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Boletin dominical - 09/10/11

  • Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas

¿Le gusta ejercitar un poco sus conocimientos?  Tratándose de temas bíblicos, nada mejor que dedicar el tiempo necesario para hallar en las páginas del Libro de Dios, las respuestas a cada interrogante.  A continuación algunos ejemplos:

1. ¿Por qué tantos cristianos dudan de su salvación?

En primer lugar, porque Satanás les infunde dudas, ya que no puede hacer más, pues cada cristiano está en las manos del Salvador.  Pero el cristiano ya es vencedor mediante Jesucristo, su Salvador.  No es que el cristiano algún día vencerá, sino que lo es ahora mismo: “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.  Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye.  Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye.  En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error” (1 Jn. 4:4-6).

Hay muchos cristianos que, aunque gritan a los cuatro vientos que sí creen en la seguridad de su salvación, realmente no creen.  Debido a esto, como de cuando en cuando cometen algún pecado, al instante piensan que es el resultado de su falta de salvación.

Como cristianos debemos recordar que, lamentablemente las acechanzas de Satanás las estaremos enfrentando hasta el día que el Señor nos llame a su presencia.

2. ¿Por qué otros conducen a los pecadores a Cristo y yo no lo puedo hacer?

Nunca olvidemos que nuestro deber es sembrar la semilla del evangelio, lo demás lo hace el Señor.  Si usted da testimonio de Cristo a alguien, si le habla de la salvación, pero no consigue una respuesta positiva, eso no significa que esa persona ha rechazado definitivamente.  Usted quisiera ver a ese caballero o esa dama acercándose al Señor, pero la evangelización no funciona así.  Jesús fue claro cuando dijo: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero” (Jn. 6:44).

Usted no puede reemplazar al Espíritu Santo.  Usted puede convencer a una persona, pero no la puede regenerar ni convertir.  La regeneración es obra divina y la conversión le corresponde al regenerado.

He aquí lo que usted debe recordar siempre cuando intenta compartir el evangelio:

• Pida que el Señor le de las palabras adecuadas para que su interlocutor sea convencido por el Espíritu Santo.

• Tenga mucha paciencia con la persona que ya le ha escuchado hablarle de Cristo y hasta el momento no rechazó al Señor.

• No insista en que la persona cuanto antes le acompañe un domingo a la iglesia.  Si el pecador (no salvo aún) se siente más cómodo escuchándole a usted y no al predicador desde el púlpito, aproveche su oportunidad.

3. ¿Qué puedo decirle a una familia que sufre por haber perdido a un ser querido, pero no se sabe si la persona que falleció había recibido a Cristo por Salvador?

No se apresure a decirles que se ha ido al infierno, aunque todo parecería indicar en esa dirección.  En tales casos recuerde lo que dice en 1 Corintios  4:5: “Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios” y “No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio” (Jn. 7:24).  Recuerde además, que siempre existieron hijos de Dios anónimos.  Es mucho mejor animar a los familiares con textos tales como 2 Corintios 5:1-8; Salmo 116:15 y Filipenses 3:20, 21, y es mucho mejor dejar en claro que el familiar fallecido bien puede estar ya con el Señor y que, si desean verle de nuevo, es mejor que echen mano del perdón que el Señor les ofrece.

4. Es muy importante aprender a escuchar a la persona que está siendo evangelizada

Todos queremos que se nos escuche, cuánto más debiéramos de prestarle mucha atención a nuestro discípulo: Si le pregunta sobre la idolatría, permita que lea Salmo 115: 3-8; Salmo 135:15-18.  Hágale ver que la idolatría es adoración a los demonios, es culto a los demonios: “Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar” (Ap. 9:20).

5. ¿Es posible que una gran mayoría finalmente tenga como destino eterno el infierno?

Así es, porque el Señor claramente dijo que el “camino ancho” es muy transitado, pero lleva a la perdición.

En cambio el angosto, no tiene tanto tráfico, ya que son pocos los que lo prefieren: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mt. 7:13, 14).

6. ¿Es cierto que la virgen María también tuvo que recibir a Jesús como su Salvador?

Así es y permitamos que ella misma nos diga lo que encontró en Él: “Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.  Porque ha mirado la bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones” (Lc. 1:46-48).

Ella dice que Jesús era su Señor, su Dios y su Salvador.

También dice que Él ha mirado su bajeza.

María no se sentía merecedora de la salvación, porque sabía que, siendo descendiente de Adán y Eva, había heredado el pecado de ese... “primer Adán”: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron… Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios.  Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Ro. 5:12; 3:10-2).

¿QUIERE SER SALVO?

1. Reconozca que está perdido y condenado.

2. Arrepiéntase delante de Dios y pida que le perdone sus pecados.

3. Deposite su fe en Cristo Jesús, el único Salvador, y en ese momento usted será salvo para siempre.  ¡Que el Señor le ayude!

J. Holowaty, Pastor

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