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Boletin dominical - 07/04/13

  • Fecha de publicación: Sábado, 06 Abril 2013, 17:21 horas

¿Tiene alguna profesora que se siente orgullosa de haberse despojado de la fe en Dios?  Pero resulta que todo lo que hizo fue depositar su fe en un individuo que luce con su desprecio al género femenino.  Algo que difícilmente tu profesora te dirá.

Darwin enseñaba la superioridad del varón

     Según Charles Darwin, el mecanismo central de la evolución es la supervivencia del más apto.  En este concepto los animales inferiores son más propensos a extinguirse, mientras que los superiores tienen más probabilidades de sobrevivir.  El racismo que engendró esta idea está bien documentado y ha sido ampliamente publicado.  Mucho menos conocido es el hecho, que muchos evolucionistas, incluyendo Darwin, enseñaban que las mujeres eran biológica e intelectualmente inferiores a los hombres.

De acuerdo con esta teoría, las mujeres habían evolucionado menos que los varones, y como tenían cerebros más pequeños, eran “eternamente primitivas” - algo así como niños, menos espirituales, más materialistas y “un peligro real para la civilización contemporánea”.

La supuesta brecha en la inteligencia que muchos Darwinistas líderes creían que existía entre los seres humanos, varones y hembras, era tan grande, que algunos los clasificaron como dos especies distintas: el varón como Homo frontalis y las mujeres como Homo parietalis.  La diferencia era tan colosal, que Darwin se asombraba “que dos seres tan diferentes pertenecieran a la misma especie”.

Las razones de la supuesta superioridad masculina incluían las conclusiones, de que la guerra y la caza acabaron con los hombres más débiles, permitiendo que sólo los más aptos retornaran al hogar y se reprodujeran.  En contraste, como las mujeres no fueron sometidas a estas presiones de la selección, sino que estaban protegidas, esto permitió que las más débiles sobrevivieran.

En oposición a esta enseñanza evolutiva, la Escritura enseña que todos los seres humanos son descendientes de Adán y Eva y que por consiguiente todos somos hermanos y hermanas.  Además, en Cristo, “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gá. 3:28).  Todos somos iguales, nadie es superior a otro, aunque los papeles en la vida difieran.

Los escritos y opiniones de Darwin respecto a las mujeres

     Muchos biógrafos de Darwin, incluyendo el editor Peter Brent y la doctora y profesora en ciencias Evelleen Richards concluyen, que Darwin tenía una opinión muy pobre de las mujeres.  Brent comentó que «Sería muy difícil concebir a una persona con un punto de vista más indulgente sobre sí mismo, pero casi despreciativo con respecto a la subordinación de las mujeres a los hombres»que la actitud de Darwin. Richards declara que Darwin «Tenía opiniones claramente definidas sobre la inferioridad intelectual de las mujeres y su estado de subordinación».

Los escritos de Darwin y de sus discípulos revelan que la creencia de la inferioridad de la mujer era central a la teoría evolutiva primitiva.  En su libro La descendencia del hombre argumentó, que las hembras adultas de la mayoría de las especies se asemejan a los jóvenes de ambos sexos y que los «machos son más avanzados evolutivamente que las hembras».

Este degradante punto de vista de las mujeres, rápidamente se propagó entre los científicos y académicos contemporáneos de Darwin durante la conclusión del período Victoriano, e influenció en gran manera a muchos teóricos que desempeñaron un papel importante en la formación de la siguiente generación, desde Sigmund Freud, quien fuera conocido como “el padre del psicoanálisis”, hasta el médico sexólogo y reformador social Henry Havelock Ellis.

Evelleen Richards profesora de historia de la ciencia de la Universidad NSW de Australia, concluye que los puntos de vista de Darwin respecto a las mujeres, lógicamente seguían su teoría «nutriendo de esta forma a las subsiguientes generaciones de sexólogos».  Como resultado de las ideas de Darwin, los científicos usaron la biología para apoyar la posición de que las mujeres eran «manifiesta e irreversiblemente inferiores a los hombres»lo cual terminó por impactar a toda la sociedad.  Fue así como se le dio crédito a esta enseñanza antibíblica.

La evolución y el pensamiento ocultista

     Muy pocas personas están al tanto de los eventos que conllevaron a Charles Darwin a exponer su teoría sobre los orígenes entre la comunidad científica en Gran Bretaña en el siglo diecinueve.  Darwin fue ayudado en su investigación por su amigo íntimo Charles Lyell, quien permaneció a su lado por más de veinte años de cuidadosa investigación mientras desarrollaba sus teorías.  De hecho vaciló mucho, antes de exponer su trabajo ante un foro público de la comunidad intelectual de su tiempo.

Finalmente llegó el día en que se vio obligado a presentar públicamente sus teorías, para no ser eclipsado por otro y perder todos sus esfuerzos.  En 1855, Darwin recibió la copia de un documento escrito por Alfred Russell Wallace, en el que detallaba las mismas teorías que él con tanto esfuerzo había preparado durante el curso de veinte años.  De inmediato y a instancias de Lyell, comenzó a escribir su infame obra El origen de las especies.

Tanto Darwin como Russell estaban buscando la clave del componente perdido, el mecanismo por medio del cual una especie podía cambiar convirtiéndose en otra.  La ausencia de tal mecanismo es obvia, porque no hay absolutamente ninguna evidencia científica o de cualquier otra clase, que demuestre que una especie puede evolucionar transformándose en otra.

Tres años después de haber enviado su documento a Darwin, Wallace se enfermó gravemente mientras vivía en la isla de Ternate.  En la violenta agonía de una fiebre debilitante, recibió la visión del mecanismo perdido.  Wallace le envió a Darwin el documento completo, La supervivencia del más apto.

Dice la teósofa y ocultista Alice Bailey en su libro Externalización de la jerarquía de Lucis Trust, que El Documento de Ternate contenía «en forma completa lo que se conoce hoy como la Teoría de la evolución de Darwin...»En realidad la evidencia circunstancial fuertemente sugiere, que Darwin plagió muchos de los conceptos claves de Wallace en su libro El origen de las especies.  Sin embargo, como Wallace estaba más cerca de Nueva Guinea que de Londres, cuando llegó el tiempo de la presentación, los conceptos revelados a la Sociedad Linnean en julio de 1858 llegaron a ser conocidos como la Teoría de Darwin y Wallace.

Eso claro está, no es la historia completa.  Alfred Russell Wallace no sólo recibió la “visión” de la supervivencia del más apto para completar la mentira de la evolución de Satanás mientras deliraba con la fiebre, sino que Wallace guardaba un lado mucho más tenebroso.  Durante su juventud, viajó a la Amazonia y se hizo amigo de los indios de quienes aprendió la magia negra.

Wallace entonces comenzó a involucrarse en el espiritismo y fue abiertamente ridiculizado por los miembros de la Sociedad para la Investigación Psíquica.  El nivel extremo al que llegó por implicarse en el ocultismo, resultó en su expulsión virtual de la comunidad intelectual británica, y en que su nombre fuera enteramente removido de las teorías Darwinianas.

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