. La humanidad todavía aturdida por los eventos devastadores de los seis primeros juicios, tendrá la oportunidad de reflexionar y arrepentirse.
La apertura del séptimo sello de hecho desata la serie siguiente de siete juicios, los cuales están confiados a siete ángeles del más alto rango. Juan testifica lo que vio y dice en Apocalipsis 8:1, 2: “Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora. Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas”. La apertura del séptimo sello introduce los juicios de las siete trompetas. Estos juicios son tan terribles que los ángeles se quedan mudos de asombro: “Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos. Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto” (Ap. 8:3-5). Los truenos, las voces, los relámpagos y el terremoto son el resultado del fuego en el altar, indicando que la acción en el cielo inicia una acción sensible en la tierra.
Primera trompeta
“El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, que fueron lanzados sobre la tierra; y la tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la hierba verde” (Ap. 8:7). El granizo y el fuego son juicios literales que caerán sobre un tercio de la superficie de la tierra, quemando toda la vegetación. Esto no es extraño porque tal cosa ya ha ocurrido antes. Eso fue lo que sucedió en Sodoma y Gomorra: “Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos” (Gn. 19:24).
Segunda trompeta
“El segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran montaña ardiendo en fuego fue precipitada en el mar; y la tercera parte del mar se convirtió en sangre. Y murió la tercera parte de los seres vivientes que estaban en el mar, y la tercera parte de las naves fue destruida” (Ap. 8:8, 9).
Cuando en la Biblia se menciona el mar, usualmente se refiere al mar que era prominente en el territorio de Palestina, el Mediterráneo. Lo que Juan describe “como una gran montaña ardiendo en fuego” bien podría ser un meteorito gigante incandescente que cae en el mar Mediterráneo, acabando con una tercera parte de las criaturas vivas y destruyendo un tercio de las naves. El resultado de tantas muertes y de la composición química del meteorito, convertirán las aguas en sangre.
Tercera trompeta
“El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas. Y el nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas, porque se hicieron amargas” (Ap. 8:10, 11).
La tercera trompeta hace que caiga del cielo una gran estrella, otro meteorito. Parece que se enterrará tan profundo que contaminará el suministro de agua de un tercio de los ríos del mundo. Cuando este meteorito cuyo nombre es Ajenjo caiga, amargará las aguas y esos que dependen de ellas morirán.
Cuarta trompeta
“El cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera parte del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas, para que se oscureciese la tercera parte de ellos, y no hubiese luz en la tercera parte del día, y asimismo de la noche” (Ap. 8:12). Esta cuarta trompeta afectará al sol y la luna. La luz de estos cuerpos celestes disminuirá y habrá 16 horas de oscuridad y ocho de claridad. Nuestras mentes finitas no pueden comprender a fondo las fuerzas tremendas que se desatarán en la tierra como resultado del toque de la cuarta trompeta: “Y miré, y oí a un ángel volar por en medio del cielo, diciendo a gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los que moran en la tierra, a causa de los otros toques de trompeta que están para sonar los tres ángeles!” (Ap. 8:13). Este versículo introduce los tres ayes del libro de Apocalipsis, los cuales nos informan que por muy horribles que hayan sido las primeras cuatro trompetas, serán sobrepasadas en miseria por lo que sigue.
Continuará...