Boletin dominical - 06/11/11
- Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas
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La mayoría de las personas están muy contentas con cada avance científico y tecnológico, especialmente aquello que beneficia en el desempeño de las labores que realizan. Nadie puede dudar de cuán importante es la movilización moderna. No solamente rápida, sino verdaderamente cómoda.
Al trasladar toda esta... “lindura” al campo de la alimentación, podemos notar que, por lo visto detrás de tantos “beneficios” existe un plan de destrucción masiva de cuantos habitamos este planeta para menguar la población. No quiero exagerar ni alarmar a nadie, pero creo necesario hacerle caso a cuantos están levantando su voz para que despertemos y hagamos lo que esté a nuestro alcance para no convertirnos en conejillos de laboratorio.
La industria biotecnológica presenta la ingeniería genética como una técnica que aporta beneficios a la humanidad. Pero muchos de esos supuestos beneficios, que todavía no han sido demostrados, son anulados por los riesgos que presenta la manipulación genética. Algunos de estos riesgos son:
• El incremento en la contaminación en los alimentos por el mayor uso de productos químicos.
• La aparición de nuevos tóxicos en los alimentos.
• La aparición de nuevas alergias por la introducción de nuevas proteínas en los alimentos.
• Resistencia de las bacterias patógenas para el hombre a los antibióticos y reducción de la eficacia de estos medicamentos para combatir las enfermedades.
• Ningún científico se atreve a negar la posibilidad de que el cambio en la estructura genética fundamental de un cultivo, puede causar nuevas enfermedades o problemas de salud.
• Tampoco hay estudios a largo plazo que prueben la inocuidad de los cultivos modificados genéticamente, sino que los mismos están siendo probados en los consumidores.
• Son peligrosos para el medio ambiente, contaminan genéticamente a las variedades tradicionales, acabando con ellas y provocando una grave pérdida de la biodiversidad. Según Greenpeace, la organización líder que usa la acción directa pacífica y la comunicación creativa para exponer los problemas en el ambiente, los efectos sobre los ecosistemas son irreversibles e imprevisibles.
• Los riesgos sanitarios a largo plazo debido al consumo de transgénicos no han podido ser evaluados correctamente. Se sabe que pueden provocarnos nuevas alergias, o hacernos resistentes a los antibióticos, y se cree que a largo plazo pueden causar tumores cancerígenos. Aunque no hay datos concluyentes que despejen las dudas, ya los estamos consumiendo en grandes cantidades.
• Son peligrosos para la economía, ya que el desarrollo de los transgénicos está en manos de unas pocas empresas multinacionales que acabarán controlando todo el mercado mundial de semillas y, con ello, la producción de alimentos en el planeta. Paralelamente, los herbicidas y otros productos específicos para estas variedades están igualmente en manos de estas empresas.
• Finalmente, como los transgénicos son indistinguibles de las variedades naturales, no podemos rechazarlos aunque queramos hacerlo. Además, con ellos no acabaremos con el hambre en el mundo, como pregonan sus defensores, sino todo lo contrario. De hecho, cientos de pequeños agricultores se han suicidado en India, endeudados tras pasarse a los caros cultivos transgénicos y no obtener las producciones prometidas.
Los cultivos transgénicos en el mundo
De acuerdo con el ISAAA (el International Service for the Acquisition of Agri-biotech Applications) conocido en América Latina como el Instituto Especializado en el Seguimiento del Uso de Organismos Modificados Genéticamente (OMGs), en el año 1999 el cultivo de plantas transgénicas aumentó en 44% con respecto a 1998, alcanzando un total de cuarenta millones de hectáreas.
Por países, la mayor superficie cultivada corresponde a Estados Unidos donde se cultiva el 72% de la superficie mundial. Le siguen Brasil que ya superó a Argentina, Canadá y China. A menor escala también se producen cultivos transgénicos en Australia, Sudáfrica, España, Francia, Portugal, Rumania, Ucrania e India. Y no hace mucho Evo Morales aprobó la producción de cultivos transgénicos en Bolivia.
Según otro informe publicado por el ISAAA en el año 2010, esta industria se extendió a 29 países más ese año, siendo Estados Unidos el país número uno en materia de cultivos. La tecnología de los alimentos modificados genéticamente ha sido abrazada de forma entusiasta en las Américas y en muchos países de Asia. Por contraste, muchos países europeos tienen severas restricciones con respecto a este tipo de cultivos.
J. A. Holowaty, Pastor