¿Qué realmente dice la Biblia sobre María?
- Fecha de publicación: Sábado, 09 Diciembre 2023, 20:23 horas
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1. Dice que era una doncella pura, virgen y que vivía en Nazaret.
2. Dice que, en cierto momento, estando ya desposada con José, su marido, pero antes de que se uniera con él, un ángel del Señor le comunicó que ella concebiría por obra del Espíritu Santo y daría a luz al Salvador del mundo.
3. Dice que ella no objetó nada, solamente dijo... “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra”.
4. En relación a ella, dice que un ángel visitó a José también y le dio la noticia de que su esposa había concebido por medio del Espíritu Santo. Agrega que José “no la conoció” (no cohabitó con ella... “hasta que dio a luz su Hijo primogénito”).
5. Dice que María finalmente dio a luz a Jesús y que, pasados los años, tuvo otros 4 hijos y algunas hijas.
6. Dice que el esposo de María, José, era carpintero y que luego Jesús también lo era.
7. Dice que María fue la primera en reconocer a Jesús como su Señor, su Dios y su Salvador.
8. Dice que María y sus otros hijos con ella, estuvieron en el aposento alto cuando descendió el Espíritu Santo.
Lo que la Palabra de Dios NO dice de María
1. No dice que ella fue concebida sin pecado original.
2. No dice que ella alguna vez había dado órdenes a Jesús.
3. No dice que ella haya hecho algún milagro durante toda su vida.
4. No dice que ella había recibido facultad para interceder por nosotros.
5. No dice que ella había sido elevada por Dios a la categoría de reina del cielo.
6. No dice que ella ascendería al cielo en su cuerpo en 1950, como fue declarado por el entonces Papa Pío XII.
7. No dice que ella había recibido adoración alguna vez.
8. No dice que Jesús fue su único hijo y que ella nunca hizo el papel de esposa de José.
¿Por qué admirar a la verdadera María, la madre de Jesús?
1. Porque ella, aunque no entendía cómo podría concebir un hijo sin estar con su esposo, de todos modos, creyó: “Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril; porque nada hay imposible para Dios. Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia” (Lc. 1:26-38).
2. Porque, hasta donde podemos ver, ella fue la primera en declarar públicamente que Jesús era su Señor, su Dios y su Salvador: “En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá; y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elisabet. Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo, y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor. Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones” (Lc. 1:39-48).
3. La sencillez y prudencia de María: “Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lc. 2:19).
La gente sin duda hablaba de eso de tener a un Hijo engendrado por el Espíritu Santo.
María por lo visto era una mujer que hablaba poco, pero meditaba en lo que escuchaba. Su carácter (y siendo ya regenerada) ella no se ofendió cuando Jesús parecía haber sido algo... tajante con su solicitud: “Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere” (Jn. 2:1-5).
4. Por haber criado a por lo menos 8 hijos, incluyendo a Jesús: “¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas? Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa” (Mt. 13:55-57).
5. María, rodeada de sus 4 hijos y sus hijas, estuvo presente en el Aposento Alto después de despedir a su Señor, Dios y Salvador. Además de ser su Hijo primogénito, habiendo regresado del Monte de los Olivos en grupo de unos 120: “Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo. Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un día de reposo. Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo. Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos. En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número)” (Hch. 1:10-15).
Piense por un momento... ¿Cómo serían las conversaciones que mantuvo Jesús con sus otros 4 medio hermanos? ¿O un carpintero, hijo (según se creía) de otro carpintero, diciéndoles que Él mismo era el Mesías esperado hasta por miles de años por los Judíos? ¿Era carpintero Jesús?: “¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él” (Mr. 6:3).
Es probable que cuando ya sus hijos eran mayores, especialmente cuando el Señor fue crucificado, muy probablemente José ya había muerto. María tenía que verse con todos y con todo.
Sin duda Jesús, siendo ya Salvador de ella, la acompañó en todo momento, la fortaleció y vaya uno a saber cuántas cosas le habrá dicho acerca de su futuro, su muerte, resurrección y ascensión.
Jamás se le ocurrió a esta sencilla y humilde doncella que la harían... “reina del cielo, intercesora infalible, madre de Dios”.
Aquí tenemos a una “Pastora” ejemplar
* Su congregación eran sus hijos...
* Su Salvador era su Hijo Primogénito...
* Su tema era guiar a cuantos se le acercaban, al mismo Salvador, a Jesús.
¿Qué hicieron de ella los marianos, la elevaron o la rebajaron?
Debemos recordar que el único, que la Biblia menciona, que intentó entronarse como Dios, fue el Querubín Grande Protector, quien es hoy el diablo y Satanás. Él intentó dar un “Golpe de Estado” en el cielo, pero fue arrojado de su sitial.
Este mismo Querubín, usurpador, como no lo logró, inspiró a un Emperador llamado Constantino para que elabore un cristianismo basado en la madre de Jesús, María.
Hasta la fecha, quienes la siguen, le rinden culto, creen que ella tal vez logre ese golpe de Estado.
Se llamaría... María la golpista.
La gran mayoría de quienes están sumidos en la mitología mariana, no tienen la menor idea hasta dónde el cristianismo de Constantino la ha rebajado.