Dios puede cambiar
- Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
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David Brainerd nació en Connecticut en 1718. Poco antes de ingresar en la Universidad de Yale en 1739, experimentó una profunda conversión y recibió a Jesucristo como su Señor y Salvador.
Los años en la facultad fueron difíciles. Yale había sido fundada porque la Universidad de Harvard se había convertido en Unitaria, sin embargo las muchas actividades religiosas allí parecían tener muy poco efecto en el cuerpo estudiantil. La principal diversión de los alumnos eran fiestas en las cuales bebían licor, jugaban y hostigaban a los habitantes del pueblo.
En agosto de 1740 el tutor de Brainerd notó que estaba escupiendo sangre, la primera señal de la tuberculosis, entonces le recomendó que regresara a su casa para recuperarse.
Mientras estaba en su hogar, George Whitefield, el evangelista anglicano de veinticinco años, predicó en Yale. Brainerd regresó a la universidad en noviembre y para el siguiente mes de febrero el fruto de la predicación de Whitefield comenzó a manifestarse.
En marzo, Gilbert Tennant, un evangelista irlandés americano, pronunció un sermón en Yale y tuvo un gran impacto sobre los estudiantes. Sin embargo, para septiembre de 1741, Thomas Clap, el rector y presidente, y el consejo administrativo del colegio se opusieron contra los promotores del Gran Despertar Espiritual. Condenando a los estudiantes que estaban apoyándolo y pasando una resolución que declaraba que “Si algún estudiante de este colegio declaraba indirectamente que el rector... el consejo administrativo o los tutores eran hipócritas, carnales u hombres no convertidos, tendría que hacer por su primera ofensa una confesión pública en el Auditorio, y por la segunda sería expulsado”.
David Brainerd, quien para entonces asistía al penúltimo año en la universidad, pasaba muchas horas discutiendo cosas espirituales con sus compañeros. Un día la discusión fue acerca de cierto tutor. Cuando uno de sus amigos le preguntó qué pensaba de él, replicó: “Él no tiene más gracia que esta silla”. Un estudiante de primer año oyó por casualidad el comentario y pronto el presidente Clap se enteró e hizo llamar a Brainerd. Él admitió haber hecho el comentario, y el presidente le dijo que debía excusarse públicamente ante el cuerpo estudiantil. David se rehusó, creyendo que una confesión pública era inapropiada ya que había sido un comentario que hizo en privado. Para el presidente Clap ésto fue un acto de rebelión y de inmediato lo expulsó.
Una ley aprobada recientemente en Connecticut declaraba que no se podía instalar a ningún ministro en la iglesia, a menos que fuera graduado de Yale, Harvard o una universidad europea. Debido a su expulsión David Brainerd estaba ahora impedido de seguir su llamado. El 15 de septiembre de 1743, le escribió una carta al presidente Clap y al consejo administrativo del colegio confesando su pecado y poniendo la situación en sus manos, ofreciéndose además a hacer una apología pública ante el cuerpo de estudiantes, pero su petición fue rechazada.
Sin embargo, Dios hizo que todo esta situación fuera para su gloria y por el bien de Brainerd. Un grupo de ministros simpatizantes del Gran Despertar Espiritual, le otorgaron una licencia para predicar y lo nombraron como misionero de los indígenas norteamericanos. En los pocos años restantes antes de su muerte hizo posible que tuviera lugar el gran despertar espiritual entre los indígenas de Massachusetts, New Jersey y Pensilvania.
Pero el resultado de su expulsión de Yale, fue mucho más allá de ministrarle a los indios. Jonathan Dickinson y Aaron Burr padre, ambos graduados de Yale y pastores presbiterianos, se interesaron en los esfuerzos de Brainerd por ser readmitido en la universidad y se sintieron desilusionados con el rechazo para volverlo a admitir.
Su expulsión provocó una crisis y descontento entre los presbiterianos con Yale, y solidificó la decisión de ellos de comenzar una universidad propia. El Colegio de New Jersey, que más tarde se convirtió en la Universidad de Princeton, comenzó en 1741 en el hogar de Jonathan Dickinson, en donde David, quien ahora tenía veintinueve años, estuvo viviendo durante sus meses finales. Es así como Brainerd es considerado como el primer alumno del colegio, su expulsión precipitó la fundación de Princeton.
Reflexión
¿Ha experimentado situaciones en la que Dios hizo que resultara algo bueno en medio de algo malo? José en el Antiguo Testamento fue vendido como esclavo por sus hermanos, debido a esto se convirtió en segundo en el mando en Egipto. Tal vez la mala experiencia en su vida todavía no haya resultado en algo bueno. Conviértalo en un asunto de oración, y pídale al Señor que se glorifique a Sí mismo en esta situación.
“Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo” (Génesis 50:19 y 20)