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El poeta feo

  • Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas

Sólo media un metro con cincuenta y dos centímetros, y su cabeza lucía demasiado grande para su cuerpo.  Incluso parecía mucho más grande con la larga peluca que lucía.  Su nariz estaba torcida, sus ojos eran pequeños y penetrantes y su cuerpo frágil.  Físicamente, no había nada atractivo en su persona.

Se enamoró de una joven y le propuso matrimonio, pero la respuesta insensible de ella fue: “Me gusta la joya, pero no el engaste”.   Él nunca se casó.

         Pero... ¿quién era esta desafortunada persona?  Su nombre era Isaac Watts, y es considerado el padre de la himnodia inglesa.  Nació en Southhampton, Inglaterra en 1674.  Su padre, un maestro de escuela, era un cristiano devoto que fue encarcelado dos veces por su fe.  Desde su juventud, Isaac comenzó a mostrar su genio poético.  Cuando tenía dieciocho años, se quejó contra su papá porque los Salmos, los cuales eran los únicos himnos que se cantaban en su iglesia estaban pobremente parafraseados.  Como era un maestro de escuela, él lo desafió para que escribiera algo mejor, y eso fue exactamente lo que hizo, el próximo domingo se cantó su primer himno en el servicio de adoración.  Contenía un versículo que demostró ser profético, respecto a la contribución que haría en la adoración inglesa, decía:

He aquí las glorias del Cordero

En medio del trono de su Padre

Preparen nuevos honores para su Nombre

Y cánticos antes desconocidos

         En los dos años siguientes, en 1707,  Isaac quien todavía era un joven, escribió más de doscientos diez cánticos contenidos en el primer himnario real en inglés, Himnos y Cánticos Espirituales.

         En 1719 publicó Los Salmos de David en el cual le dio una perspectiva del Nuevo Testamento a las palabras de los Salmos.  Un ejemplo familiar es su versión del Salmo 72, que decía en parte:

Jesús reinará doquiera que haya sol

Mientras sus jornadas sucesivas continúen;

Su reino se extenderá de costa a costa,

Hasta que no haya luna

         Cuando tenía treinta y ocho años y experimentó uno de sus frecuentes  ataques de mala salud, su buen amigo Sir Thomas Abney le invitó a su hacienda por una semana de recuperación.  Cuando no hubo mejoría alguna, los Abney le pidieron que permaneciera con ellos.  Watts se convirtió en una parte tan querida de la familia que se quedó allí por el resto de su vida, ¡otros treinta y seis años!

         Humanamente hablando, tenía muchas cosas en su contra.  Era ridiculizado por su apariencia, fue rechazado por la mujer que amó, y nunca disfrutó de salud.  Incluso su situación para vivir dependía de la buena voluntad de un amigo.  No obstante, a pesar de todo, vivió una vida rica y productiva.  La noche antes de morir dijo: “Soy un pecador; Cristo es mi Salvador.  Puedo prescindir de todo lo demás, pero no de la obra consumada del Señor que es toda mi esperanza.  Partir y estar con Él será muchísimo mejor”.

         Isaac Watts murió el 25 de noviembre de 1748, habiendo escrito más de seiscientos himnos.  Su visión fue permitir que el pueblo de Dios pudiera cantar las palabras de la Escritura en una forma poética comprensible.  Muchos de sus himnos, tales como Oh Dios, nuestra ayuda en edades pasadas; Cuando miro a la Cruz maravillosa y Gozo al mundo, se cantan frecuentemente hoy.  La iglesia continúa alabando a Dios por medio de sus palabras.

Reflexión

         ¿Cómo habría reaccionado usted ante Isaac Watts? ¿Le gustan las personas por su presencia exterior, o como Dios mira al corazón?  Desafortunadamente vivimos en una cultura que se enfoca en la apariencia externa.  Veneramos la belleza y despreciamos la fealdad.  Si ésta es nuestra actitud, estaremos pasando por alto a tantos Isaac Watts que hay en el mundo - y seremos más pobres por eso.

         “... Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7b).

Modificado por última vez enMartes, 25 Octubre 2011 05:08
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