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Boletin dominical - 30/10/11

  • Fecha de publicación: Miércoles, 24 Septiembre 2008, 14:39 horas

¿Es posible que los científicos alteren el genoma humano y que produzcan una generación de humanoides?  Es tal el orgullo del hombre, que los científicos que pretendan haber destronado a Dios de su dominio en todo, ahora están activamente involucrados en la manipulación de la creación divina.

Primero fue con las plantas, luego con los animales, y finalmente esperan lograrlo con los humanos.

Pero... ¿Es este el primer intento del hombre por lograrlo?  Al ver las muchas pirámides en varios continentes, podemos percibir la ciencia avanzada que se aplicó en cada caso.  ¿Quién las hizo?  ¿Cómo levantaron piedras tan pesadas en una época cuando sabemos que no existían grandes grúas, vehículos de transporte, ingeniería mecánica como ahora?  Si tiene algún día la oportunidad de visitar Egipto, fíjese en esas pirámides, quedará sorprendido y jamás el guía le explicará para su satisfacción.

Personalmente creo que la ayuda provino “de arriba”, pero no de parte de Dios, sino del peor adversario, tanto de Dios como de los hombres.  Me refiero al príncipe del tercio de ángeles que se convirtieron en demonios.  La generación que logró construir todo esto fue destruida por el diluvio, ya que era tan pervertida que el Creador decidió su destrucción total, excepto Noé y su familia, quienes no se habían contaminado con el resto de la humanidad.  Note bien Génesis 6:3, 4: “Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años.  Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos.  Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre”.

Estos... “gigantes” constituyen el primer experimento de Satanás para, valiéndose de la creación divina, alterar al hombre convirtiéndolo en un verdadero monstruo, pero con capacidad muy superior al hombre moderno.  Quedaron huellas imborrables del mundo pre-diluviano el cual fue destruido por el agua, pero el presente mundo con tanta maldad, está reservado para ser destruido por el fuego.  ¡Cuán cercano debe estar el comienzo del fin!: “Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua; pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos” (2 P. 3:5-7).

El hombre no ha cambiado.  Era incrédulo entonces y lo es hoy; se burlaba de Dios y de su Palabra entonces, lo hace hoy también; tenía Dios un pequeño remanente entonces (la familia de Noé), lo mismo hoy: Un insignificante número de cristianos fieles a él.

Es interesante que el Espíritu Santo inspiró a los escritores de la Biblia para que incluyeran la medida de la cama de uno de estos gigantes: “Porque únicamente Og rey de Basán había quedado del resto de los gigantes.  Su cama, una cama de hierro, ¿no está en Rabá de los hijos de Amón?  La longitud de ella es de nueve codos, y su anchura de cuatro codos, según el codo de un hombre” (Dt. 3:11).

Por si no entiende el tamaño en codos, era de cuatro metros de larga y casi dos de ancha.  ¿Puede usted imaginar a un hombre de este tamaño hoy?   ¿Aparecerán ellos de nuevo?  En realidad no es necesario que aparezcan, el mal podrá ser mucho más dañino y monstruoso cuando los científicos logren sus intentos al ser gobernados por Satanás.  Piense por un momento lo que dijeron diez de los doce espías que envió Moisés a la tierra de Canaán para ver si podrían conquistarla.  Solo dos de ellos, Josué y Caleb dijeron que sí, que podrían: “Pero a vuestros niños, de los cuales dijisteis que serían por presa, yo los introduciré, y ellos conocerán la tierra que vosotros despreciasteis.  En cuanto a vosotros, vuestros cuerpos caerán en este desierto.  Y vuestros hijos andarán pastoreando en el desierto cuarenta años, y ellos llevarán vuestras rebeldías, hasta que vuestros cuerpos sean consumidos en el desierto” (Nm. 14:31-33).

Volviendo a lo transgénico, digamos que cuando se habla de los alimentos transgénicos, más conocidos por sus siglas OMG, nos referimos a un conjunto de vegetales y cereales que han sido modificados genéticamente para que su cultivo tenga mayor productividad.  Entre estos productos, se encuentran algunas variedades de maíz, soya, algodón, tomate y patata.  Además hay diversos estudios en torno a cultivos transgénicos de melón, ciruela, tabaco y muchos más.

El adelanto actual en la biología molecular se está sucediendo a una tasa sin precedentes. Uno de ellos es la habilidad para crear animales y cultivos transgénicos mediante la ingeniería biogenética.  La tecnología ya ha producido mamíferos transgénicos tales como ratones, ratas, conejos, cerdos, ovejas, vacas, caballos y cabras.  Aves, como pollos y codornices; y peces como salmón, trucha, tilapia, carpa, pez gato, medaka y dorado.

Aunque hay muchos asuntos éticos que rodean la transgénesis, esta tecnología se usa en la agricultura, la medicina y la industria.  Pero... ¿Qué es un animal o un cultivo transgénico?  Hay varias definiciones para este término.  Los expertos lo definen como un animal o planta al cual se le ha modificado deliberadamente su genoma, la totalidad del material genético responsable de las características hereditarias.  Un transgénico es uno cuyos genomas han sido cambiados para portar genes de otras especies.

El núcleo de todas las células en cada organismo contiene genes constituidos de ADN.  Estos genes  almacenan información que regula cómo se forman y funcionan los cuerpos de los seres vivos.  Los genes pueden ser alterados artificialmente, cambiando así algunas de las características de un animal o planta.  Por ejemplo, se han manipulado ovejas para que den más lana; vacas para que produzcan insulina y cerdos cuya sangre puede ser usada para transfusiones.  Pero también se dan casos en que un embrión puede tener funcionando un gen extra introducido artificialmente en él, el cual puede anular la función de otro gen particular.

El riesgo de invasión de especies transgénicas no se puede descartar por dos motivos.  Primero, porque las técnicas actuales de ingeniería genética no permiten controlar al cien por ciento los efectos de la inserción de genes extraños en el ADN de un organismo.  Además, es imposible predecir el comportamiento de los nuevos genes introducidos en ecosistemas complejos.  El conocimiento científico sobre el funcionamiento de los genes es aún muy limitado, en particular sobre las interrelaciones entre los genes, entre genes y el resto del genoma y entre genes y el ambiente.

En segundo lugar, las especies con nuevos genes pueden presentar ventajas selectivas frente a las especies normales y acabar por imponerse.  El caso a que voy a referirme nos ofrece un buen ejemplo.  Dos investigadores de la Universidad de Purgue, en Indiana, Estados Unidos, estudiaron la descendencia de los peces receptores medaka del gen de la hormona de crecimiento humano.  El resultado demostró que si se liberaran algunos peces transgénicos, a largo plazo estos animales terminarían por acabar con la especie no manipulada.  Si se liberaran sesenta peces transgénicos entre un grupo de sesenta mil peces normales, el grupo entero desaparecería en cuarenta generaciones.

La mente tan abierta que están demostrando los científicos y las autoridades con respecto a la investigación transgénica entre seres humanos y animales, exige que los cristianos le presten atención a esto.  Aunque los miembros de la comunidad científica proponen que la investigación transgénica debe continuar con pocas o no restricciones, los cristianos tienen amplias razones para cuestionar este asunto.

En cuanto a los cultivos transgénicos, en el año 2000, el 52% del frijol de soya y el 25% del maíz cultivado en Estados Unidos, eran cultivos transgénicos o genéticamente modificados.  Muchas de estas plantas contienen genes que producen un insecticida natural, por lo que no requiere plaguicidas sintéticos.  Otros cultivos tienen genes que les permiten resistir sustancias químicas que matan malas hierbas.  Esos genes ayudan a que el cultivo sobreviva mientras se controla la mala hierba.  Uno de los últimos desarrollos importantes en alimentos modificados genéticamente consiste en una planta de arroz que contiene vitamina A, un nutriente esencial para la salud de las personas.  Gracias a que el arroz es un alimento fundamental para miles de millones de personas en todo el mundo, esta clase de arroz supuestamente pretende mejorar la dieta y la salud de muchas personas al proporcionar un nutriente importante.

Hasta ahora son muy pocos los estudios científicos que se han llevado a cabo para determinar los posibles efectos que estos cultivos modificados pueden tener sobre la salud de las personas.  Uno de los mayores riesgos para la salud es la aparición de nuevas alergias.  Estos alimentos introducen en la cadena alimentaria nuevas proteínas que nunca antes habíamos comido.  Ya hay pruebas de los posibles efectos alérgicos, pero el primer caso comprobado de alergia causado por un alimento transgénico fue el del maíz StarLink.  Este maíz se encontró en la cadena alimentaria humana cuando estaba autorizado únicamente para consumo de los animales.  Desde este descubrimiento se han recibido decenas de denuncias de consumidores por posible intoxicación alérgica debido al StarLink.

J. Holowaty, Pastor

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