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Un hombre de Dios

  • Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas

Aiden Wilson Tozer, más conocido como A. W. Tozer, nació en 1897, el tercero de seis hijos en una familia pobre de Pensilvania.  Su padre era un enfermo crónico y él tuvo que abandonar la escuela después del sexto grado para trabajar en la granja de su familia. 

Cuando tenía quince años, se trasladaron a Akron, Ohio, en donde Tozer trabajaba en una fábrica de la compañía de llantas Goodrich.  Uno de sus nuevos vecinos le preguntó si era cristiano.  “No lo sé” - respondió, “Pero lo pensaré”.  Durante los años siguientes estuvo meditando al respecto.

Tres años más tarde, un día mientras caminaba hacia su casa desde su lugar de trabajo, Tozer vio a una multitud reunida en una esquina alrededor de un anciano predicador callejero.  Curioso se detuvo a escuchar y oyó al anciano que decía: “Si usted no sabe como ser salvo, sólo clame a Dios, diciendo: ‘Señor ten misericordia de mí que soy pecador”. Incapaz de poder dejar de pensar acerca de lo que había dicho el predicador, Tozer fue a su casa y subió al ático en busca de privacidad, determinado a resolver este asunto de una vez por todas.  Horas más tarde apareció como un hombre cambiado.

La primera cosa que la familia de Tozer advirtió, fue que desaparecía y se iba al sótano donde permanecía por varias horas cada día.  Allí detrás del horno encontró un rincón que servía para su propósito: un lugar para pasar un tiempo sin interrupciones leyendo la Biblia y orando.  También comenzó a asistir a la iglesia local, en donde conoció a Ada Pfautz, quien más tarde se convirtió en su esposa.  La madre de Ada le prestaba libros cristianos de su biblioteca, y Tozer prácticamente los devoraba uno por uno.

Dios tenía planes para el joven Tozer.  Él mismo comenzó a predicar en las aceras y por medio de su ministerio conoció a otros predicadores que eran pastores en la Alianza Cristiana y Misionera.  El contacto con ellos conllevó a su ordenación en esa denominación.  En 1928 Dios le llamó a pastorear la Iglesia Southside Alliance en Chicago, en donde permaneció por treinta y un años.

Tozer tenía un don natural para comunicarse con las personas y sobresalía como predicador.  Pero cuando oraba por las necesidades de su congregación, se daba cuenta que pocos de ellos leían la Biblia, mucho menos libros cristianos que los ayudaran a crecer espiritualmente.  La propia educación espiritual de Tozer provenía de su lectura de la Palabra y de libros, no de escuelas.  Le parecía que pocos cristianos tenían apetito por la Biblia, ni que decir de libros que les hicieran pensar en Dios, mucho menos en obedecerlo.  En 1943, Dios lo guió para comenzar a escribir esa clase de libros que pensaba que su gente necesitaba.

Para Tozer, el escribir fue una forma de adoración, por medio de la cual trataba de contarle a otros su propio sentimiento de asombro y temor reverente por el amor maravilloso de Dios.  Y decía: “Los únicos libros que deben escribirse, son esos que fluyan del corazón y salgan al exterior por la presión interna”. Los libros de Tozer, cerca de treinta, en los que estaba incluido La búsqueda de Dios, escrito en 1948 y El conocimiento del Santo en 1961, provinieron de su profunda relación con el Señor. Tozer le dio crédito sólo a Dios por su inspiración y éxito y donó casi todo lo que recibió por regalías.

A. W. Tozer murió el 12 de mayo de 1963.  Dios hizo de él un hombre de muchas palabras.  Pero en el epitafio sobre su tumba dice simplemente: “Un hombre de Dios”.

Reflexión

Después de leer la Biblia, ¿lee libros cristianos?  Hacer esto es una de las cosas de más ayuda espiritual que una persona puede hacer.  Pregúntele a su pastor que libros le aconseja leer.

“Para los santos que están en la tierra, y para los íntegros, es toda mi complacencia” (Salmos 16:3).

Modificado por última vez enSábado, 19 Febrero 2011 02:01
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