El Buen Maestro
- Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
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Cada tienda estaba cerrada y todas las actividades fueron suspendidas el 22 de junio de 1878, en Princeton, New Jersey. La ocasión era un funeral - pero no el de un héroe de la guerra, o el de un famoso estadista, como uno podría suponer, sino que era el funeral de Charles Hodge, el teólogo líder de Estados Unidos durante el siglo diecinueve.
Nacido en Filadelfia en 1797, hijo de un cirujano del ejército, Hodge atendió la Universidad de Princeton y mientras estaba allí, hizo profesión pública de fe en Cristo, durante un despertar espiritual que se propagó por toda la universidad en el invierno de 1814 a 1815. Después de graduarse fue al otro lado de la calle para atender al seminario de Princeton, recibiendo su grado en 1819. Un año después Hodge se convirtió en instructor del seminario a la edad de veintitrés años. Permaneciendo allí por el resto de su vida.
Durante el curso de su existencia le enseñó a más de tres mil estudiantes. Su influencia se propagó aun más porque miles escucharon sus sermones y decenas de miles leyeron sus escritos. Hodge escribió más de cinco mil páginas en el Repertorio Bíblico, más tarde llamado el Princeton Review, un diario teológico que fundó. En adición, escribió una cantidad similar de artículos publicados en otros lugares y en sus libros. Su Teología Sistemática de tres volúmenes es todavía un texto de estudio estándar hoy. No obstante, el más grande legado de Hodge, no fueron sus escritos, sino los tres mil estudiantes que enseñó a lo largo de los años. La mayoría de ellos se convirtieron en pastores, misioneros y líderes de iglesias.
Tal vez la mejor ilustración del impacto de Hodge en sus estudiantes, fue la tradición de la graduación en el seminario que comenzó alrededor de 1868 y continuó cada año hasta su muerte. Después que se pronunciaba la bendición, la clase que se graduaba formaba un círculo alrededor de Charles Hodge, en el frente de los predios universitarios. Cantaban varias estrofas del himno Todos aclamen el poder del nombre de Jesús. Luego, haciendo un círculo más cerrado con cada graduado cruzando sus brazos alrededor de su pecho y agarrando las manos de los estudiantes a cada lado, cantaban juntos “Bendito sea el Vínculo que nos une”, seguido por la doxología. Después que Hodge pronunciaba una bendición, estrechaba las manos de cada estudiante, y todos iban por caminos separados a ministrar el Evangelio.
Cuando Charles Hodge murió, el entero poblado de Princeton suspendió todas las actividades, para honrar a su hijo más amado en su funeral el 22 de junio de 1878. Uno de sus estudiantes que pronunció un discurso, dijo: “Cuando se hace una evaluación de su intelecto y su saber... advierte que su principal poder radicaba en su bondad. Cristo morando en su corazón era el centro de su teología y vida. El mundo escribirá sobre su monumento GRANDE; pero nosotros sus estudiantes escribiremos sobre él BUENO”.
La procesión del funeral avanzó lentamente por la calle Witherspoon hasta el cementerio, en donde sus hijos lo depositaron en la tumba, al lado de la esposa de su juventud. Ellos leyeron una vez más la inscripción que Hodge, como un esposo afligido había colocado sobre la lápida de la tumba de su esposa años antes: “Te depositamos aquí con mucho cuidado, tú nuestro ser más querido, para reunir la fortaleza y la belleza para la venida del Señor”.
Reflexión
Charles Hodge dedicó su existencia a sus estudiantes. Al hacerlo estaba siguiendo el ejemplo de Jesús, de consagrar su vida a sus discípulos. Piense de las personas que se encuentran dentro de su esfera diaria de influencia - sus hijos, sus compañeros de trabajo, vecinos y amigos. ¿A quién cree usted que le ha dado Dios para que le dedique su vida?
“Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros” (2 Timoteo 2:2).