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Pequeña Azogue

  • Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas

         Frances Ridley Havergal nació en 1836 en una familia cristiana en Inglaterra.  Era una niña muy inteligente que leía bien a la edad de tres años y escribía poesía cuando tenía siete.  Memorizaba largos pasajes de la Escritura, aprendió varios idiomas y se convirtió en una excelente pianista.  Su padre le llamaba “Pequeña Azogue”.

         Su madre se enfermó gravemente cuando Frances sólo tenía once años.  En su lecho de muerte le dijo a su sensible y devastada hija, “Hija querida, ora a Dios para que te prepare para todo lo que tiene para ti”.  Frances guardó las palabras de su madre en el corazón e hizo de ellas la oración de toda su vida.

         En sus años de adolescente le encantaba escribir y cantar, deseando usar sus dones para ganar a otros para su Salvador.  En una ocasión describió así su proceso para escribir, dijo: “Escribir poesía es fácil para mí.  La mayor parte del tiempo, sólo registro en un verso una experiencia personal.  Redactar himnos es como orar, y siempre me parece que ni siquiera he escrito un verso yo misma.  Al hacerlo me siento como un niño, ya que él examinará cada frase y dirá, ‘¿Y ahora que pongo?’.  Eso mismo es lo que yo hago.  Cada palabra, línea y rima proviene de Dios”.

         El 4 de febrero de 1874, Frances Ridley Havergal escribió el himno Toma mi vida y déjala ser.  Estaba pasando cinco días visitando el hogar de algunos amigos  en donde se encontraban varias personas no regeneradas y creyentes tibios.  Sentía una carga por ellos y oró: “Señor, dame a todos en esta casa”.  A la conclusión de su visita, su oración fue respondida, y sus amigos se regocijaban todos juntos con el gozo de conocer al Señor Jesucristo personalmente.  Ella le escribió así a  su hermana contándole lo ocurrido: “La última noche de mi visita estaba demasiado feliz para dormir, y pasé la mayor parte de la noche en alabanza y renovación de mi consagración; y estas pequeñas coplas se formaron por sí mismas en mi corazón, una tras otra, hasta que terminaron con ‘¡siempre todo para Ti!’.

Toma mi vida, y deja que sea
Consagrada Señor a Ti;
Toma mis manos, y déjalas que se muevan
Al impulso de Tu amor.

Toma mis pies y deja que sean
Rápidos y hermosos para Ti;
Toma mi voz y permíteme cantar
Siempre, sólo para Ti mi Rey.

Toma mis labios, y permite que estén
Colmados con mensajes para Ti;
Toma mi plata y mi oro,
Ni una suma ínfima retendré.

Toma mis momentos y mis días,
Permite que fluyan en alabanza incesante;
Toma mi intelecto y úsalo
En la forma como Tú desees.

Toma mi voluntad, y hazla Tuya;
Ya no volverá a ser mía;
Toma mi corazón - ¡es Tuyo!
Será tu trono real.

Toma mi amor, mi Señor, lo pongo
Ante tus pies como el cofre de un tesoro;
Tómame a mí, y seré
¡Siempre toda para Ti!

         Frances consideraba Toma mi vida y déjala ser, una expresión de su propio compromiso con Cristo.  Revisaba frecuentemente sus palabras, orando devotamente a fin de consagrarse nuevamente a Jesús.  Murió cuatro años después de escribir el himno, a la edad de cuarenta y dos años, dejando un legado de muchos himnos, tal “Como un río glorioso, Señor háblame para que yo pueda hablar, Confiando en Ti, Señor Jesús” y “¿Quién está en el lado del Señor?”.
Reflexión

         ¿Es su oración para que Dios tome su vida y la consagre a Él?  Use este himno como una sincera oración para que el Señor obre en su vida hoy.

         “... Presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia” (Romanos 6:13).

Modificado por última vez enSábado, 19 Junio 2010 00:14
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