Reconstruyendo el Templo
- Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
- Publicado en Tema del día /
- Visitado 7674 veces /
- Imprimir /
En el año 538 antes de Cristo, el pueblo judío estaba en Babilonia como resultado del juicio de Dios sobre ellos. Uno de los exilados era un joven sacerdote llamado Zacarías, quien nació en Babilonia durante los setenta años del cautiverio.
Cuando el rey Ciro del imperio medo-persa derrocó a Babilonia, expidió una proclamación permitiéndole a los judíos que regresaran a Jerusalén y reconstruyeran su templo. “En el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, despertó Jehová el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito por todo su reino, diciendo: Así ha dicho Ciro rey de Persia: Jehová el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá. Quien haya entre vosotros de su pueblo, sea Dios con él, y suba a Jerusalén que está en Judá, y edifique la casa a Jehová Dios de Israel (él es el Dios), la cual está en Jerusalén. Y a todo el que haya quedado, en cualquier lugar donde more, ayúdenle los hombres de su lugar con plata, oro, bienes y ganados, además de ofrendas voluntarias para la casa de Dios, la cual está en Jerusalén” (Esdras 1:1-4).
Zacarías era uno de los aproximadamente cincuenta mil judíos que retornaron a Judá junto con su abuelo Iddo. Al cabo de dos años de estar allí colocaron los cimientos del templo, pero los samaritanos y otras tribus vecinas, temiendo que esto señalara el principio de un poderoso estado judío, lograron con éxito detener la construcción.
En el año 520 antes de Cristo, Dios le habló a los judíos en Jerusalén cuatro veces por medio del profeta Hageo, animándolos para que completaran la labor del templo, y en septiembre el trabajo se reanudó.
En octubre y noviembre del año 520 antes de Cristo, Dios también le dio un mensaje a Zacarías, haciéndolo ahora profeta al igual que sacerdote. El mensaje fue este: “Se enojó Jehová en gran manera contra vuestros padres” (Zacarías 1:2)
Después de diez años de sequía debido a que suspendieron el trabajo en el templo, Dios deseaba confirmar a los judíos, así que después de disciplinarlos, su promesa fue: “Diles, pues: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos a mí, dice Jehová de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zacarías 1:3).
Luego el 15 de febrero del año 520 antes de la era cristiana, el Señor le envió otro mensaje al profeta. Dice Zacarías 1:7 que esa noche tuvo ocho visiones, pero no se trataba de sueños, porque Zacarías estaba bien despierto cuando las vio.
El propósito de esas visiones era motivar a los judíos a continuar con la obra del templo, al revelar el Señor sus planes futuros para Israel. La visión se extendía a lo largo de las edades, desde el día de Zacarías hasta el milenio siguiendo la segunda venida de Cristo cuando el Dios restaurará el reino a Israel.
Las ocho visiones eran simbólicas, describían el juicio de un Dios airado sobre las naciones que afligieron a Israel, al igual que las bendiciones futuras sobre una nación restaurada, limpia del pecado, restablecida como un pueblo de sacerdotes, y sirviendo como luz del mundo, bajo el Mesías, quien será un Rey Sacerdote.
A la conclusión de las ocho visiones, Zacarías recibió un mensaje final de Dios, que registró en el capítulo 6, versículos 9 al 15 de su libro. En él Dios lo instruyó para que le colocara una corona de plata y oro a Josué, el sumo sacerdote de ese entonces. (Tenga presente que Josué, significa en griego Jesús.) Esto era una semblanza del futuro Mesías, quien reconstruirá el templo de Dios en el milenio y gobernará sobre Israel como Sacerdote y Rey.
Con este cuadro estimulante de lo que Dios va a hacer en el futuro, los judíos completaron la reconstrucción de su templo en solo tres años y medio.
Reflexión
Estudios en sicología industrial han mostrado que los trabajadores son más eficientes, y están más motivados cuando entienden cómo se ajusta su trabajo en el plan y misión general de su empleador. De manera similar cuando entendemos cómo se relaciona nuestro papel en la vida con el plan y propósito de Dios, nos sólo nos motiva sino que nuestra vida tiene más sentido.
“Así dice Jehová Dios, Creador de los cielos, y el que los despliega; el que extiende la tierra y sus productos; el que da aliento al pueblo que mora sobre ella, y espíritu a los que por ella andan: Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones” (Isaías 42:5 y 6).