Pionero de la reforma
- Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
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Thomas Bilney, un pionero de la Reforma inglesa, nació cerca de Norwich en 1495. Siendo un joven estudiante de teología en Cambridge, confuso y físicamente acabado por su lucha con su "condición perdida", en un estado de pánico y desesperación salió de su dormitorio una noche y se dirigió a una librería en donde vendían "libros prohibidos" y compró una copia del Nuevo Testamento. Oculto esa noche debajo de las sábanas con su compra ilegal y una vela parpadeante, sintió que la radiante luz de Dios se derramaba sobre su alma.
Incapaz de contener su recién nacida libertad espiritual después de años de cautiverio, compartió su experiencia con todos los que le prestaban atención. Su lista de convertidos da testimonio de su propia conversión genuina. Durante los dos años siguientes, trabajó entre sus compañeros eruditos y amigos en la universidad. No sólo conoció a Tyndale e hizo cosas maravillosas por la causa del Evangelio uniéndose a la sociedad Caballo Blanco, sino que Hugh Latimer, el orador joven más prominente en la universidad se contaba entre uno de sus convertidos. En 1519 fue ordenado y recibió su licencia para predicar.
Enseñó, predicó y testificó por diez años desde Norwich hasta Londres y Cambridge. Se convirtió en una fuerza poderosa distribuyendo la nueva Biblia en inglés de Tyndale y otra literatura prohibida a través de toda Inglaterra. Eso hizo que fuera acusado de herejía, de predicar el Luteranismo y distribuir libros prohibidos. Fue encarcelado en la Torre de Londres y sus amigos lo animaron para que se retractara. Se congregaron veinte testigos para apoyar a los perseguidores de la inquisición y como era la ley, él no pudo traer a nadie para que testificara en su favor. El obispo Tunstall le administró la tortura necesaria y con el tiempo lo obligó a retractarse. Su castigo fue encender el fuego en el que se quemaron los Nuevo Testamentos comprados recientemente por Tunstall con la ayuda de Agustine Pakington. Bilney permaneció en la Torre por varios meses como castigo adicional, quedando inconsolable por haber traicionado la causa de Tyndale. Cuando regresó a Cambridge a finales de 1528, su espíritu estaba quebrantado y afligido.
Finalmente se sobrepuso de su desesperación. En las semanas que siguieron a continuación predicó y distribuyó Biblias y libros. Fue arrestado nuevamente, juzgado y quemado en la hoguera en el Pozo de los Lolardos en Norwich, mientras sostenía abrazado el libro de William Tyndale La obediencia de un hombre cristiano. En un soleado día del mes de agosto le pusieron fin a la vida de un pionero de la Reforma.
Thomas Bilney animó a sus amigos la noche antes de morir quemado, con estas palabras: "Aunque el fuego calentará mucho mi cuerpo, el consuelo del Espíritu de Dios me refrescará placenteramente por la eternidad". En este punto, puso la mano encima de la llama de una vela que ardía delante de él y sintiendo el calor dijo: "Oh, siento por experiencia y he sabido desde hace mucho por la filosofía, que el fuego por orden de Dios es naturalmente caliente, sin embargo, estoy persuadido por su Santa Palabra, y por la experiencia de algunos que han hablado de lo mismo en medio del fuego que no se consumía, que el rastrojo de éste mi cuerpo, será consumido por él, mientras que mi alma y espíritu serán purgados por medio de eso. Un dolor por un tiempo, que será seguido por un gozo indescriptible". Y citó a continuación este texto de la Escritura: “No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador...” (Isaías 43:1b-3a).
Reflexión
Muchos grandes cristianos han tenido momentos de flaqueza, el apóstol Pedro fue uno, al igual que Thomas Bilney. Sin embargo, por la gracia y misericordia de Dios fueron restaurados. Si ha tenido alguna debilidad en su vida respecto a su andar como cristiano, recuerde a estos grandes héroes de la fe.
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
Karl Marx nació el 5 de mayo de 1818, en Trier, Prusia. Era descendiente de un distinguido linaje de eruditos judíos. Su padre era abogado y cuando en 1816 un decreto prusiano prohibió que los judíos ocuparan posiciones de prestigio en la ley,