Regeneración, conversión y consagración
- Fecha de publicación: Sábado, 05 Julio 2025, 19:14 horas
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¿Ocurren las tres al mismo tiempo? ¿Qué es regeneración? ¿Cuál es la diferencia cuando le agregamos conversión?
No todos cuantos lean esta columna estarán de acuerdo, pero creo que es esto lo que la Biblia enseña, especialmente cuando hablamos de «regeneración y conversión».
REGENERACIÓN: Es simplemente volver a nacer, tal como el Señor le dijo a Nicodemo en Juan 3:1-21. Es necesario leer con detenimiento esta cita completa para entender su contenido. La regeneración proviene totalmente de Dios. Es obra del Espíritu Santo, el cual hace todo: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación” (2 Co. 5:17, 18). Por eso el nuevo nacimiento (regeneración) es algo completamente seguro, porque es obra divina. En cuanto a esto, es Él quien HACE TODO. En ese momento Él “nos reconcilió consigo mismo por Cristo”. Se trata de algo que el hombre no lo puede producir. Tan cierto es esto, que el Señor le dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Jn. 3:3). Más adelante insiste: “Os es necesario nacer de nuevo” (v. 7). Lo que el pecador puede y debe hacer es CREER. Cuando esto ocurre y el pecador cree en Cristo, el Señor se encarga de regenerarlo. Ante sí mismo y ante los demás, el pecador que creyó en Cristo sigue siendo el mismo, pero ante el Señor él/ella es una nueva criatura: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co. 5:17).
En Ezequiel 11:19, 20 el Señor habla a Israel para cuando llegue el tiempo de su restauración: “Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios”. Ellos no buscarán ese... corazón y espíritu nuevos, sino que Él dice: “Y les daré un corazón... nuevo”. Compare esto con Tito 3:5, 6: “Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador”. El pecador no debe preocuparse si nació o no de nuevo, porque esto definitivamente ocurre. La preocupación, o lo que corresponde al pecador, es creer, porque la fe que es el producto del oír la Palabra de Dios, definitivamente hace que este nazca de nuevo: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Ro. 10:17). Esta declaración tiene dos partes. En primer lugar, nos dice cómo el pecador ejerce la fe salvadora. En segundo lugar, claramente nos dice que debe oír: LA PALABRA DE DIOS. Existen quienes afirman que no importa en qué o en quién uno crea, con tal de “creer”. Esta clase de fe no produce regeneración, sino degeneración. El pecador debe creer en Cristo, no el de la hostia ni el bebé en brazos de una madrecita tierna, sino en Aquél que se dio a sí mismo por los pecadores al morir clavado de una cruz, cuyo cuerpo fue sepultado, quien resucitó al tercer día y hoy es el único que intercede por los suyos: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo” (1 Ti. 2:5, 6). Podríamos decir más sobre la regeneración, pero el espacio no nos permite.
CONVERSIÓN: Lo ideal sería que todo regenerado experimente al mismo tiempo la conversión. Pero, aunque ocurre con algunos, existen cristianos que les toma mucho tiempo y por lo visto nunca se convierten. Porque la conversión, a diferencia de la regeneración, es en gran parte obra del mismo regenerado. Tiene que ver con la conducta del regenerado. Debe dejar muchas cosas y apropiarse de otras; desde su manera de pensar, hablar, decidir y hasta su contribución en la causa del evangelio. Muchos regenerados nunca hacen algo por el extendimiento del evangelio. De todos modos, son salvos, porque cooperar con la evangelización es obra, y nadie se salva por obras. Tampoco (como predican algunos) las buenas obras son siempre prueba de la regeneración, puesto que muchos pecadores no regenerados (no salvos) tienen obras dignas de todo encomio. No olvidemos al centurión romano llamado Cornelio (Hch. 10).
Muchos predicadores enseñan que la conversión es algo así como sinónimo de la regeneración, pero la Biblia distingue la conversión de la regeneración.
La regeneración es un milagro, pero la conversión no, porque los milagros corresponden al Señor, pero las obras corresponden a cada cristiano.
Cuando el Señor llevó a Nicodemo al caso de las serpientes en el desierto (Jn. 3:1-15), le hizo ver que cuantos miraron a la serpiente metálica que Moisés levantó por mandato divino, aun cuando las serpientes continuaban allí mordiendo a cuantos encontraban, el veneno perdía su eficacia y el mordido seguía con vida. Los israelitas milagrosamente librados de las serpientes no por eso dejaron de continuar siendo carga para el Señor y para Moisés, pero sí habían experimentado el milagro de la ineficacia del veneno.
Es Pablo quien más habla sobre la vida nueva del cristiano, pero al mismo tiempo es él quien más habla de la gracia salvadora. Si usted leyera acerca de la conducta de un hermano de la Iglesia de Corinto en 1 Corintios 5:1-13, podría concluir que se trataba de un caballero, miembro de la Iglesia, pero no salvo. Pero si sigue leyendo y llega a 2 Corintios 2:5-11, pronto descubre que se trata de la misma persona. Pablo urge a la Iglesia que le perdonen, porque en la carta anterior les dijo que lo entregaran a Satanás, es decir, cortaran con él todo contacto, toda comunión. Esta disciplina hizo que el hermano se arrepintiera de su grave pecado de inmoralidad. Es necesario notar lo que dice en 2 Corintios 2:10, 11: “Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo, para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones”.
¿Qué quería decir Pablo cuando escribió: “Para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones”? (v. 11).
Esta podría ser una oportunidad formidable para que los hermanos de Corinto dijeran: «Bueno, ese inmoral, corrupto, o como lo llamó nuestro hermano Pablo: perverso (1 Co. 5:15b), ciertamente perdió su salvación, porque la Iglesia del Señor es santa y debe ser santa. Dejemos a él con Satanás, porque Pablo también nos escribió que ‘un poco de levadura leuda toda la masa’; y él es esa levadura. ¡No puede ser que semejante inmoralidad pueda cometer un hijo de Dios! Sin duda él nunca fue salvo o ha perdido su salvación».
Pablo se apresuró para escribirles su segunda carta y en ella vuelve a tocar este delicado caso.
Pedro urge diciendo: “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados…” (Hch. 3:19a).
El arrepentimiento y la fe se requieren del pecador. El pecador debe y puede arrepentirse y puede creer, pero la regeneración el pecador no puede producir. Una vez salvo, es deber del cristiano trabajar sobre su conversión, tarea que debe seguir desde su regeneración hasta que el Señor lo llame. No todos los salvos logran completar la conversión hasta los niveles que siempre han soñado. Pablo habla de su propia experiencia de manera muy clara (Ro. 7:15-25). El apóstol deseaba agradar en todo al Señor, pero se daba cuenta de que muchas veces su deseo era frustrado debido a que todavía... “el mal está en mí”. Ese... “mal”, es el pecado en nuestra presente naturaleza. Sin embargo, es nuestro deber hacer cuanto podamos para evitar el pecado, de modo que con cada día avancemos más en la conversión al ejemplo de Cristo.
CONSAGRACIÓN: Una vez regenerados y convertidos, estamos en condiciones para consagrarnos, aunque debemos tener presente que la mejor herramienta para lograr cuanto antes la conversión deseada, es la consagración. El cristiano desocupado (no consagrado) difícilmente logre avanzar en su conversión.
Todo pastor con cierta experiencia sabe que los hermanos de mayor estabilidad y madurez espiritual, son los consagrados. Si usted cree que no tiene el crecimiento deseado, pruebe obedecer al Señor conduciendo a los perdidos a Cristo.