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Charles Spurgeon

  • Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas

      Charles Spurgeon nació en Kelvedon, Essex, Inglaterra, en 1834, de ancestros holandeses.  Su padre y abuelo eran ambos pastores independientes fuera de la Iglesia de Inglaterra, y fue criado con una adherencia estricta a las Escrituras.

  En los estudios de su padre y abuelo, Charles examinó exhaustivamente los libros de ellos.  El libro de los mártires, y El progreso del peregrino de Bunyan fueron los primeros que leyó. 

      A pesar de conocer intelectualmente que “El Señor Jesucristo murió por nuestros pecados”, Charles estaba tan consciente de sus defectos que casi no podía creer que pudiera tenerlos.  El examinar libros como Amonestación a los creyentes no convertidos escrito por Joseph Alleine y Richard Baxter y Llamado a los inconversos, sólo parecían confirmarle su necesidad de salvación. 

      Le hizo a diferentes predicadores la misma pregunta: “¿Cómo puedo lograr que mis pecados sean perdonados?”, pero ninguno le proveyó una respuesta que pudiera entender, sin embargo el 6 de enero de 1850, todo cambió. 

      Ese domingo, a los 15 años de edad, Charles se dirigía la iglesia en medio de una tormenta de nieve, cuando de repente tuvo que refugiarse en una capilla Metodista Primitiva para escapar de la nieve.  La congregación estaba dispersa, y un predicador laico estaba remplazando al pastor.  Y a Charles le encantaba contar esta historia, decía: “El texto que leyó fue: ‘Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más’.   Él ni siquiera pronunció las palabras correctamente, pero no importaba.  Y yo pensaba: ‘Allí está un destello de esperanza para mí en este texto’. 

      “El predicador comenzó así: ‘Verdaderamente, este es un texto muy simple.  Comienza diciendo: ‘Mirad’.  Ahora mirar no causa ningún dolor.  No es ni siquiera levantar su pie o su dedo, es sólo ‘Mirar’.  Bueno, un hombre no necesita ir a la universidad para aprender a mirar.  Usted puede ser el mayor necio, pero todavía puede mirar... 

      “Después de continuar en lo mismo por cerca de diez minutos, o algo así, había agotado todo su repertorio.  Luego me observó a mí debajo de la galería y me atrevo a decir, que con los pocos que estaban presente, supo de inmediato que era un extraño.  Y fijando sus ojos en mí, como si conociera todo mi corazón, dijo: ‘Jovencito, usted luce muy miserable’.  Bueno, era cierto, pero no estaba acostumbrado a que alguien hiciera comentarios de tal naturaleza sobre mi apariencia personal, desde el púlpito.  Sin embargo, fue un buen golpe, que me dio directo.  Él continuó: ‘Y siempre serás un miserable - miserable en la vida y miserable en la muerte - si no obedeces mi texto; pero si obedeces ahora, en este momento serás salvo... Jovencito, mira a Jesucristo.  ¡Mira! ¡Mira!  No tienes nada más que hacer, sólo mirar y vivir...’ 

      “Vi de inmediato que allí estaba el camino de salvación... Yo había estado esperando hacer cincuenta cosas, pero cuando escuché esa palabra ‘¡Mirad!’ me pareció la más cautivadora. ¡Oh, sí!  Miré hasta casi ver mis propios ojos.  Entonces la nube se disipó, las tinieblas se retiraron, y en ese momento vi la luz; bien podía haberme levantado en ese instante y cantar con el mayor entusiasmo delante de ellos, de la preciosa sangre de Cristo, y de la simple fe de mirar a Él. ¡Oh, si alguien me hubiera dicho esto antes! .. Confía en Cristo y serás salvo’.  Sin embargo, a no dudar, todo había sido sabiamente ordenado y ahora puedo decir:  

Desde que por fe, vi el torrente

Que brotaba de sus heridas,

El amor redentor ha sido mi tema,

Y lo será  hasta que muera”. 

      Ciertamente, Charles Spurgeon se mantuvo mirando a Jesús, y continuó así  hasta convertirse en el predicador más famoso de su generación, ministrando en el Tabernáculo Metropolitano de Londres. 

Reflexión 

      Criado en un hogar cristiano, Charles Spurgeon conocía todos los hechos, pero no fue hasta que cumplió los 15 años, que Dios le salvó.  A pesar de su conocimiento y  origen, hay un momento en el tiempo, cuando el Espíritu Santo abre sus ojos y usted mira a Jesús por salvación. ¿Ha mirado ya? 

      “Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más”  (Isaías 45:22).

Modificado por última vez enMiércoles, 07 Diciembre 2011 22:56
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