Má amor a ti
- Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
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Elizabeth Payson Prentiss nació en 1818 en Portland, Maine, en donde su padre Edward Payson, servía como pastor. Edward, un hombre piadoso, fue débil durante toda su vida, y Elizabeth heredó su debilidad física. En ocasiones era prácticamente una inválida y casi nunca estuvo sin dolores.
Cuando tenía veintiún años advirtió, que a pesar de su hogar cristiano no era creyente. El reconocimiento de su pecado llegó a ser más y más intenso. Luego escuchó un sermón sobre la salvación absoluta que podemos tener en Cristo. Profundamente afectada, más tarde escribió: “Mientras lo escuchaba mi alma cansada descansaba, y pensé: ‘Seguramente no puedo estar equivocada respecto a lo que pienso de mi Salvador, si bien no es mío’. Con esta conclusión me entregué a admirarle, amarle, alabarle, a preguntarme por qué no lo había hecho antes y a esperar que toda la gran congregación a mí alrededor se uniera a mí reconociéndolo como el señalado entre diez mil, y como el Amado”. En su camino de regreso a casa desde la iglesia, casi no podía creer en la paz que estaba experimentando, la cual anulaba las emociones negativas que por largo tiempo habían atribulado su alma.
En 1845 contrajo matrimonio con George I. Prentiss, un pastor presbiteriano. Seis años más tarde su familia se mudó a la ciudad de Nueva York con sus dos hijos. Un poco después de eso su hijo murió, y el año siguiente Elizabeth dio a luz su tercer hijo, quien también murió de repente.
Una noche, mientras que los adoloridos padres regresaban de visitar las tumbas de sus hijos, las emociones de Elizabeth llegaron a su clímax. En desesperación le dijo llorando gritos a su esposo: “Nuestro hogar está roto, nuestras vidas arruinadas, nuestra esperanza hecha añicos y nuestros sueños se han desvanecido”.
Su esposo, quien era un sabio consejero, le respondió: “Pero es en tiempos como estos que Dios nos ama más, de la misma forma como nosotros amamos más a nuestros propios hijos cuando están enfermos o angustiados con problemas”.
Elizabeth de inmediato tomó su Biblia y comenzó a leer. Luego buscó su himnario por consuelo. Y leyó “Más cerca mi Dios de Ti”. Mientras meditaba en las palabras del himno y en las que su esposo le había compartido, comenzó a componer un poema en el mismo patrón métrico de “Más cerca mi Dios de Ti”.
A partir de ese día Elizabeth escribió muchos poemas, publicando un volumen que contenía ciento veintitrés. Murió el 13 de agosto de 1878, en Dorset, Vermont. El pastor de la iglesia congregacional local condujo los servicios funerarios el día siguiente 14 de agosto. En sus manos sostenía un pequeño desgastado volumen, en el cual Elizabeth había registrado aniversarios especiales y eventos memorables con un versículo bíblico para cada día del año. El pastor leyó así el texto para el 13 de agosto: “Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen”.
Luego leyó el versículo para el 14 de agosto, el día del funeral: “Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún” (Hebreos 6:10).
El servicio funerario concluyó con el himno de Elizabeth: “Más amor para Ti”, el cual finalizaba con estas palabras:
Entonces mi último aliento
Susurrará Tu alabanza;
Este será mi clamor de partida
Mi corazón se elevará;
Ésta también será mi oración
Más amor, Oh Cristo, para Ti,
¡Más amor para Ti!
Reflexión
Elizabeth Prentiss descubrió que cuánto mayor era su necesidad, mayor era el amor de Dios para ella. ¿Cómo le responde usted a Cristo en amor? ¿Cómo puede amarle más?
“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él” (Juan 14:21).