En pos de lo supremo
- Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
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Oswald Chambers uno de los escritores cristianos más famosos, de hecho sólo escribió un libro, sobre el cual la mayoría de sus lectores nunca han oído hablar. Nació en Aberdeen, Escocia en 1874 y era hijo de un ministro bautista. Cuando adolescente acompañó a su padre a escuchar un sermón del famoso predicador Charles Spurgeon. Después de eso, le dijo a su progenitor, que si hubiera una oportunidad para el servicio, se entregaría al Señor. Él rápidamente le respondió: “Puedes hacerlo ahora mismo, hijo mío”. Y allí, en una calle de Londres con su padre, Oswald Chambers calladamente sometió su vida a Jesucristo como su Salvador y Señor.
Después de estudiar en la Universidad de Edimburgo, ingresó en el Colegio Dunoon Gospel Training en 1897 para prepararse para el ministerio. Luego sirvió como tutor en una escuela por ocho años. Mientras estaba allí, su fe aumentó, y desarrolló un gran celo por el evangelismo. A continuación prestó sus servicios como un maestro ambulante de la Biblia. En 1911 se convirtió en el primer director del Colegio Bíblico de Entrenamiento en Clamham Common, Londres. Sin embargo, pronto estalló la primera guerra mundial en Europa, y el colegio fue cerrado en 1915.
Entonces se unió al personal de la Asociación de Jóvenes Cristianos y junto con su esposa Gertrude, conocida por todos como Biddy, fue enviado a Egipto a ministrarle a las tropas inglesas y australianas, estacionadas en Zeitoun e Ismailia. La Asociación construyó cabañas de veintidós metros por doce, con paredes hechas de esteras fabricadas con cañas de la localidad, a fin de que los soldados tuvieran un lugar para llegar y relajarse, mientras él estaba allí para supervisarlo todo.
Cuando llegó a Zeiotun, de inmediato puso un aviso al frente de una de las cabañas que decía “Estudio de la Asociación de Jóvenes Cristianos, abierto desde las nueve de la mañana hasta las nueve de la noche para lectura, escritura e investigación. Conferencias cada tarde a las siete y treinta de la noche”. Al cabo de una semana tenía cuatrocientos soldados reunidos cada noche para escuchar la enseñanza de la Biblia. Cientos conocieron a Cristo, y escribió en su diario: “Hay tantas almas salvas esperando instrucciones, y responden con gusto. No hay ninguna dificultad para hacerlos que se decidan por Cristo, sino que proceden de muy buena gana”.
En 1916 la Asociación planeó cruzadas evangelísticas a través de todos los campamentos militares en Egipto, con Chambers como evangelista. Él escribió en su diario respecto a la reunión en el campamento en Ismailia: “Tuvimos unas decisiones magníficas, y no hable ni de cantar o incluso inclinar las cabezas, sino sólo les dije que salieran en medio de sus camaradas y se acercaran al frente, si querían aceptar a Jesucristo como su Salvador y ellos se acercaron”.
El 17 de octubre de 1917, regresó de una reunión un miércoles por la noche sintiéndose enfermo. El intenso dolor abdominal continuó hasta que finalmente el 29 de octubre permitió que lo llevaran al hospital Gizeh de la Cruz Roja. El cirujano lo operó de inmediato para removerle el apéndice. Comenzó a recuperarse, pero el 4 de noviembre se le formó un coagulo en la sangre y el 15 de noviembre de 1917 murió. Su esposa Biddy, envió un cable a Inglaterra con este simple mensaje: “Oswald ya está en Su Presencia”.
Chambers había escrito sólo un libro antes de morir, titulado Confundido para pelear mejor, pero había mantenido un diario. Biddy era una taquígrafa entrenada de la corte y había copiado casi palabra por palabra, muchos de sus cientos de mensajes pronunciados en colegios y en campamentos militares.
Varios años después de la muerte de Oswald, Biddy comenzó a editar su material en lecturas diarias para los trescientos sesenta y cinco días del año y le llamó En pos de lo Supremo. Ella lo completó en 1927, diez años después de la muerte de Oswald. Hoy, permanece entre los diez libros cristianos que más se venden cada año.
Biddy editó doce libros más del material de Oswald y los publicó bajo el nombre de él, sin jamás mencionar el suyo.
Reflexión
Oswald Chambers dejó un legado, tanto en las vidas que influenció, como en las palabras que expresó. ¿Qué piensa usted de su legado? No muchos de nosotros encontraremos jamás nuestras palabras impresas, pero todos sí podemos hacer una diferencia en las vidas de esos que están a nuestro alrededor.
“Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón” (2 Corintios 3:2 y 3).